—No hay nadie ahora —me susurra Sky.
No puedo creer que estoy haciendo este tipo de cosas, yo no soy así. Empujo la puerta con mi cuerpo y se abre, Sky y yo nos escabullirnos y cerramos la puerta. Ahora solo tenemos que subir veintiséis pisos.
—Bien, vamos —digo yo.
No sabía que tan mala estaba mi condición física hasta que íbamos por el piso diez y ya no estaba respirando como siempre, estoy sudando y mis muslos están calientes.
Sky se sienta en una escalera. —Un descanso, ven.
Miro hacia arriba, todo lo que nos falta y me dejo caer a su lado. — ¿Por qué no escogí algo más fácil? —respiro profundo—. O un edificio más pequeño.
—Estamos cerca, si nos rendimos ahora desperdiciaremos todo nuestro progreso —me dice.
Estiro las piernas y masajeo mis muslos. — ¿Si tuvieras un súper poder cual sería? —le pregunto mientras descansamos.
Sky levanta una ceja. —Oh, interesante pregunta. Me gustaría controlar el tiempo, ¿Y a ti?
—Invisibilidad —afirmo.
Me gustaría desaparecer del mundo sin hacerlo realmente. Me gustaría poder caminar sin miedo, vivir sin ocultarme. Ser yo, libremente.
Sky pasa la mano por su cabello descubriendo su frente. — ¿Quieres robar un banco?
Asiento. —Podríamos hacer eso también.
Él suelta una carcajada, el eco la hace sonar más fuerte. —En ese caso sí es más probable que vayamos a la cárcel.
Me levanto de nuevo y le hago una seña para que se levante. —Sigamos.
Sky lo hace y comenzamos a subir de nuevo. Él no está cansado como yo, comienza a cantar villancicos navideños y sube de dos en dos, cuando llega al cuadro de descanso me espera y antes que yo llegue, se adelanta al siguiente.
Vuelvo a tomar un descanso, Sky se sienta a mi lado y señala un número en la pared sobre una puerta metálica. —Mira, estamos en el piso veinticuatro, solo nos quedan dos.
—No creo que quiera llegar al veintiséis —afirmo.
Entorna los ojos. — ¿De verdad? ¿Todo lo que subimos para nada? —Niega y estira sus manos hacia mí después de pararse—. Ven, te cargaré si es necesario.
Me levanto y respiro profundo. —No, no me cargues. Ya voy.
Sky ríe, él también está sudando un poco aunque tiene la ventaja de no tener el cabello en la cara, yo me siento en un sauna. —Vamos lento, ¿sí?
Subimos poco a poco, respiro profundo y pienso en que debí traer una botella con agua. Tengo la garganta seca. Lo sé, tal vez esto no es nada para las personas normales pero yo no hago nada de ejercicio, eso debería cambiar.
—Petal, ¿Cuándo es tu cumpleaños? —me pregunta Sky, ahora solo nos falta un piso y llegaremos a la azotea.
Me ayudo con el pasamano y sigo subiendo, mis piernas ya no resisten. —El veintisiete de diciembre.
Sky ríe. — ¿De verdad? Entonces será pronto, ¿no?
Asiento. —Sí, pronto.
Él toma mi brazo y me ayuda a subir, aunque ya no se ve tan energético como hace unos pisos, aún tiene fuerza para ayudarme. —Vamos a celebrar, ¿sí? Te compraré un regalo, ¿Qué quieres?
Bajo la mirada. —No me compres nada.
—Claro que sí —afirma—. Mi cumpleaños es en febrero, el veintinueve, ¿puedes creerlo? Eso significa que eres unas semanas mayor. ¿Qué tienes planeado hacer?
Trago saliva con dificultad. —Nada… no haré nada especial.
Cuando llegamos al descanso él intenta avanzar pero yo lo detengo. — ¿Qué pasa?
Lamo mis labios. — ¿Te puedo pedir un favor?
Asiente. — ¿Qué pasa?
Bajo la mirada. —Um… solo, el día de mi cumpleaños pregunta por una libreta rosada, ¿sí?
Entorna sus ojos. — ¿Qué te pregunte a ti?
No le respondo inmediatamente, solo sonrío un poco. —sí… pregúntame por la libreta rosada. Ya lo entenderás.
Levanta sus hombros. —Bien —muestra sus dientes cuando sonríe—. Ahora sigamos.
Suspiro y avanzo diez escalones más. Cuando llegamos lucho para no tirarme al suelo y dormir, esto es una locura. Sky toma la puerta metálica y hace una mueca. — ¿Y si no está abierta?
Entonces habrá sido una pérdida de tiempo. —Bueno, no hay nada que hacer.
Sky toma la manecilla y la baja. La puerta hace un sonido y se abre, ¡Si se abrió! Ambos sonreímos aliviados de no haber subido todo esto por nada. Sky empuja la puerta y el sol me hace entrecerrar los ojos. Cuando me ajusto a la luz, no puedo evitar sonreír.
—Vaya —suelta Sky caminando al centro de la azotea.
Hay varios tubos metálicos y tanques de agua grandes. Pero quitando todo lo rustico, la vista es impresionante, mi estómago se retuerce al ver todo esto. Ni siquiera cuando nos subimos al Precipicio se veía todo esto.
El sol toca mi rostro y el viento fresco me ayuda a sentirme mejor después de todo ese esfuerzo físico. Estoy moviendo mi vista desde el cielo hasta los edificios, hay tanto que ver cuando te encuentras en esta altura.
Los ruidosos autos no son más que un murmullo y pareciera que estamos viendo todo desde otro mundo. Levanto mis ojos inclinando mi cabeza hacia atrás, algunas aves pasan volando lejos, me pregunto qué tan alto pueden llegar.
— ¡Saludos cordiales desde la tierra, amigos interplanetarios! —Sky grita y yo volteo a verlo.
— ¡Sky! —Abro mis ojos—. Te van a escuchar.
Levanta las manos. — ¿No es ese el punto? ¡Vamos a gritar!
Siento algo parecido a cosquillas en mi estómago. —Lo sé pero…
Sky camina hacia mi sonríe. —Vamos Petal, ¿Qué quieres gritar?
Pues muchas cosas, quiero demandar respuestas y quiero desear ser feliz. No puedo decir nada de eso con él aquí, entonces miro de nuevo hacia el cielo y grito: — ¡Quiero saber de qué es el tatuaje de Sky!
Sky ríe. — ¿De verdad? Bien, te lo enseñaré —saca el teléfono de su bolsillo y me muestra algo. Tengo que cubrirlo para ver la fotografía de su tobillo, es algo como un rectángulo doblado, me acerco un poco más y finalmente reconozco qué es.