Extraño Milagro De Navidad

22

SKY

—En ti —Petal responde.

Mi corazón da un salto pero intento lucir tranquilo. — ¿Piensas en mí? —solo quisiera acércame más a ella.

Hunde su rostro en el colchón. —Eres molesto pero me agradas, más que nadie antes. Ojala nos hubiéramos conocido antes.

Coloca una mano sobre su hombro para intentar moverla. —Pero nos conocemos ahora.

—Sky —sigue oculta—. Te voy a extrañar mucho.

Niego, me acerco un poco. —No vas a extrañarme porque estaremos cerca.

—Quiero abrazarte, ¿Puedo hacerlo? —pregunta sin verme.

Yo me acerco a ella y la acerco a mí. Coloco mi cabeza sobre la suya, ella se recuesta sobre mi pecho y cierro los ojos. Esto es perfecto. Ella lo es. Tal vez estoy dejando que mis sentimientos vayan demasiado rápido pero no me importa, me gusta mucho Petal y solo quiero estar a su lado.

Su cabello huele a fresas y moras, es suave y me permito sentir este momento.

Cuando me mudé temporalmente con mi hermana y su esposo James no esperaba nada más. Estaba feliz de estar más cerca del asilo, la iglesia y los niños del orfanato pero no esperaba conocer a nadie, solo estoy de paso.

Pero ella apareció. Petal, quien desde que la vi pensé que era linda y luego me intrigó su personalidad. Al comienzo solo quería ser su amigo, solo iba a estar con ella y nada más. Pero es difícil no sentir algo cuando su sonrisa es hermosa, sus ojos son encantadores y está llena de sorpresas.

Aún hay mucho de Petal que no sé pero no la estoy presionando, quiero que vayamos tan lento como ella desee, en cada aspecto.

Tomo su mano y acaricio el dorso con mi pulgar, ella se acurruca más cerca de mí haciendo que mi corazón lata más rápido. Estoy sonriendo como un bobo, como un tonto adolescente enamorado.

— ¿No querías ir por regalos? —pregunta ella.

Niego. —Me gusta esto.

Escucho su risa. —Sky, vamos —intenta levantarse pero la acerco con mi mano detrás de su espalda.

—Quédate un rato más, tus abrazos son reconfortantes —afirmo.

Ella se relaja. —Si alguien entra ahora…

—Dijiste que estabas sola —le recuerdo.

Escucho su risa. —Pero aun así, podrían entrar.

Sigo acariciando su mano. —No me importa, no estamos haciendo nada malo técnicamente estamos saliendo, ¿no? Somos una pareja falsa.

Petal se levanta de pronto, se acomoda en la cama y peina su cabello. —Ya vámonos Sky.

Yo aún estoy acostado, deseando que ese momento no hubiera acabado. —Bien, ya voy —me levanto también—. Vamos a comer, tengo hambre.

Salimos de su habitación y bajamos las escaleras, ella toma sus cosas y abre la puerta para que salgamos. Paso a un lado de ella y cuando ambos estamos afuera, cierra la puerta con la llave que después guarda en su bolsa.

— ¿A dónde vamos? —me pregunta.

—Primero a las crepas con malvaviscos, luego al centro comercial, ¿está bien?

Asiente. —Claro, vámonos chico de las nubes.

Suelto una carcajada cuando abro mi puerta para entrar. —Gracias niña de las flores.

 

— ¿Qué hay de esto? —Levanto un adorno de elefantes—. A mi hermana le gustan.

Petal lo estudia. —Pues podría funcionar pero, ¿Qué tanto le gustaría? Digo, ¿no hay algo más que quisiera tener?

Lo dejo en su lugar. —No sé, ella se puede comprar lo que quiera —miro hacia el lado derecho—. Tal vez debería comprarle ropa o algo así, calcetas. Eso le daré.

Petal eleva una ceja. — ¿Calcetas? Digo, claro, yo apreciaría eso pero estás seguro, ¿calcetas?

Paso la mano por mi cabello. —No sé, siempre le he regalado certificados de regalo o comida, soy malo para esto.

—Podrías comprarle algo que le sirva para su casa, aun si dices que puede comprarse lo que quiera, sé que estará agradecida contigo.

Señalo hacia atrás. —Entonces vamos a la sección de cocina, le compraré una wafflera, siempre habla de waffles pero se le descompuso la que tenía.

Asiente. — ¿Lo ves? Un buen regalo.

Entorno los ojos. —Algo me dice que James se la dará pero bueno, la intención es lo que cuenta, ¿no?

—Vamos hacia allá —le pido.

Me gusta dar regalos pero pensar en qué darle a alguien que no tiene un gusto particular es difícil. Al menos sé que a mamá le gustan las bolsas y a papá las corbatas, pero mi hermana siempre es complicada.

Cuando terminan de empacar la caja, le doy un empujón con mi cuerpo a Petal. —Ahora vamos a comprarte tu regalo, ¿sí?

Junta sus cejas. — ¿Mi regalo? —mira alrededor—. No tienes que darme nada.

Caminar entre los pasillos se vuelve más y más complicado. A pocos días de la navidad las personas, como yo, están haciendo compras de último minuto. Mi escusa es que suelen haber descuentos, como la wafflera de mi hermana. Treinta por ciento de descuento.

Ahora salimos de esa tienda y escuchamos la música navideña con trompetas. —Quieres calcetas, ¿no? —Las personas pasan rápido con varias bolsas en sus manos, yo estiro mi  mano sin pensarlo para evitar que una mujer con cinco bolsas la golpee, tiro de su mano—. Cuidado.

Me da una mirada. —Sky, no me compres nada.

Se me acaba de ocurrir algo. —Tengo una mejor idea —sonrío—. Pero vámonos del centro comercial, hay muchas personas.

Ella se encoje de hombros. —Casi es navidad, siempre es así.

Bajamos por las escaleras eléctricas. —Lo sé, ¿Qué sería de estas épocas sin las personas gastando dinero?

Cuando estamos en el primer nivel Petal mira el árbol grande en el centro, alrededor hay un tren que avanza sin parar, con cajas de colores en él. Ella lo mira sonriendo.

—Tengo una idea —tomo su brazo para acercarla—. Te tomaré una fotografía.

Ella rápidamente niega. —No, odio las fotos.

— ¿Por qué? Eres… —me detengo—, fotogénica, ponte ahí.

Arruga su nariz. —No Sky, me siento rara y hay personas aquí.

La señalo. —Entonces tomate una fotografía conmigo —y ahora tengo otra idea—. Ven, vamos frente al árbol.



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En el texto hay: navidad, milagros, navidad y romance

Editado: 22.12.2022

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