Exyevelion

5 PERFECTA IMPERFECCIÓN

MIGUEL

Es claro, se repite en mi mente: Zaragor, Talderion, mis ojos vieron la ciudadela destruida, los restos de sus antepasados amigos; llegamos para consumir todo. Por años nos hablaron de que ellos atacaban por motivos de defender sus territorios; realmente no fue así.

Una vez más hallamos resguardo. Papá acaba de encender las luces; lo ayudo, estamos en el corazón de la nave. El reactor se mantiene intacto, la infraestructura no sufrió daño; por alguna razón, los primeros colonos llegaron y abandonaron la nave o algo peor, locura espacial. Se dice que los individuos entraban en pánico matándose los unos a los otros. En fin, todo eso es pura teoría.

Le paso la herramienta a papá mientras que los últimos ajustes encienden el aire acondicionado. De a poco siento la frescura, como en los días en casa; hay recuerdos que no se van de la mente.

Mamá viene corriendo y nos muestra unas bolsas. —¡No lo van a creer! —grita excitada.

La miro de buen ánimo—excelente—, contesto complacido.

Papá sonríe, y noto cierta conexión entre ellos. Papá sale apresurado: —Hoy será una noche mágica —dice mientras toma las bolsas. Me mira. —Luego te explico.

Salen abrazados, platicando. Los escucho reírse, cosa que me da muy buena sensación. Voy tras ellos. La nave no sufrió daños internos, se mantuvo en perfecto estado; aun las cosas de la cocina, baños, dormitorios, puertas abren y cierran solas. Me asombro del avance tecnológico: dos siglos de antigüedad. Estoy casi seguro de que podríamos hacerla volar; por el momento tendremos que bañarnos.

Ya pasaron tres días desde que aparcamos aquí, en esta nave; es muy grande, estamos bien refugiados, papá pudo encender los controles, ahora tiene acceso a la información de la nave, protocolos, etc.

Comenzamos a despejar un sector que pareciera ser el de los automóviles. Está atiborrada de maletas. Por alguna curiosa razón estas cosas están aquí; la salvaje no aparece, parece que espera a cualquiera, solo repite Flepcher. ¿Alguien la habrá abandonada a su suerte, un tal Flepcher? En fin, a veces es imposible entender su lenguaje.

Mamá descubre un automóvil que pareciera que aún tiene vida. Nos juntamos, mamá se sienta, busca la manera de encenderlo, hasta que encuentra un botón, se detiene unos segundos, nos mira maravillada.

—¡Sí! —Enciende —grita emocionada—. Lo sabía. Pueden subir si quieren a mi presuroso carro.

Y lanza una carcajada; parece que los días difíciles se escurren, desaparecen dando lugar a esta jornada de paz.

Una vez despejado, nos acomodamos; papá piensa en dormir todos juntos en el mismo lugar. Es solo supervivencia; tenemos que estar preparados por si algo sucede.

Nos encontramos sentados en una mesa de madera muy bien trabajada.

—Estamos sobre una mesa del siglo veintiuno; nuestros escritorios ya no tienen extremidades como esta —nos recuerda papá.

—Qué rápido se olvida uno de las buenas costumbres —aporta mamá, mientras observa cuidadosamente la mesa.

Miramos a nuestro alrededor. Noto que la nave tiene cadenas; pienso que algo formidable, fuerte las rompió; están sujetas en ciertas partes de las columnas. Sigo observando: jaulas, cajas, un indicador de riesgo pegado a la entrada de la puerta, Orgotrones, zona de animales peligrosos y vehículos.

Creo que ahora puedo entender un poco más por qué aquí estaba desastroso: las paredes manchadas, es muy posible que sea sangre, y que los animales de este lugar hayan proliferado; debemos tener cuidado. Sigo observando; la salvaje se siente en nuestra mesa.

Nos miramos; entiendo que está triste. Ella apunta a una de las jaulas y pronuncia el nombre <Flepcher>. Por última vez. Estamos en silencio, comenzamos a hablar de las cosas que sucedieron.

Talderion, Zaragor y Taros habrán perdido nuestra pista; aun el hombre que tenía a papá bajo circunstancias horribles, tuve que cortarle la mano. Sin la ayuda de ellos tres no hubiera tenido la más mínima oportunidad.

Mamá saca el libro y vuelve a observarlo, gira sobre él buscando su magia, lo levanta, lo abre, lo cierra, lo deja tendido en la mesa. Y entonces ocurre. Las luces vuelven a intensificarse.

—Pregúntame y yo responderé —se escribe claro, en color verde brillante.

Me encuentro fascinado, increíble, pareciera que leyó nuestras mentes.

—Solo me adelanto a lo evidente —argumenta como si leyera los pensamientos—. Todo hombre desea preguntar y que las cosas difíciles se respondan solas.

—¡Impresionante! —contesto; mi mente está en blanco, me maravillo.

—¿Qué eres? —pregunta papá con rapidez.

—No soy de aquí, soy un poder ilimitado.

—Si fueres poderoso, ¿por qué estás atado a este libro? —pregunta mamá.

—Hace muchos años, antes de que todo fuera, el verbo era yo, y la humanidad dejó de creer en mí. Con el correr de los siglos, comenzaron a amar más las cosas del mundo antiguo (tierra), y aquí, me reveló solo aquel que desea de corazón creer en mis palabras.

Quedamos en silencio, fueron palabras concisas, ¿es poderoso realmente?

—Muéstranos tu poder —dice mamá.

La salvaje empieza a rodearnos; Gruñía, sentía algo. El libro se apagó, se cerró y una luz de varios colores tenue comenzó a flotar en el aire; la salvaje tomó su arco y apunta.

La veo suspendida en el aire, siento algo muy extraño en mi interior, como si un fuego me invadiera, comienzo a transpirar, papá me mira y no entiende lo que me sucede, pero allí está; un peso extraordinario cae sobre mí.

Veo a mamá correr; me toma del brazo. La salvaje comienza a escupir espuma, está tendida en el suelo, vomita, desaparece en un santiamén; veo su rostro, tiene miedo.

Gabla se desenfunda, su armadura aparece inerte frente a nosotros, la luz entra, vemos un rostro. Quedó maravillado. El peso desaparece. Estamos pasmados ante semejante evento.




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