Extraordinario en la vida ordinaria

Capítulo 16 Nueva vida

Matviy se graduó de la escuela, y esta etapa de su vida había terminado. Dmitry Stepanovich, el director de la escuela, cumplió su promesa y lo remitió al Instituto de Ingenieros de Gestión Hídrica de Rivne. «Ánimo», le dijo Dmitry Stepanovich, entregándole los documentos. «Este no es el final, sino solo el principio». «Rivne te espera. Y después de graduarte del instituto, tu escuela natal, donde enseñarás».

Matviy sonrió, prometiéndole que no lo decepcionaría. Sabía que tenía la oportunidad de seguir adelante. Y así, cuando el tren se dirigió a Rivne, sintió que estos cambios no eran solo una nueva página, sino un nuevo libro en su vida.

Al llegar a Rivne, todo salió de maravilla. Le proporcionaron una habitación en una residencia y el autobús le dio dinero para comida. Con sus primeros pasos en una nueva etapa de la vida, Matviy se sintió seguro. El instituto lo recibió no solo como estudiante, sino también como un atleta cuyos logros ya habían dejado huella en su reputación.

"¡Eres una celebridad aquí, Matvey!", bromeó uno de sus compañeros al enterarse de sus logros. "¡La Espartaquiada de Escuelas Técnicas Vocacionales de Ucrania es seria!".

"No tanto", respondió Matvey con una sonrisa pícara. "Solo me mantenía al día con los demás. Pero tú también vas por delante en todo".

Pronto comenzó la vida estudiantil, que era muy diferente a la escolar. Los días empezaban con una carrera y un calentamiento. Cada mañana se caracterizaba por el cuidado del cuerpo, ya que el deporte requería una preparación constante. Luego, un baño rápido, afeitado, desayuno y... estudio. Matvey no podía decir que los atletas no necesitan estudiar, porque su día consistía en todo: entrenamiento, preparación para las clases y trabajos finales.

Una vez, durante un entrenamiento, el entrenador, acercándose a él, le comentó:

—Mira, Matvey, si no te olvidas del recorrido mientras corres, te doy un punto a favor. El decano te mira con respeto, ve que todo te va bien.

Matvey se rió. Sabía que el deporte le daba cierta ventaja. El decano tuvo que negociar con los profesores para que prestaran más atención a los atletas. E incluso si esto significaba clases individuales adicionales, Matvey no se sentía incómodo, porque estudiar le resultaba fácil.

—Así son allí —dijo su compañero Vitaly en tono de broma—, como: «Eres un campeón, así que escribir un proyecto de curso no es un problema para ti».

—¡Exactamente! —asintió Matvey—. Pero no es así, ¿sabes? Simplemente lo tomas y lo haces. La decisión es tuya.

La vida estaba saturada de acontecimientos, pero Matvey sentía que todo estaba en sus manos. Entrenaba, estudiaba y tenía tiempo para conocer gente nueva. No solo era apreciado por sus logros deportivos, sino que también empezó a ser respetado como un estudiante que no era indiferente a sus estudios.

Pronto, Matvey empezó a ganar en competiciones de toda la Unión. Esto, por supuesto, aumentó la autoridad del instituto, ya que no solo era participante, sino también ganador. Gracias a esto, empezó a recibir una beca doble: noventa rublos, y el entrenador también le dio ochenta rublos adicionales para cubrir los gastos deportivos, es decir, comida y ropa deportiva.

Una vez, sentado en un café estudiantil, donde solía pasar tiempo con amigos, Matvey dijo:

—No tenía ni idea de que esto fuera posible. Y la residencia, el entrenamiento y la beca... Y estudiar se vuelve más interesante cuando sabes que hay apoyo.

—Este es tu mérito, Matvey —le respondió Vitaly—. Te mereces estas oportunidades.

Matvey miró por la ventana, sintiendo que su vida cobraba un nuevo sentido. Ya no sentía el dolor de la traición que había experimentado antes. Ahora tenía una nueva meta, nuevas oportunidades. No iba a ser solo un atleta; estaba listo para ser real, para lograr todo lo que deseaba con trabajo constante y perseverancia. Y al mismo tiempo, intentó ser mucho más modesto; ese era el lema de vida de Matvey.




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