Extraviada en el pasado

Capítulo 1

El sonido de las copas chocar me mantenía distraída. No quería pensar en este momento, pero, ¿cómo es posible que eso suceda cuando le doy vueltas al tema cada vez que dejo que mi mente se pierda entre el sonido de las copas? El alcohol debería ayudarme a olvidar, pero solo esta dándome empujones a la gran depresión que estoy cargando y no quiero admitir.

—Todavía no puedo creer que las tres iremos a Harvard —tragué duro al recordar que yo no fui aceptada.

Esperé. Cada día revisando mi correo por si me llegaba la carta de admisión, pero cada vez que lo revisaba, mi entusiasmo se iba apagando. Mis dos amigas ya tenían la carta de admisión y yo aún no. Les dije que me aceptaron para no estropear este día. Era nuestro momento, quizás el único que comparta una buena borrachera antes de no verlas por un buen tiempo.

¡Demonios! Tenía toda mi vida arreglada, era mi mayor sueño y se iba por la borda. Mi madre me animo que buscara más universidades, pero si fui rechazada en la mas importante, ¿cómo espero que me acepten otras?

—Kanne, te noto ausente —María eleva su voz por el ruido que invadía el lugar.

—Puede ser que el alcohol este haciendo efecto, ¿Les apetece bailar?

—¡Claro, ya que nadie nos ofreció bailar! —grita Kyle. Por su tono de voz pude darme cuenta, con claridad, que aplicó sarcasmo en todas sus palabras.

Terminé la cerveza con un pequeño sorbo. Para cuando me levanto, me doy cuenta que el alcohol ya estaba dominando la situación de mi cuerpo. La adrenalina corría por mis venas y el calor estaba siendo mi fiel acompañante del momento.

Espero que no termine tan mal como la otra noche, cuando llegué apenas a mi casa, con un dolor de tobillo terrible. En esa odiosa noche los tacones me abandonaron y termine de trapeador en el piso. Que vergüenza ajena tuvo la gente que vió eso. Menos para mis amigas, ellas estaban peor que yo. Y lo digo porque su ropa estaba pasada a vomito, ¡que horror!

—Miren quién esta en la barra observándonos —susurra María.

La luces de la discoteca no me dejaban apreciar muy bien al joven. Aunque sin duda deber ser guapo por la reacción de emoción que traen las chicas, que no suele ser tan seguido. Cuando sucede, es porque fue el "amor a primera vista". Casi siempre encuentran el amor de su vida cada vez que salen. Ya no me sorprenden para nada, ni ellas, ni los hombres que encuentran guapos, siempre terminan siendo unos idiotas.

 Las chicas comienzan a gritar en voz baja para no llamar tanto la atención, estaban tan alterada que tomaban mi brazo para desquitarse con él.

—¡Hey! Controlen sus hormonas, niñas, que me dejaran sin brazos —reclamo.

—Viene caminando a nuestra dirección, ¿A quién de las tres sacará a bailar?

Las chicas tenían razón, el tipo venia justo donde nos encontrábamos y ahora podía apreciar bien sus rasgos. No niego que tiene lo suyo, pero nada que no haya visto antes.

 Cuando estaba llegando cerca nuestro, dobla hacia la izquierda para invitar a la esbelta rubia a bailar. Traté de aguantar la risa hasta que el hombre estuviera lejos, pero fue algo que no pude evitar cuando vi los rostros de mis amigas.

—Supongo que a ninguna —señalé sus caras mientras seguía riendo sin importar lo ridícula que era mi risa.

—Él se lo pierde —susurra Kyle, disimulando su disgusto.

—Que se vaya rodando en el trasero de esa vaca —María se cruza de brazos.

—¿Van a bailar o se quedaran lamentando su desgraciado destino? —pregunto divertida.

—Tienes razón —concuerdan conmigo.

Como era de esperar, nos quitamos los tacones y unimos nuestras manos para rodar en círculos. Desde primaria hacíamos este loco baile y ahora lo honramos como una tradición de amigas.

 María pierde el equilibrio, llevándonos con ella a su humillante caída, la que ahora es "nuestra". Sin duda las chicas tienen un humor muy elevado y muy pocas veces se toman las cosas en serio. Supongo que es cuando tienen sueño y no están borrachas. Por mi parte yo estoy avergonzada, dispuesta a dejar en el suelo a estas dos payasas que no dejan de reír como si nuestra caída fuera espectáculo de circo para ellas.

 Pero, ¿qué sacaba con enojarme? Era nuestra última salida juntas y tenía que divertirme, o aparentar hacerlo para no levantar sospechas.

 Miré sus rojizas caras de tanto reír y evite levantar la mirada a las personas al rededor. Era inevitable no reír al recordar la cara de María cuando estaba perdiendo el equilibrio. Sus ojos estaban abiertos como platos y sus manos sudorosas tratando de no resbalar de las nuestras. ¿Donde están las cámaras cuando uno las necesita?

—Señoritas, por orden de el jefe del local tengo que sacarlas por hacer un escándalo que disgustó algunos clientes del lugar —nos anuncia el guardia.

—¿Un accidente es hacer escándalo? —pregunte indignada.

—¿En el accidente incluye quitarse los tacones y rodar como locas? —se cruza de brazos.

—No sabía que las discotecas ahora eran socios de las cárceles, porque están pasando a llevar nuestros derechos de libertad, no hemos roto nada ni pasado a llevar a las personas, ¿en qué influye eso con la gente del local?




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