Extraño Milagro De Navidad

11

No puedo dejar de preguntarle a Sky todo sobre su experiencia.

He visto muchas historias así, desde personas famosas que han estado a punto de morir, hasta personas que envían relatos anónimos a personas que crean ese contenido. No sé qué pensar pero me parece curioso como todos hablan sobre sentir paz cuando eso está sucediendo.

Me pregunto si yo sentiré eso, si estoy a punto de morir, ¿estaré en paz?

Sky no parece agobiado con mis preguntas, seguramente las ha respondido miles de veces. Esa historia es asombrosa, en especial la parte donde tiene todas esas pruebas de los doctores. Es una locura.

Ahora entiendo su personalidad, es como si él vio algo que el resto de nosotros no.

—Llegamos Petal White —Sky apaga el motor y me voltea a ver—. ¿Te sientes mejor ahora?

Asiento. —Sí, mucho mejor.

Sky me mira por varios segundos. Tiro de mi cabello para asegurarme que él no vea mi cicatriz, siento como si me faltara el aire por la forma en que me está viendo. Mi corazón se acelera un poco, es como si estuviera leyendo mi mente.

— ¿Qué pasa? —le pregunto nerviosa.

Sonríe de nuevo. —Nada, gracias por escucharme y por no pensar que estoy loco.

Sacudo la cabeza. —No estás loco, al menos no en esa parte.

Suelta una carcajada. — ¿Vamos al parque de diversiones mañana?

Asiento sintiéndome más cómoda con él. —Está bien pero no quiero subirme a esos juegos.

Levanta sus hombros. —Tranquila, vamos a los carritos chocones, ¿está bien?

Sonrío levemente. —Sí, está bien.

Sky suspira y toma la manecilla de su auto. —Bien, hora de irnos a nuestras casa.

Salgo del auto y él camina a mi lado, gracias a Sky no pasé la noche con un grupo de personas que me iban a lastimar de nuevo. Giro para ver la casa de mis padres y justo cuando estábamos afuera del auto de Sky, Gust salió de la casa. Mi cuerpo se tensó completamente, no sabía dónde ocultarme así que solo giré y me acerque a Sky.

—Ay, no —susurro.

— ¿Es él? —preguntó Sky.

Yo solo asentí y en ese momento, Sky me rodeó con sus brazos por la espalda y me acercó a su cuerpo, evitando que se me viera la cara. No creo haber estado de esta forma con ningún chico antes, nunca llegaron a acercarse lo suficiente conmigo.

—Ya se fue —susurró y luego me soltó.

Rápidamente acomodo mi cabello. —Gracias.

Sky se acerca, levanta la mano por encima de mi cabeza y mueve un mechón que seguramente quedó levantado. Tiro de mi cabello para que no mueva la parte que cubre la cicatriz, por suerte, no lo hizo. Solo bajó la mano y me mostró una sonrisa.

—Nos vemos, Petal —sacude la mano para despedirse.

Yo doy un paso hacia atrás. —Adiós Sky.

Coro a mi casa y abro la puerta sin necesidad de usar una llave. Cuando hay reuniones familiares mi madre la deja sin seguro. Entro y escucho risas al fondo, están comiendo y por suerte, mi presencia no es requerida con ellos.

Subo a mi habitación rápidamente, cierro la puerta y me dejo caer sobre la cama. Pienso en lo que hablamos con Sky, pienso en que él también dejó la universidad y como él también estuvo tan triste y roto que se quiso quitar la vida.

Toco mi cicatriz y cierro los ojos. Si yo fuera una persona normal, una chica segura y no rota, me gustaría salir con Sky. Sky es agradable, no es como nadie que he conocido antes y eso es algo muy bueno.

Pero sé que él solo está siendo amable y sé que después de un par de semanas nosotros no nos veremos nunca más. Sé que, aunque me agrade, no tengo que acostumbrarme a él. No voy a hacerlo, no puedo hacer eso.

Alguien llama a mi puerta y me levanto rápido, la abro para encontrarme con mamá.

No se ve muy feliz. — ¿Dónde estabas Petal?

—Ah… em, solo… salí un rato.

Ella frunce el ceño. —Baja a comer, ya se fueron algunos de tus primos pero todavía estamos comiendo y tu papá acaba de llegar.

Respiro profundo. —No tengo mucha hambre.

Niega. —No Petal, ven y come —toma mi mano—. Vamos hija, no lo hagas más difícil de lo que ya es.

Retiro mi mano. —Mamá, no tengo hambre.

Rueda los ojos. —Hija, ya no eres una niña, ya es momento que te comportes como una adulta —se cruza de brazos—. Tu sabes que te queremos pero mírate, Petal, ¿hasta cuándo piensas seguir así por la vida?

Claro, el momento de las confrontaciones ya ha llegado. —Solo déjame, mamá.

Niega molesta. —Petal, somos tus padres y te queremos pero es por eso que me preocupo por ti, ¿Qué harás cuando ya no estemos? ¿A dónde iras cuando necesites algo? Mira, Petal, el problema es que tienes que aprender a ser fuerte.

Bajo la mirada. —mamá, déjame dormir, estoy cansada.

Bufa. — ¿Cansada de qué? Petal, ¿Qué planeas hacer con tu vida? ¿Hasta cuándo seguirás así?

Aprieto mis puños. —Tranquila, ya pronto me voy a ir.

Ella niega. —No, no me importa que vivas aquí pero tienes que buscar un trabajo y no puedes renunciar de nuevo solo porque las cosas no son como tú quieres.

Ella no sabe nada.

—Mamá, solo vete por favor.

Suelta un suspiro y se va, yo cierro la puerta y presiono mi frente contra la puerta. Aunque me repito que no llore por esto, no puedo evitar hacerlo. Estoy cansada de fracasar, de ser un desperdicio de espacio. Ya no quiero estar aquí. En ninguna parte.

Me dejo caer sobre el suelo y me repito que pronto todo acabara. Pronto dejaré de arruinar todo. Pronto.

Me cubro la cara con las manos y sigo llorando hasta que todas las lágrimas dentro de mí se acaban. Por hoy, porque siempre regresan.

Siempre.



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En el texto hay: navidad, milagros, navidad y romance

Editado: 22.12.2022

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