En la madrugada, Tom se despierta al escuchar un fuerte ruido en su cocina, se apura para ir a revisar la cocina.
—¿Mamá eres tú?—dice mientras mira hacia la cocina, sin obtener ninguna respuesta. Tom sigue caminando en busca del ruido.
—¿Mamá?—pero sus palabras se ahogan en el silencio de la casa, sin pensar mucho más en el ruido, se dispone a seguir durmiendo.
10/01/2019
Luego de algunas horas, el teléfono de Tom comienza a sonar, una y otra vez, hasta que Tom se despierta y contesta la llamada del número desconocido.
—¿Hola, con quién hablo?— dice Tom con una voz ronca.
—¿Tom, donde estás?— responde la desconocida.
—¿Quién eres?— pregunta confundido.
—¿Sigues dormido Tom?, te dije que hoy regresaba, ¡Te estoy esperando en el aeropuerto!— la desconocida expresa con firmeza.
Al escuchar esto, Tom recuerda que su hermana Tatiana, que regresaba al país hoy, y él, tenía que ir por ella.
—Lo siento, ya voy en camino— respondió mientras se arreglaba para salir.
Tom se había olvidado por completo de la llegada de su hermana, estaba muy concentrado en lo que le pasaba a Laura, pero dejando eso de lado, Tom salió apurado a buscar a su hermana.
Luego de algunos minutos, finalmente Tom llegó al aeropuerto, con el cabello revuelto y la chaqueta mal puesta. Caminó por los pasillos hasta divisar una figura familiar con una maleta roja y gafas oscuras.
—¡Tom!, pensé que me habías olvidado de verdad —dijo Tatiana, cruzándose de brazos.
—No fue intencional… anoche, no dormí muy bien —respondió Tom mientras tomaba su maleta.
—¿Otra vez con eso de los ruidos en la casa? ¿O estuviste soñando con Laura?—preguntó con tono sarcástico, pero suave.
Tom se quedó callado. No esperaba que su hermana soltara ese nombre tan rápido, como si supiera exactamente qué le había estado rondando la cabeza.
—No tienes que decir nada, mamá me lo contó todo por mensajes… Que estás raro, distante… y obsesionado con esa chica —agregó ella mientras salían del aeropuerto.
—No estoy obsesionado—dijo Tom, algo molesto.
—Claro que no… solo fuiste a verla al lago, y desapareces cada vez que alguien la menciona —responde Tatiana mientras sonríe de lado.
—No es tan simple… hay cosas que ustedes no entienden —responde Tom, bajando la mirada.
—Entonces explícamelo —ella insiste, mientras caminan hacia el auto— Te conozco, Tom. Estás metido en algo raro, ¿Tiene que ver con esa Laura?— agrego ella
Tom duda. Abre la puerta del auto y mete las maletas sin decir nada. Tatiana se le queda mirando, esperando una respuesta.
—No lo sé… pero hay algo en ella que no logro descifrar —responde finalmente.
—¿Algo como qué? ¿Algo malo? —pregunta con el ceño fruncido.
—No lo sé... a veces siento que Laura me dice mucho sin decir nada. Como si sus palabras tuvieran otro significado oculto. Y lo del lago... ese lugar tiene algo raro.
Tatiana se sube al auto en silencio, lo observa de reojo durante el trayecto, con una mezcla de preocupación y curiosidad.
—¿Y piensas seguir viéndola? —pregunta finalmente.
—No lo sé. Parte de mí quiere alejarse… pero otra parte siente que si lo hago, voy a perder algo importante. Algo que aún no comprendo.
—Bueno, no me gusta esa chica, ni lo que está causando en ti, pero si vas a seguir con esto, al menos quiero estar cerca por si algo pasa. Ya sabes, alguien tiene que salvarte si terminas en una situación desafortunada.
Tom sonríe levemente, agradecido.
—Gracias, Tatiana… De verdad.
Ella asiente y enciende la radio del auto. Una vieja canción suena mientras ambos se pierden entre el tráfico, con más dudas que certezas, pero por primera vez en días, Tom siente que no está solo.
Mientras avanzaban por la autopista, Tatiana rompió el silencio de nuevo.
—¿Sabes qué fue lo que más me molestó cuando mamá me escribió? No era que estuvieras distante. Es que tú siempre has sido así… pero nunca habías mentido antes.
Tom frunció el ceño.
—¿Qué dices?
—No me mientas, Tom. Dijiste que ibas a dormir temprano, pero estuviste fuera hasta la madrugada. Mamá vio que tu ventana seguía abierta cuando ya era de día.
Él no respondió. Recordó claramente el momento en que regresó del lago con Laura días atrás, cuando todo parecía una escena sacada de una historia.
—¿Dónde estuviste esa noche? —insistió Tatiana.
—En el lago… con Laura.
—¿Y qué hacían ahí? —preguntó, aunque su voz ahora mostraba menos enojo y más miedo.
—Ella me habló de una historia. De unos niños que murieron ahí. Del reflejo del lago. Y me pidió que la acompañara para ver algo que “solo aparece a medianoche”.
Tatiana puso los ojos en blanco, pero no dijo nada más. El silencio llenó el auto.
Unos minutos después, Tom habló de nuevo.
—No sé por qué fui… Pero cuando estoy con ella, siento que hay algo que debo entender. Como si todo esto no fuera solo una coincidencia.
Tatiana lo miró por última vez antes de centrar su atención en la carretera. Sus dedos jugaron con el botón del volumen de la radio.
—Prométeme que no irás solo otra vez —dijo.
Tom dudó, pero terminó asintiendo.
—Lo prometo.
Pero en el fondo, ambos sabían que no sería tan fácil cumplirlo.
Minutos más tarde, ya en casa, Tatiana se sentó en el sofá del salón mientras Tom calentaba café en la cocina. El silencio se instaló entre ellos, cargado de pensamientos que ninguno se atrevía a poner en voz alta.
—¿Sigues sin dormir bien? —preguntó Tatiana desde el sofá.