Capítulo 13 VIDA ORDINARIA MATEO

La vida de Matvey parecía mejorar. Apareció el dinero y conocer gente influyente se convirtió en parte de su día a día. Pero, a pesar de su éxito, no sucumbió al estrellato. Matvey no cambió sus principios, no se permitió el orgullo ni el exceso, y en general presumió de sus logros. Cada día era igual a otro: la mañana comenzaba con tres kilómetros de carrera a campo traviesa y un calentamiento, y por la tarde, el entrenamiento. La vida era estricta y disciplinada.

Desayuno, almuerzo, cena: todo seguía su horario. Todo esto se convirtió en parte de su hábito, en su ritmo de vida habitual. El deporte, la carrera, la educación superior: esas eran sus prioridades.

"Dios te libre del alcohol y los cigarrillos", pensó Matvey, recordando cómo los entrenadores repetían constantemente esta frase. "No verás victorias como las que tienes si te desvías de este camino, aunque sea una sola vez".

Los fines de semana, Matvey se permitía un poco de descanso: discoteca, chicas, pero ni siquiera allí había espacio para una relación seria. Las relaciones eran más bien entretenimiento. Una carrera deportiva y planes de futuro no le permitían ni siquiera soñar con nada más.

"Y en fin, podrías quedarte en el pueblo. Un tractor, un huerto, cerdos, una mujer, hijos. Pero quiero algo más", pensó Matvey, recordando la posibilidad de una vida sencilla en el pueblo.

Sin embargo, a pesar de su objetivo claramente definido, Matvey no estaba completamente desprovisto de sentimientos humanos. También había un amor tierno y verdadero en su vida.

Apareció inesperadamente. Natalia. Se conocieron en una discoteca, donde Matvey, como siempre, pasaba su tiempo libre. Era una chica guapa que inmediatamente le llamó la atención. Este fue el comienzo de su relación, aunque Matvey no se dio cuenta de inmediato de que se convertiría en una parte importante de su vida.

Sin embargo, las cosas no siempre fueron tan tranquilas. Una noche, después de una discoteca, Matvey caminaba hacia casa cuando de repente oyó una conversación en el parque. Eran las voces de varios chicos, que discutían algo malicioso, y Matvey se dio cuenta de que algo andaba mal.

"¿Qué van a hacer?...", pensó Matvey, y se dirigió rápidamente hacia donde provenían las voces. Al llegar, vio a dos lugareños, Vadim y Petro, con Natalia. Llevaban botellas de alcohol en las manos, y Natalia parecía asustada, intentando zafarse.

"Oigan, ¿están locos?", exclamó Matvey con brusquedad, acercándose a ellos. Su voz era severa y autoritaria, y su mirada, inflexible. Se interpuso entre los chicos y Natalia, como indicando que todo esto terminaría allí mismo.

"¡Fuera de aquí, Matvey! Esto no es asunto tuyo", intentó decir Vadim, pero Matvey ya estaba haciendo sus movimientos. Sabía que ya no había tiempo para las palabras.

Un recto de derecha, una patada lateral de izquierda, y Petra fue derribada a un lado. Un uppercut de izquierda, y Vadim se encontró en el suelo, como un zombi, con el labio roto y la mirada perdida.

"Si te veo intentando hacer algo así de nuevo, no solo te castigaré, sino que también te haré rendir cuentas ante la ley. ¡Porque lo que vas a hacer es un delito!", dijo Matvey con vehemencia, mirando a los chicos.

Natalia, que ya se estaba recuperando del susto en ese momento, agradeció a Matvey su ayuda.

"Eres... eres un verdadero caballero", dijo, mirándolo con preocupación, pero a la vez con admiración.

Matvey se limitó a sonreír.

—Esto no es heroísmo, Natalia. Es simplemente lo que tenía que hacer —respondió.

Con este acto, Matvey no solo salvó a la chica, sino que también salvó a sus amigos de graves problemas. Vadim y Petro habrían estado entre rejas de no ser por él. Pero para él, esto no era un problema. Cumplía con su trabajo, como siempre: con sencillez y sin buscar la fama.

Natalia se convirtió más tarde en una parte importante de su vida, pero Matvey, como antes, estaba centrado en su carrera y sus logros deportivos. Y aunque las relaciones románticas ocuparon un lugar en su corazón, no interfirieron en su camino.