Prefacio
Tierra, Octubre 31 del año 1981.
En algún lugar del Valle de Godric. Gran Bretaña.
La luna se alzaba en lo alto del cielo aquella noche despejada. Su luz alcanzaba a iluminar cada rincón de los restos, las ruinas, de la que había sido la residencia Potter hasta hacia solo unas horas. Cuando la intrusión del mago oscuro más temido de su época, Lord Voldemort, dejo una escena que bien parecía salida de una pesadilla infantil. El cuerpo del padre se encontraba tendido en lo que antes había sido la sala, los escombros del muro principal cubrían parcialmente sus restos dejando ver solo las piernas y un brazo. Las escaleras parecían apenas poder mantenerse en pie. Atravesando el corredor podía escucharse el incesante llanto de un infante. El pequeño Harry Potter, con solo un año de edad, lloraba a todo lo que daban sus pequeños pulmones. Se encontraba aun en su pequeño corral desde donde podía ver el cuerpo sin vida de su madre. Podía sentirse todo el miedo que destilaba su llanto producto del terror, del frio, del dolor penetrante de aquella herida en su pequeña frente.
Nadie fue testigo de como, por un instante, el aire de la estancia pareció condensarse alrededor del pequeño cuerpo del bebe. De cómo tanto la magia residual y la energía de maldición se adhirieron a Harry dándole un pequeño y momentáneo brillo incandescente.
-O-
Agosto 3 del año 1987.
Residencia Dursley. Inglaterra. Little Lingue, Surrey.
-¡Y a ver si así aprendes!-Vernon Dursley arrastro escaleras abajo a su sobrino luego de pillarle usando el baño de la casa. Tras darle una buena serie de correazos le encerró en la alacena debajo de la escalera.
Al encontrarse una vez mas así, lastimado y en la oscuridad, el pequeño de seis años solo pudo llorar, cuidando de que sus gemidos no fueran demasiado fuertes si no quería molestar a sus tíos. No comprendía porque se enojaban tanto, sabía que debía usar el baño que había detrás del garaje, pero le habían dejado el candado puesto y de verdad le urgía orinar. Pero cuando tío Vernon le descubrió saliendo a hurtadillas sabia que le esperaba un castigo. Su cabeza en la taza del inodoro, despojado de su ropa solo para ser azotado por el cinturón de su tío y luego arrojado a aquella fría y pequeña alacena. No era justo.
Sus lágrimas caían por su rostro empapando su vieja almohada, sus manos le abrazaban por los hombros intentando calentarse y una pequeña suplica escapo de su débil garganta:
-Por favor... Alguien... Por favor, sálveme.
Y, por primera vez en seis años aquella magia durmiente que había estado adherida a él desde aquella trágica noche que no recordaba en el valle de Godric volvió a comenzar a brillar y sin darse cuenta, mientras caía rendido víctima del dolor y el agotamiento, todo el espacio a su alrededor comenzó a deformarse. Todo el espacio, la luz y la oscuridad, el pequeño colchón sobre el que dormía y toda su pequeña presencia fueron absorbidos por aquel misterioso portal.
-O-
Earthland. Aeronave y base de operaciones móvil de Grimoire Heart.
Marzo 23 del año 778, 7:30 pm. En algún punto en el cielo de Fiore.
-Afffh... ¿Cómo demonios termine envuelto en esto? ¡Es ridículo!-El maestro del Gremio, Hades, se encontraba de pie al otro lado de la puerta que acababa de cerrar luego de revisar que su ocupante se hubiera acabado todo el estofado y se quedara profundamente dormido, no sin antes revisar que su fiebre ya hubiera bajado. Iba caminando por el pasillo gruñendo cuando se topo con una pequeña de unos doce años. Un poco alta, delgada, con un vestido purpura y su largo cabello azabache amarrado en dos coletas:
-No debería alterarse de esa manera, maestro-Ultear se encontraba recostada contra la pared, observando en su orbe como el pequeño seguía dormido-Solo se pone en evidencia usted mismo.
-Jmp, ¿no deberías estar estudiando?-Espeto Hades mientras continuaba su camino, y aunque no podía verla sabia que la joven usuaria del arca del tiempo estaba riendo silenciosamente en ese momento. No importaba cuando intentara ocultarlo el maestro, siempre que Harry se enfermaba terminaba preocupándose más de la cuenta. De momento ella se encargaría de cuidar que Hikaru no fuera a molestar el descanso de su pequeño de ojos verdes.
¿Quién iba a decir que después de tantos años terminaría siendo la hermana mayor?