Ey, Reina

Capitulo 1

Malika

Desperté después de la cuarta alarma, con ganas de hacer una única cosa: quedarme en la cama el resto del día. Claramente esa clase de lujos no me podía tomar, y menos a esta altura del semestre. Quedaba muy poco para los exámenes finales, papá me hostigaba las 24 horas del día con la empresa, de casualidad me quedaba un poco de tiempo para respirar.

— si papá, ajá... me acabo de despertar... necesito como 10 minutos para entender en que planeta estoy viviendo antes de que me empieces a preguntar por asientos contables y solicitudes y entrevistas y papeles... — suspiré pidiéndole con unas cuantas señas extrañas a mi ama de casa que me prepara mi desayuno.

— está bien... sisi... me estoy entrando a du... no... s-e... no se es-cuc-ha — fueron las últimas palabras que probablemente oyó mi padre antes de que cortara la llamada. No entendía como después de 21 años no se había enterado que necesitaba por lo menos media hora para estar completamente despierta y funcional. 

Me di una ducha reconfortante con agua tibia usando los 72 productos que había comprado ese mes, la verdad que algunos ni siquiera sabía para que servían pero si las chicas lindas de tik tok lo usaban ¿por qué yo no?

Al salir me envolví en una toalla, perfectamente acomodada en mi amplio baño para continuar con mi rutina de rostro. Sequé mi cabello y luego de colocarme la ropa interior y acomodar mi bata me dirigí a la cocina a degustar los perfectos pancakes con frutillas que había preparado Mónica.

— señorita ¿el café está bien? — me preguntó ella buscando algunos productos de limpieza

— si, Moni. Muchas gracias — le sonreí mientras le daba un sorbo y revisaba las millones de notificaciones que iban apareciendo a esta hora de la mañana en mi celular.

Desayune con algo de prisa y al terminar me encamine directo hacía mi vestidor para poder elegir mi outfit del día. Tenía algunas clases en la universidad y después trabajo en la empresa como casi todos los días. Así que opté por algo más o menos casual, aunque sin perder la elegancia, tal como me había enseñado mi madre. 

Coloqué mi ordenador en mi bolso, agarre las llaves y tras saludar con algunos movimientos extraños a mi empleada doméstica me encamine rumbo a la universidad. 

Era cara, demasiado cara, y la gente que estaba ahí lo sabía. A veces era un poco agotador, la competencia era constante. Quien vestía mejor, quien viajaba más por año, que padre tenía mejor sueldo. Después de un tiempo te terminabas acostumbrando, toda mi vida había sido un poco así, ya tenía práctica en esto.

— dios no puede ser que está mujer siempre llegué tarde a sus clases — se quejó Caterina mi mejor y única amiga en ese lugar

— Cate, pasaron 2 minutos, seguro que ya aparece — suspiré yo sacando las cosas que necesitaba del bolso

— sabes que me molesta demasiado que la gente sea impuntual — negó ella haciendo lo mismo que yo — ¿viste que Sara faltó? — comentó Cate bajando levemente la voz

— no, ni idea... si no nos llevamos con ella... — contesté algo confundida mientras saludábamos a la profesora que después de unos minutos de retraso aparecía frente a la clase

— se fue a París... me dijo Gregorio que tenía que firmar unos papeles... viste que sus papás se separaron... y... 

— Cate... no me importa... prestemos atención que rendimos en dos semanas y no tenemos ni media materia sabida... después me contas... — le dije lo más amablemente posible mientras empezaba a tipear en mi ordenador las ideas que me parecían más importantes. Mi amiga asintió, sabía que tenía razón y aunque saberse los chismes de todos era su pasatiempo favorito, esta vez decidió hacerme caso y prestar atención.

Las horas en ese lugar se pasaban demasiado lentas, pero después de unas cuantas idas y venidas, sacar y meter libros y atender a las indicaciones que nos daban logré escapar alrededor del mediodía para poder encaminarme hacia la oficina central.

— Mali... mi cielo — sonrió mi papá cuando me vio entrar en su despacho levantándose para abrazarme y dejar un beso en mi frente

— Pa... — solté con media sonrisa, no era la persona más cariñosa del mundo para ser sincera, y menos un lunes.

— Ay Malika... soy tu padre... un poco más de afecto...

— ya me conoces pa... no me molestes... — negué con una sonrisa dejando un beso en su mejilla

Me senté frente a su escritorio, esperando a que él haga lo mismo para luego comenzar a ponerme al tanto. Había demasiado trabajo en esa época, manejar la contabilidad de grandes empresas no era tarea fácil, aunque mi papá después de tantos años de trayectoria ya tenía todo mas que controlado.

— ahhh hija... — escuché antes de salir de su despacho para internarme en mi oficina

— ¿sí? — cuestioné, girándome ligeramente para verlo a los ojos

— te conseguí un chico para que te corte el pasto, ya sabes cómo se pone tu madre cuando ve el jardín desprolijo. Además también se me ocurrió que podría trabajar de chofer, me parece más seguro... — soltó mirando por encima de sus lentes cuadrados

— pero...

— por favor Mali... acata alguna vez una orden a la primera... — suspiró él, que sabía que me costaba aceptar sus ofertas con facilidad

— esta bien... ¿cómo se llama? ¿cuándo viene? — pregunté con mi mejor cara de disgusto

— mañana después de tus estudios, te dejo el día libre para que le expliques como queres que trabaje, tus horarios y demás — me respondió con una sonrisa 

— ¿seguro? es que...

— si seguro — me interrumpió achinando sus ojos y dándome a entender que la conversación ya había terminado.

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.