20 años antes de que Ossian y Castel se conocieran...
CUPIDO.
Este es un relato dramático, triste y lleno de aventura, que se desarrolló tiempo atrás en Bedland. El mismo año en que Castel fue abandonado en uno de los muchos orfanatos del reino. La noche en que Ossian se preparaba para dormir en su cómoda cama, mientras su nana le leía un hermoso cuento de fantasía, y Dina, siendo una niña curiosa, miraba el cielo nocturno a través de su ventana, ansiando saber lo que había más allá de Sundale.
Por aquel entonces, Tiberia y yo ya llevábamos más de una década en el reino. Sus habilidades mágicas habían aumentado gracias a las enseñanzas de Jadis, la buena amiga de nuestra madre, y quien nos había acogido hasta que yo cumplí 22, y logré conseguir un empleo que lograba permitirme pagar el alquiler, y alimento para mí y para mi hermana. Aunque claro, de vez en cuando me veía forzado a tocar en algunos bares, para obtener unidades extras por si se presentaba alguna emergencia.
Antes de que el causante de que mi hermana pasara 20 años de su vida recluida en el pantano, se diera a conocer, nuestra vida era relativamente tranquila. Sí, quizás de vez en cuando Tiberia provocaba uno que otro pequeño accidente. Como cuando le prendió fuego al pequeño sillón en su habitación, y casi nos echan de la posada, o la vez en que su poder se agotó a mitad de un hechizo de transformación y su ojo izquierdo adquirió un tono violeta. Por lo que se vio obligada a usar un parche toda una semana, hasta que su pupila regresó a su tono natural. La cuestión era, que no nos habíamos visto envueltos en situaciones excesivamente peligrosas o que nos fueran imposibles de controlar, hasta un par de meses antes de que ella cumpliera 19.
Tiberia y yo visitábamos una vez por semana a Jadis, y aquella tarde no fue la excepción. Recién salía del trabajo, y mi hermana me esperaba cerca de la tienda de antigüedades para que pudiéramos ir a la casa de quien por aquel entonces considerábamos nuestra única familia en Bedland. Faltaba poco para que el sol se ocultara, así que nos apresuramos para ir hasta las torres abandonadas, tras las cuales se encontraba el hogar de Jadis. Esa zona estaba casi desierta. De todas las casas que se encontraban en ese lugar, solo unas cuantas aún tenían residentes, y se debía al terrible olor que producía el lago a donde iban a parar los desechos del resto del reino. A Jadis aquello no le molestaba, pues gracias a sus habilidades mágicas, su casa siempre olía a canela y azúcar.
Habíamos dejado atrás la primera de las torres, y estábamos por continuar nuestro camino. Cuando Tiberia se detuvo repentinamente y se llevó una mano al pecho, después desvió la vista hasta el pequeño callejón que separaba ambas estructuras.
—¿Qué te sucede?—pregunté frunciendo el ceño, sin entender el cambio de actitud de mi hermana.
—Algo pasa —respondió mirando hacia el pasadizo oscuro.—Hay un olor desagradable que no logro identificar.
—Hay muchos en realidad—respondí impaciente, pues queria llegar con Jadis cuanto antes para no tener que seguir inhalando tanta suciedad, además aquella zona era la más peligrosa de Bedland, pues muchos criminales la usaban para ajustar cuentas.—Y estoy seguro de que la mayoría son heces—añadí arrugando la nariz.
—No me refiero a eso —respondió con molestia—. Además, siento algo extraño en el pecho, como cuando utilizo mi magia.
—Bueno, no creo que sea buena idea que vayamos a ese lugar, así que si eso estás pensando, temo decirte que no lo haremos —dije con firmeza.
Sabía que, aunque fuera un adulto, eso no aseguraba que saliéramos ilesos si algún maleante decidía atacarnos.
—Bien, entonces yo iré, y tu espera aquí —dijo Tiberia comenzando a caminar.
—¿Algún día harás caso a lo que te diga?—cuestioné, a modo de regaño, siguiendo a mi hermana hacia la oscuridad—¿De qué sirve ser el mayor si nunca seguirás mis órdenes cuando intento alejarte del peligro?
—Tu rol, como mi hermano mayor, es acompañarme cuando algo parece peligroso, no alejarme de lo interesante y divertido —debatió.
—Solo tú encontrarías divertido o interesante adentrarte en un lugar como este, sobre todo cuando está a punto de anoche...
Dejé de hablar en cuanto escuché un ruido extraño, una brisa ligera, seguida de una persona ahogándose.
Tiberia volteó a mirarme con detenimiento y cuando negué con la cabeza para que no siguiera avanzando, comenzó a correr hacia donde los quejidos provenían.
—¡Alto, lo estás matando!—gritó mi hermana después de un momento, y fui tras ella con rapidez.La escena que vi ante mí, me provocó escalofríos y paralizó mi cuerpo por un momento. Una persona con una larga capa negra, yacía sobre un hombre semiinconsciente, de rostro pálido, casi grisáceo. La víctima tenía los ojos cerrados, pero su boca estaba abierta con exageración y de ella salía una especie de energía azul, que parecía ser extraída por la magia púrpura de su atacante.
No lográbamos ver el rostro del agresor, pues el gorro de su capa lo ocultaba, y la energía que el de negro extraía, y la suya, eran lo único que alumbraban esa zona.
—¡Ya basta!—pidió de nuevo Tiberia y con sus manos formó una pequeña bola de energía. Su tono era de un amarillo pálido y apenas alcanzaba el tamaño de una manzana, aun así la lanzó contra el encapuchado, pero este la desvió con facilidad.
—¿Quién eres?—cuestioné, cuando el sujeto finalmente se levantó, pues parecía haber terminado lo que estaba haciendo.
No respondió y los hilos de su magia, finalmente se consumieron, dejándonos en completa oscuridad. Me moví intentando dar con Tiberia, pues podía sentir cómo el encapuchado se desplazaba con rapidez, rodeándonos. Sin embargo, no logré encontrar a mi hermana hasta que ella volvió a invocar su magia, pero esta fue demasiado débil, como si de la llama de un cerillo se tratara, y apenas duró un instante, que me permitió ver cómo una sombra negra se abalanzaba sobre ella.
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Editado: 27.10.2025