Exyevelion

2 SANGRE REAL

 

MIGUEL

 

Acabo de hacer una locura, sé que papá está en problemas. Escucho los disparos cada vez más cerca, sé que se está defendiendo. Transpiro me llevo la mano a la frente, y me doy cuenta de que no es transpiración, es rojo por alguna razón me corte, habrá sido la explosión.

Intento no detenerme. Estoy a unos veinte metros de la luz. A esta distancia casi enceguece. Sé que es la nave de Narks. los Narkianos persiguen a papá.

 Estoy a unos metros, me detengo detrás de unos arbustos, y busco a mi padre, vuelvo a escuchar disparos, está ves no se detenían, rodeo la nave y avanzó.

 Encuentro un Narkiano, tiene la cabeza echa cenizas. Parece que papá les llamó la atención. Vuelvo a escucho otras descargas.

Corro tan rápido como mis pies me lo permiten. Los árboles son infinitos y la noche es oscura. Me guío por el sonido de los láseres y las marcas en los troncos chamuscados.

Me detengo agitado y sudoroso. Escucho las alimañas escabullirse. Tengo la linterna en la mano. Le hago una señal a mi papá. Es una señal que nos enseñó, por si las cosas se ponían complicadas. Y allí está tres disparos al cielo surgen a unos metros mío.

 Me echo al piso, y enseguida escucho la descargar de su última granada. Ya de pie corro, y lo veo tendido en el piso agitado.

—Vamos, vamos— Le digo.

 Lo levanto, esta exhausto, pasa su mano por mi hombro, se sujeta fuerte mente, y corremos, el cojea. Desde nuestras espaldas comenzamos a recibir disparos.

Hijo tienes que irte, no sobreviviremos los dos en esta persecución.

— Lo sé, lo sé, no es momento de discusión — Respondí rápida mente.

— Eres terco como mula— Contesta Papá.

Quiero reírme, porque sé que somo iguales, sé que no es el momento, por delante tenemos la luz de la nave.

Llegamos y se me ocurre una idea estúpida. Papá fue piloto, no sé si la mejor. Solo tal vez podremos escapar. Tuvimos suerte todo este tiempo con el refugio. ¿Por qué no tomar una nave?

—Papá, tu fuiste piloto— Le digo, y enseguida capta lo que le insinuó.

—Puede funcionar, si esta todo como creo saber— me dice rápida mente y enseguida estamos frente al volante.

 Está lleno de botones, pantallas, números y cosas que no entiendo. Me siento esperando que papá recuerde como esto funciona, escuchamos una vos: Ingrese código de vigía Nark.

 El me mira, y yo levanto mis hombros, levanta las manos y aplaude recordando algo. busca debajo del asiento, abre una caja y saca una llave dorada con un sello gubernamental, la mira y busca una ranura.

 Estoy nervioso, sé que detrás de nosotros los androides están en nuestra búsqueda. Las manos me sudan, llevo mi mano a mi frente, la sangre coagulada se me pega a la mano, me arde y recuerdo el corte.

Papá está frente a un teclado, combinando códigos. Tal vez fue una mala elección. Me levanto nervioso, sigo sudando, estoy empapado. Llevo mi arma hacia el frente. Camino hasta la parte trasera, sea lo que sea. Debo darle tiempo.

 Veo algo moverse entre los arbusto apunto, disparo sin saber a qué le di. Comienzan a dispárame, desde dos frentes se posicionaron, nos tienen acorralados.

— ¡Ya casi hijo dame un poco de tiempo! — Grita papá desde los comandos.

— ¡Deprisa, nos tienen acorralados ¡— le grito asustado.

— Dame tiempo, dame tiempo, solo falta unos comandos más. Se está poniendo difícil— responde mientras escucho el teclado.

 Los androides se acercan rápida mente, no se pueden esconder, la luz los delata. Corro hasta mi padre y le pido el arma de alto calibre. Mi padre me la cerca y sigue tecleando, miro por unos de las pantallas que uno se está subiendo viro y le doy en la cabeza.

 Me acerco y siento un disparo que roza mi cuello: — maldición quema.

Apunto con dolor, le estallo una de las patas de acero. Ruedo y lo remato con un disparo en el pecho. Recibo un disparo en mi flanco derecho, salto sobre el polvo, pego mi pecho al suelo, apunto y erró. Le doy al árbol de atrás. Son tres y me quieren rodear.

 Me levanto intento alejarlos y ya es tarde, recibo un golpe sobre mi rostro. Un blanco intenso rodea mi vista.

 

ELAIN

 

Miguel, acaba de tomar mi rifle, veo por los monitores como abate dos Narkianos. Esta en problema veo a través de las pantallas varios androides, y a Miguel tendido en el suelo.

Vuelvo a teclear los últimos códigos. Sé que estoy cerca. La pantalla está loca. No reconoce quien soy. Pide una huella dactilar. Coloco mi dedo y el sistema se reinicia. Ahora tengo el control absoluto de la nave.

Miguel desaparece de las pantallas. Estoy sudando, me duele el cuerpo magullado. Pero me esfuerzo por buscar a mi hijo en las pantallas. De repente lo veo acostado boca arriba. Una de esas malditas máquinas acaba de derribarlo.

 Levanto vuelo rápida mente con la puerta trasera abierta. Mis pulsaciones galopan dentro de mi pecho. Pulso unas teclas en el comando y sé que las armas están preparadas apunto y salen rayos pulverizando a cada uno de ellos.

 Cuando noto que ya no hay más e derribado varios árboles carbonizándolos. Me levanto rápidamente mi cuerpo se resiente me tomo de los lados de la nave, veo a Miguel aún sigue inconsciente.

 Tiene la nariz rota, pero aun respira, lo levanto, mi cuerpo me recuerda mis contusiones — “Diablos duele” —, unas lágrimas caen, sé que volveremos a salir de esta.

 Nada salió como esperábamos. Llego a la nave lo deposito sobre la puerta de la escotilla y subimos. Lo coloco sobre el suelo, me quito la chaqueta se la ubico debajo de su cabeza y allí lo dejo.

Ya estoy sentado al frente. Tomo los comandos, elevo la nave y la dejo suspendida lo más alto que se me permite. Sé que esto fue el comienzo. Seguro que uno de esos Androides envió alguna señal de ayuda, o no se.




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