La chica estacionó en el aparcamiento del estadio donde estaban los chicos ensayando, miró a su alrededor sintiendo que la observaban y caminó con rapidez hacia la entrada donde había un vigilante de seguridad. Le dio su nombre para que la buscara en la lista de personas admitidas y éste le dejó paso.
Una vez dentro de los corredores del estadio se sentía más segura, hasta que escuchó una voz masculina que conocía proveniente de la entrada.
—Lo siento, señor. Si no está en la lista no puede pasar —le dijo el vigilante deteniendo a la persona.
—Vengo con ella, es mi compañera —respondió Benedit empezando a perder los nervios.
—Pues lo siento. Ella no me ha dicho nada y tampoco está en la lista. No puede pasar.
La joven escuchó el gruñido de su compañero, suspiró aliviada de que el vigilante no cayera en la trampa y caminó más rápido hacia los chicos.
Les dedicó una sonrisa un poco nerviosa, intentando dejar su preocupación lejos de ellos, y subió al escenario cuando la invitaron.
—¿Estás bien? —Le preguntó Eun-Ji al acercarse a ella y ver su rostro pálido y su sonrisa forzada.
—Ha sido un día largo. Voy a mirar a Kwan y, después, a ti, si aún te duele el cuello y la espalda.
—De acuerdo. Voy a seguir ensayando. Ahí tienes una silla para que te pongas cómoda.
—Vale. Gracias.
La joven se acercó al lesionado, le quitó la venda para evaluarlo y le untó la crema haciendo un masaje. Le comentó que ya no necesitaba la venda, pero que no lo plantara hasta mañana.
—Si notas alguna molestia, avísame —le advirtió al sentarse en la silla de su lado.
El chico asintió y comenzó a cantar cuando llegó su turno en la canción.
***
Faith escuchó todo el repertorio de la banda y casi había visto la presentación del concierto. Las luces se movían de un lado a otro, los efectos especiales la sobresaltaban, las voces de los chicos la hipnotizaban y sus bailes la dejaban agotada solo de verlos. No podía comprender cómo podían cantar y bailar a ese ritmo y no cansarse ni perder la voz.
Hicieron un descanso para merendar y Eun-Ji aprovechó para probar los masajes de la chica.
—Túmbate en el suelo, bocabajo —le ordenó ella cogiendo una crema de su bolso.
Le subió un poco la camiseta, se refregó la crema en las manos y la puso en las lumbares del joven para seguir subiendo hasta el cuello.
La chica vio y sintió cómo los vellos de él se elevaban ante un escalofrío y sonrió levemente.
—Tienen razón. Tus manos son mágicas —expuso él con un pequeño gemido de placer.
—Gracias.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿Tienes alguna relación? —Inquirió sin poder alzar el rostro del suelo.
—¿Relación? ¿En qué sentido?
—Relación sentimental con alguien.
Aquella respuesta la había cogido desprevenida. ¿A qué venía esa pregunta?
—No. ¿Por qué? —Dejó de darle el masaje y el chico se sentó enfrente de ella, muy cerca.
—Me gustas —soltó de una vez mirándola a los ojos fijamente, sin un ápice de broma en su rostro—. Podemos ir despacio. Conocernos mutuamente, pero como novios.
La boca de la joven se había quedado abierta con la mandíbula desencajada y sin poder parpadear ni pronunciar palabra alguna.
Eun-Ji movió la mano delante del rostro femenino y se preocupó al no obtener ninguna reacción.
—¿Te encuentras bien? —Quiso saber muy preocupado.
—Sí, estoy… bien. Creo que me he dormido por unos segundos y he tenido un sueño muy extraño —respondió tragando con dificultad.
El chico le dedicó una sonrisa dulce y le acarició el dorso de la mano cuando la agarró entre las suyas.
—No ha sido un sueño. Estás despierta, al igual que yo.
—¿Me acabas de pedir que sea tu novia? —Le inquirió sorprendida aún. El cantante asintió—. Acepto.
—Uf. Me estabas asustando. Mientras nos conocemos y decidimos si queremos seguir juntos, debemos mantenerlo en secreto. ¿Te parece bien?
—Sí, claro. Tu carrera es importante.
—Gracias por entenderlo.
—Chicos, sigamos ensayando, por favor —les avisó el coreógrafo dando unas palmadas para captar la atención de todos.
Eun-Ji le dejó un furtivo beso en la mano a la chica dedicándole una sonrisa y una mirada coqueta. Se levantó, la ayudó y caminaron hacia sus respectivos puestos para continuar.
Desde su silla, Kwan se dio cuenta de que el baile de su compañero era más enérgico y con más pasión. El masaje de la muchacha lo había dejado como nuevo o ¿había sido algo más?
***
Ya había anochecido cuando se disponían a marcharse cada uno a su hospedaje.
Eun-Ji habló con su mánager, éste asintió y el chico se acercó a la fisioterapeuta con una sonrisa.
—Vamos —le dijo ofreciéndole la mano.
—¿A dónde? —Quiso saber ella cogiendo la mano del chico con confianza.
—Te voy a llevar a tu casa. Es tarde y no quiero que te pase nada.
—He traído mi coche.
—No importa. Mis guardaespaldas nos seguirán y regresaré con ellos al hotel —le explicó caminando por los corredores con ella de la mano.
Al llegar a la puerta para salir del estadio y entrar en el estacionamiento, le dejó un beso en la mano antes de soltarla, se metieron en el coche de la chica y pusieron rumbo hacia la casa de ella.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —Le inquirió él sentado en el asiento del copiloto. Ella asintió sin apartar la mirada del camino—. ¿Por qué estás tan nerviosa? Cada dos por tres miras por los retrovisores.
—Tú me pones nerviosa. Aún no me creo que desde hace… cuatro horas, seas mi novio —contestó ella con una sonrisa, intentando disimular su angustia ante la sensación de que alguien la seguía y no se refería a los guardaespaldas del cantante.