Mis primos ya llegaron. Algunos son menores que yo, otros son mayores pero todos parecen mejores que yo. No, no parecen, lo son.
Mi tía Jazmín entra con una bolsa grande roja, dice que le ha traído a mamá unas alfombras navideñas para que cambien las del frente de la puerta. Mi tío Michael me saluda con una expresión seria, ni siquiera me mira a los ojos.
Intento aparentar estar bien pero me siento tan aislada de todos. Mientras que mi otra tía, Lara, se acerca a la vieja grabadora de mis padres que por milagro aun funciona y coloca uno de esos viejos CDs (¿Quién usa CDs hoy en día?) que han usado por diez años.
Una melodía navideña suena, con piano. Es lenta, tal vez un poco melancólica. Le sube el volumen y las sonrisas en todos estallan, disfrutan sentirse en la mejor época del año.
Mi cerebro canta la canción mientras yo desvío mi mirada al árbol navideño. Las luces están encendidas, los adornos por todas partes y han comenzado con la típica platica donde recuerdan celebraciones pasadas.
Hoy tampoco he visto a papá pero sé que está por llegar. Estos días lo he evadido exitosamente, y algo me dice que él también me ha estado evadiendo. Es mejor para los dos. Él no quiere ver a su hija fracasada que tuvo que criar por obligación y yo no quiero ver a quien me hará añicos el corazón con su desprecio.
Mientras que mi prima Sarah habla sobre su último viaje a Francia, yo me encojo en el asiento. No quiero que me miren, ni que me pregunten nada pero sé que ocurrirá. Sé que eventualmente querrán que yo hable para que al compararse con mi vida, se sientan contentos con la suya.
La mayoría de ellos se sorprendieron de verme por aquí, todos buscaban la cicatriz con la mirada pero mi cabello queda en la mejor posición para ocultarla. No les daré la satisfacción de burlarse de mí de nuevo. Ya no más.
Escucho un golpe en la puerta, puede que sea papá y haya olvidado sus llaves. Mamá se levanta y avisa que en unos minutos servirá café, té o chocolate caliente. Puede que este clima no sea tan frio pero esta familia ama las bebidas calientes.
Mamá abre la puerta mientras se ríe por algo que mi tía Lara dijo, del otro lado no está papá. Está Sky con una caja pequeña, como si llevara un pastel ahí adentro. Está sonriendo.
— ¡Sky! —Mamá lo toma del brazo—. Pasa hijo, que gusto verte por aquí, ¿Necesitabas algo?
Sky asiente, está vestido con una camisa blanca y un pantalón caqui. —Buenas tardes —saluda a mi familia que bajó el volumen de su voz y ahora la música navideña es lo único que se escucha—. Solo pensé en traerles esto, es un pastel de moras con fresas, muy deliciosos.
Mamá asiente agradecida. —Muchas gracias Sky, ¿Por qué no te quedas un rato? La familia vino de visita, bueno, una parte de nuestra amplia familia.
Sky me mira y me muestra una sonrisa, creo que es su plan para sacarme de aquí. —Me parece una gran idea, muchas gracias —responde viendo a mamá—. ¿Necesita ayuda con algo?
Mamá toma el pastel. —No querido, estamos bien, tu solo siéntate y que Petal te presente a la familia.
Yo frunzo el ceño pero no digo nada. Mamá avisa que irá a dejar el pastel y que nos llamará a la mesa para ir a tomar lo que escojamos. Sky se sienta a mi lado en el sofá, yo estaba en la esquina y a mi lado no había nadie. En el siguiente asiento solo estaban las bolsas de mis tías y algunos suéteres.
Sky me mira y se inclina para susurrar: —Hola.
No sé porque pero que Sky esté aquí me da un poco de tranquilidad pero también me tensa. Mi familia tiene la especialidad de humillarme y hacerme sentir mal, seguramente después de esta noche él no querrá hablarme de nuevo.
Pensará que soy una idiota.
—Hola —Carmen, mi prima dos años menor que yo, saluda. Ella es menor pero parece mucho más grande que yo, no solo por su apariencia física sino porque tiene un emprendimiento de ropa en línea bastante exitoso y ya consiguió comprarse un apartamento en una buena zona de la ciudad vecina—. Soy Carmen, ¿Cómo es que Petal te conoce?
Bajo la mirada, solo tengo que soportar esto por unas horas. —Petal y yo somos amigos —Sky responde con seguridad.
Leonard, el hermano de Carmen de diecisiete años, habla ahora: — ¿Amigo de Petal? —Casi escucho su risa ahogada en sus palabras—. Nunca había conocido a un amigo de Petal.
Sky se levanta del sofá, extiende sus brazos hacia los lados. —Pues mírame bien, un amigo de la grandiosa Petal de carne y hueso.
Alexandra, mi prima de veintisiete años suelta una risa. — ¿Asombrosa? —murmura, pero todos pudimos escucharla.
Sky vuelve a sentarse a mi lado. —Entonces, ¿Qué hacen ustedes para divertirse? He escuchado grandes cosas de esta familia, sus reuniones familiares y todo eso, ¿no deberían estar un poco más animados?
Mi tía Lara ríe. —Buen punto, me llamo Lara y estos son Alexandra y Peter, mis hijos. Te los presento ya que Petal es demasiado tímida para presentarnos con su amigo,
Sky levanta la mano. —Mucho gusto, soy Sky Bronx, un place conocerlos a todos —dice—. Que linda música tienen.
Mamá sale de la cocina y pide que pasemos al comedor para tomar algo y probar del pastel que Sky trajo. Cuando él se acerca a la puerta, se detiene frente a mi mamá y sonríe. —Disculpe, ¿Es posible que Petal me acompañe un rato a la casa de al lado? Necesitaba ayuda con mi árbol navideño y mi hermana salió con James, si no es posible lo entiendo.
Quizás es Sky y su forma de convencer a las personas porque mamá asiente. —Claro, vayan sin problema, te guardaré un pedazo de pastel Petal.
Tiro de mi cabello, mamá entra con los demás dejándonos aquí en silencio y escuchando la música que sigue reproduciéndose. Cuando era niña tenía un piano de plástico y buscaba en internet videos para aprender a tocar algunas melodías de forma simple. Me aprendí dos canciones de navidad y solía sentirme muy orgullosa de haberlo logrado.