Capítulo I - Otro Mundo

            Dejo de escuchar las palabras de mi padre sobre mi futuro, todo su discurso me estresa y me provoca ansiedad. Por desgracia para mi estoy en esa etapa de mi vida donde me enfrento a esas molestas pruebas de ingreso que me dejan sin dormir en las noches. Tu vida se decidirá  con tres simples pruebas, no debería ser difícil, llevas toda la vida dando lo mismo con lo mismo en historia, español y matemática pero Oh!! sorpresa ¡Si es difícil! Con un demonio que lo es.

            El estrés de no saber que deseo, mis exigentes profesores que solo esperan lo mejor de mí y la presión familiar son suficientes para que yo me encuentre un poco inestable.

            Dejo a mi padre quejándose de mí con mi madre y me dirijo al baño a comprobar si el agua ya está caliente para mi baño. En efecto si lo está, por lo que sin dudarlo pongo la música en mi teléfono y me desvisto para posteriormente meterme en la tina.

            Amo mi hogar, claro que sí, tengo suerte de tener a mi familia, eso me digo cada vez que escucho sobre la terrible situación a la que están expuestos algunos en este país.

            A pesar de tener el cabello atado y limpio no puedo luchar contra el deseo de sumergirme en la tina. Cierro mis ojos, tapo mi nariz con mi mano y luego me dejo ir. Bajo el agua aún se escucha la música de mi teléfono, Olivia Rodrigo tiene su encanto para mí a la hora de bañarme, y no sé la razón.

            De repente la música para y me entra la necesidad de respirar, al volver arriba me paso la mano por la cara para quitar las posibles gotas de agua existentes sobre mis ojos. Se me hace raro que la música no siga por lo que cuando abro mis ojos y busco mi teléfono con la mirada no lo veo, lo más preocupante y que me hace ponerme de pie de inmediato es que por no estar no está ni el lavado, ni nada.

            «Que mierda»

            Si me asusta el no reconocer nada de lo que hay a mí alrededor más me asusta mirar a mis pies y darme cuenta que ni siquiera estoy en una tina, al parecer estoy en una pequeña piscina o algo así.

            Sin ropa, en un lugar que desconozco, y sin idea de que hacer, así me encuentro justo ahora. Me empieza a dar un poco de miedo todo esto, miro a mis alrededores y detallo las columnas que hay a mi alrededor, lo alto que está el techo de la habitación y la iluminación, todo parece tan ¿Victoriano? No puedo ni describirlo con palabras.

            Salgo de la piscina, o lo que sea esta cosa, para ver si encuentro algo con lo que taparme. Si esto es un baño, que lo aparenta, es uno muy caro y lujoso. Veo un albornoz cerca de la puerta por lo que voy a por el pero antes siquiera de que de un paso la puerta se abre dejando ver a un señor mayor entrar al lugar, sus ropas son algo extrañas, es una mezcla de moderno y medievo que solo he visto en las fotos que hay en internet de la monarquía de Reino Unido.

            Me detengo en seco de la impresión, y del miedo también. Recorro con mi vista la figura del hombre y choco con sus ojos que me miran como si yo fuera una amenaza. Cuando da un paso en mi dirección me asusto tanto que mis piernas flaquean y termino arrodillándome en el piso tapando como puedo mi cuerpo.

            Comienzo a temblar y trato de recuperar mi voz para decir algo pero no lo consigo. Me da coraje no poder mover mi propio cuerpo o quedarme paralizada mientras ese hombre camina hacia mí, se detiene a un metro de donde estoy y mis lágrimas comienzan a salir.

            « ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Mamá dónde estás? »

            El hombre me examina bien de pies a cabeza tratando de encontrar algo, me siento pequeña y débil ante su mirada. Se aleja unos pasos y creo que estoy a salvo, un alivio me inunda cuando lo veo salir de la habitación. Suelto el aire que sin notarlo estaba contenido en mis pulmones y me dejo caer hacia atrás olvidando mi desnudes.

            No tengo la mínima idea de donde estoy pero ¿Qué no se supone que en estas situaciones debería haber aparecido en la habitación de un sexi príncipe? En su lugar me trajeron a la de papá pitufo, me siento estafada. Quiero mi dinero de vuelta.

            Me digo a mi misma que no es bueno perder el control, papá siempre dijo que debemos ser calmados para todo. La calma es la respuesta. Recuerdo que contar los segundos entre respiraciones es bueno por lo que lo hago, y así es como logro calmarme un poco. Reuniendo el coraje que no tengo me pongo de pie y trato de ir por ese albornoz para taparme. Pero dichosa la reina de la fortuna que hace que la puerta se abra de par en par dejando ahora no solo ver al hombre de antes sino a otros tres más.

            Me asusto tanto que trato de correr hacia el agua de nuevo, no sé dónde estoy pero si es por donde llegué. Antes de que toque el agua uno de ellos me toma del brazo y me empuja para atrás, otro me sostiene de los hombros y yo solo puedo pensar que debo luchar. Comienzo a patalear consiguiendo que el tercero me sostenga los pies y entre ellos me sacan de ese lugar. Las lágrimas vuelven a aparecer y yo solo quiero ir a casa, estoy segura que todo mi cuerpo está temblando y aunque lo niegue siento vergüenza de estar desnuda frente a hombres que no conozco.

            Trato de luchar a más no poder pero es inútil. Solo mido metro sesenta ¿qué puedo hacer contra ellos? Me atan las manos y me dejan sobre un asiento, al mirar a mi alrededor veo que el lugar parece una gran habitación.

            — ¡Por Dios tírenle algo encima a esa niña!—brama el hombre de antes a los otros tres.

            Los hombres se apuraran y corren a algún lugar dejándome ahí sola con ese otro señor que da la impresión de ser el mayor, y el que por alguna razón manda sobre los otros. Al saber que ellos hablan español me pongo muy feliz, pensé que podría hablar con ellos pero mi voz segue desaparecida. Ya los mocos se me están saliendo por la nariz de tanto llorar y solo puedo rezar para que mi voz vuelva.