Es sábado.
No sé qué tan bien resulte el plan de Sky sobre ser mi cita navideña falsa pero al menos no estaré sola. No esperaba ver a Gust de nuevo, en especial porque donde nos conocimos es a tres horas de distancia y esta ciudad no es muy llamativa para visitar.
Parece una gran burla del universo, James es el vecino de mis padres y Gust está saliendo con mi prima. Los únicos dos chicos que me han gustado están de nuevo en mi vida pero no de la mejor manera.
Mamá me ha pedido que la ayude con la comida y eso he estado haciendo toda la mañana. Cuando termino de colocar la mesa me siento en una mesa y tomo un pedazo de piña picada, parte de la famosa ensalada agridulce de mamá.
—Petal, hola —es papá.
Suspiro. Ya no hay forma de ocultarme, de escapar y de huir. —Hola papá.
Se siena frente a mí, cruza los brazos y yo bajo la mirada al mantel rojo. —No puedo creer que llevas días aquí y no hemos hablado en absoluto.
No contesto nada.
— ¿Cómo es eso de tu trabajo? Tu mamá no me dio todos los detalles —ni siquiera a mamá le expliqué por qué renuncié.
Tengo que fingir, de todos modos me iré pronto. —Um… nada, recorte de personal pero ya estoy enviando solicitudes.
Mamá entra a la habitación en ese momento. — ¿De verdad? —Coloca sus manos sobre mis hombros—. ¡Eso es asombroso! ¿Por qué no me dijiste nada? Me alegra que estés finalmente tomando las riendas de tu vida.
Papá gruñe. —Sería más fácil si tuviera un título universitario.
Tiro de mi cabello. — ¿Por qué no consideras regresar a la universidad, Petal? —Mamá habla—. Ya llevas algo avanzado.
Ellos no lo entienden. No saben lo que es estar sentada alrededor de personas que son mejores que tú. Que no importa cuánto leas o lo intentes, nunca lo haces bien.
Cuando inicié la carrera estaba entusiasmada y al comienzo me iba bien pero después era como si todos hablaran un idioma que yo no entendería. No renuncié por perezosa, es porque no me sentía nada más que insuficiente y miserable.
Tome clases extras, compré muchos libros y los leí todos, buscaba información en internet pero al momento de resolver casos yo nunca logré ver las cosas como los demás. Pensaba que tenía las respuestas correctas y luego descubría que no.
—Lo pensaré —respondo solo para dejar este tema.
Papá suspira. —Y si no regresas al menos deberías intentar conseguir un novio y casarte, ¿Qué vas a hacer cuando crezcas? ¿Crees que siempre vivirás de esta forma?
Muerdo mi labio. —Voy a intentar regresar —miento.
—Intentar —repite—. Ojala fueras como tu hermano.
De nuevo quiero llorar pero no hay tiempo para esto. —Sí, ojala —susurro.
Diez minutos después empezaron a llegar mis familiares. Yo no quería llamar a Sky porque tal vez se había arrepentido. No lo culpo. Poco a poco la casa se llena de voces, risas y conversaciones de las cuales yo no soy parte.
Finalmente llegan ellos. Mi prima Carmen y Gust entran de la mano. La vez pasada no lo vi bien, ahora ame fijo que tiene un poco de bigote y su cabello está más largo que como lo usaba antes.
Quiero correr de nuevo pero sé que no debo hacerlo. Esto es humillante. Carmen le presenta a todos y él saluda a mi familia con una sonrisa. Yo solo bajo la mirada, esperando que no me reconozca.
Carmen gira y está a punto de acercarse conmigo. Yo tiro de mi cabello al mismo tiempo que alguien abre la puerta. — ¡Feliz casi navidad! —afirma la persona que acaba de entrar.
Giramos para ver a Sky con un suéter de esos que compramos cuando fuimos a la tienda. Tiene entre las manos un frasco decorado con un listón rojo y verde, dentro de él hay galletas.
Mamá se acerca sonriendo. — ¿Sky? Vaya, gracias.
Sky le entrega el frasco y me señala. —Vine porque Petal me invitó, soy su cita.
— ¿Cita? —pregunta Carmen con escepticismo.
Sky se acerca a mí, toma mi mano y besa mi mejilla. —Sí, estamos saliendo.
Siento un cosquilleo en mi mejilla y mi corazón se acelera un poco.
Yo lo miro pero no digo nada, no sé qué decir. Mis primos, tíos y padres me miran confundidos. Creo que el hecho que yo “salga” con alguien es tan improbable como ver el sol de noche.
Gust me mira con los ojos abiertos. — ¿Petal?
Carmen entorna los ojos. — ¿La conoces?
Yo miro a Sky de nuevo, mi mente está en blanco. —Bueno, solo… algo así —responde Gust—. En la universidad.
Mi tía Jackie ríe. —En los dos minutos que Petal estuvo en la universidad.
Bajo la cabeza.
— ¿Por qué te fuiste? —Pregunta Gust—. ¿No te graduaste?
Ahora es Kyle, mi primo, quien suelta uno de esos tontos comentarios. —Claramente no.
Recuerdo cuando me preguntaron sobre la carrera la última navidad que la pasé con todos aquí. Yo les avisé que había dejado la universidad y les expliqué que no era para mí, pensé erróneamente que me comprenderías pero fue un error. Me hicieron sentir como una fracasada.
Sky aprieta mi mano, preferiría estar en cualquier parte en lugar de aquí.
—Bueno, ya que estamos todos pasemos a comer —mamá pide.
Mi familia comienza a moverse a la mesa ero mis pies se han quedado clavados al suelo. De nuevo siento la sensación de lágrimas acumulándose en mí, tengo que calmarme.
—Petal —Sky habla suavemente—. Tranquila, estoy contigo.
Lo miro y ahora quiero llorar más. —Perdón por hacer esto…
Sky niega. —Estoy bien, vamos a comer.
No tengo hambre. —Supongo.
—Entonces, ¿Desde cuándo están saliendo? —pregunta papá a Sky.
Yo muerdo mi labio, Sky no se ve nada tenso como yo. —Hace unos días, nos acabamos de conocer pero ella se robó mi corazón.
Carmen bufa. — ¿De verdad? Y, ¿Por qué?
Sky coloca su mano sobre mi hombro. —Porque Petal es divertida y asombrosa.