Facil De Olvidar

Capitulos 7 al Capitulo 13

Capítulo VII EL DURO ARTE DE SOBREVIVIR

-Ana, en que estás pensando- le preguntó Carlos

-En que sin darme cuenta hoy hace 2 años que estoy en Madrid – y pensar que solo vine para estar 1 año en una suplencia-

-Se ve que nosotros te hemos caído bien y te cuesta separarte de nosotros-le dijo y le hizo un guiño

-Desde ya Carlos mi vida sin Uds. hubiera sido imposible- y se refería al grupo de profesores que eran compañeros de ella en la Facultad. Estaba formado por Laura, María, Jesús y Carlos. Eran un grupo muy compinche que el hecho de trabajar junto todos los días había generado una amistad que parecía de años. Lo único que extrañaba Ana estando allí era a su familia, la amistad y los consejos de Gloria y por supuesto a su sobrino, la luz de sus ojos, hijo de Gloria y de su hermano. Le había dolido mucho declinar ser la madrina porque eso hubiera significado volver a ver a Roberto pues fue el elegido para ser el padrino. El día que se lo tuvo que decir a Gloria se había querido morir, pero ella por suerte lo entendió.  Con su hermano no tuvo que hablar, Gloria se ocupó de hacerlo. A sus padres les dijo que no podía viajar para ese evento pues eran los exámenes finales en la facultad y le era imposible ausentarse, cosa que no era cierto pues todo su grupo se ofreció a cubrirla. Por supuesto que en cuanto se aseguró que Roberto se había ido y regresado a Londres, viajo de inmediato para su casa con una caterva de regalos para el principito, como ella le decía.

Su vida durante esos 2 años desde la separación definitiva de Roberto había sido un calvario emocional pues no podía superar la separación de él. Cada cosa por más pequeña que sea le recordaba a él, incluso de algunas formas rebuscadas.

Tenía pocas noticias, la única que le contaba lo poco que se enteraba era Gloria. Sabía que él había dejado Luana unos meses después que ella. Había terminado la obra y que no había aceptado otro trabajo muy importante que le habían ofrecido allí. Su padre siempre comentaba que oportunidad haba perdido Roberto al no aceptar. Él no podía entender su rechazo y que las explicaciones que le había dado no le terminaron de cerrar nunca.

Ella sabía la causa, y le dolía. Sabía que era por no querer encontrarse de nuevo en su vida con ella. Sabía el desprecio que sentiría él por ella después de lo que le había dicho esa mañana antes de salir para Madrid huyendo como una ladrona.

Sabía que estaba de novio con alguien de la nobleza en Londres, pero no mucho más. Que era preciosa, cosa que la ponía furiosa, y que Gloria la habían conocido

Bueno tenía que dejar de pensar en él. Tendría que hacer un esfuerzo para superarlo sino iba a terminar como una viejita amargada y solitaria, como le decía Carlos cuando ella declinaba aceptar que le presentaran a alguien para que salga.

-Ana- , la llamo Laura y la saco de sus cavilaciones

-En que estás pensando mujer, que ya te llamé dos veces y no me contestas-

-Oh dios perdona no me di cuenta-

-Ana me aviso el Decano que quiere hablar con vos y con Ignacio, por un asunto de un congreso en el que hay que representar a la Facultad-

-Ok lo llamo a Ignacio así coordinamos y vamos juntos-

Después de dar las dos clases que tenía esa tarde buscó a Ignacio en la sala de profesores.

Lo encontró como siempre conectado con su PC. Ignacio era el profesor de tecnologías Informática   Aplicada, un fanático de la computación. Era su mundo y era muy difícil sacarlo de él. Ella en el fondo lo envidiaba, daría cualquier cosa por tener esa afición a algo y que le ayudara a olvidar.

-Hola Ignacio, no sé si sabés, pero el Decano nos quiere hablar de algo referido a un congreso y creo quiere que vos y yo representemos a la facu-

-Si algo me adelantó, pero de forma muy vaga, me dijo que fuéramos hoy a última hora a su despacho. Casualmente me quedé acá para poder encontrarte-

-Ahh buenísimo, entonces te parece tipo 17 hs nos encontramos allá-

-Ok y de inmediato volvió a la pantalla de su computadora

Hasta la hora de ir a la entrevista tenía un par de horas asique las aprovecharía para ir de compras pues hacía rato que no renovaba su guardarropa. La verdad es que había perdido desde hace tiempo el interés por su arreglo personal, no es que anduviera desalineada, pero nada que ver con la época en que cuando salía con Roberto. Se arrepintió de su pensamiento, Roberto, siempre Roberto no podría nunca sacárselo de la cabeza. Hizo un mohín como para olvidarlo y entro en una tienda muy de moda en Madrid.

Sin darse cuenta ya casi iba llegar tarde para la reunión con Ignacio y el Decano. Asique que apuro el paso. Una briza fresca le dio en el rostro ya serían las ultimas de este marzo tan lindo.

Golpeo la puerta del despacho del Decano suavemente, y enseguida escuchó su inconfundible voz ronca

-Adelante por favor-

-Buenas tardes, perdón por la demora- dijo. Ignacio ya estaba allí y junto con el Decano estaban tomando un café.

-Ana querés uno- le ofreció Ignacio -voy y en dos segundos y te lo preparo-

-No gracias, Nacho, hace un ratito tome uno en el centro-




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