El avión aterrizó suavemente en Roma, Italia, y Faddei descendió junto a los demás pasajeros. Dirigiéndose hacia el área de recogida de equipaje, observó a su alrededor, atento a cualquier detalle. Los hombres que buscaban a Enzo pasaron por detrás de él, llevando solo equipaje de mano.
Al recibir su maleta, Faddei se encaminó hacia las escaleras eléctricas. Al llegar al nivel inferior, sus ojos se encontraron con una figura destacada entre la multitud. Una mujer de apariencia elegante y distinguida esperaba, su presencia llamativa en el bullicioso aeropuerto. Vestía un sofisticado vestido negro que acentuaba su estilo atemporal. Su piel caucásica contrastaba con su cabello rubio, y sus ojos azules brillaban con intensidad.
Con lentes de sol, la mujer añadió un toque de misterio y confianza a su presencia. Aunque su expresión era seria, indicaba determinación y concentración en su objetivo.
Al llegar, Faddei no la reconoció de inmediato.
—Hola, ¿Natalia Ivanovaa? —preguntó acercándose.
—¿Faddei? —contestó ella, cuestionando.
—Así es —respondió él.
—Bien, el piloto nos espera —mencionó, comenzando a caminar.
Faddei la siguió hasta un jet privado. Subieron a bordo y volaron rumbo a Rusia. Al aterrizar en Moscú, ambos descendieron del avión y se dirigieron hacia un coche que los esperaba. El vehículo negro los llevó por un pasadizo secreto que se abrió en una de las calles y se cerró rápidamente tras su entrada.
Dentro del coche, una pantalla se encendió, mostrando a un hombre con una apariencia madura y seria. Las canas en su cabello le añadían un aire de distinción y experiencia. Su expresión era grave, sugiriendo una persona profundamente concentrada o alguien que cargaba con un peso emocional significativo. Sus rasgos faciales eran característicos de alguien de origen ruso, con una mandíbula pronunciada y ojos negros que contrastaban con su cabello canoso, transmitiendo una sensación de intensidad y profundidad
Dimitri Phelpski, el jefe de ustedes dos, les habla con urgencia. Les cuenta que alguien está a punto de desencadenar una tercera guerra mundial con sus acciones. El responsable es un hombre llamado Vladimir Kunznestov, conocido como Ravageclaw. Este hombre tiene una apariencia única y peculiar. Su melena larga y oscura refleja un estilo libre y desenfadado, mientras que su abundante vello corporal le otorga un aire natural y salvaje. Su elección de usar un saco color beige sin camiseta podría indicar una preferencia por la comodidad y el estilo casual, pero también podría ser una estrategia para destacarse entre la multitud.
El coche se estacionó frente al hotel y, tras despedirse del conductor, Natalia y Faddei bajaron del vehículo. El conductor les entregó las llaves de sus respectivas habitaciones y se despidió. Ambos subieron al elevador y llegaron al quinto piso según las instrucciones.
Faddei ingresó a su habitación, dejó las llaves sobre la televisión y se tumbó en la cama. Con la mente ocupada en sus amigos en León, trató de aliviar la tristeza que sentía por la pérdida reciente y luego se entregó al sueño.
Mientras tanto, en un bar local, Vladimir Kunznestov entró con su atuendo característico. Se sentó en la barra y pidió un whisky. Un hombre se acercó y le susurró algo al oído. Vladimir escuchó, bebió el whisky de un solo trago y rompió el vaso con la barra. Luego dejó dinero en la barra y se retiró del lugar.