Era domingo al mediodía cuando Fatih y los integrantes del grupo llegaron a la casa de la chica, después de que ésta declarara en la comisaría.
La familia de la joven la abrazó cuando entró por la puerta y su padre invitó a los chicos a que se quedaran esa noche a dormir.
—No creo que quepamos todos aquí. No te preocupes, encontraremos alojamiento en un hotel —respondió Eun-Ji manteniendo el control. Por él se quedaba en la casa con su novia, pero sus compañeros no estarían de acuerdo.
—He estado llamando a los hoteles de la zona, sin embargo, en ninguno hay sitio. Por lo visto hay una conferencia de no sé qué y está todo ocupado —dijo el mánager entrando por la puerta para informar.
—Os lo he dicho. Podemos hacer hueco aquí para todos. Eun-Ji, tú duermes con Faith. Mis otras hijas pueden dormir todas juntas en una habitación y repartiros en las dos habitaciones que quedan libres. Y algunos pueden quedarse en el salón —ordenó Horace mirando a su mujer para que fuera a por las mantas a su dormitorio.
—Gracias por la hospitalidad —agradecieron los integrantes del grupo con una leve reverencia con la cabeza.
Dispusieron todo para dormir y la pareja subió hacia el dormitorio de ella para descansar de las horas de pesadilla.
La joven se dio una ducha, se atavió con el pijama y se tumbó en la cama, al lado de su novio que la abrazó pegándola a su cuerpo.
—¿Por qué no me contaste nada de lo que te estaba pasando? —Quiso saber el chico con una voz suave para no molestarla.
—No quería preocuparte.
—¿Y cómo crees que me sentí cuando te llamé y tu padre me dijo que habías desaparecido?
—Lo siento mucho. No creí que Benedit llegara tan lejos con sus advertencias.
—Prométeme que desde este mismo momento me vas a contar todo lo que te pase, aunque a ti te parezca una nimiedad —la miró a los ojos con fijeza y el rostro serio.
—Te lo prometo —le dejó un beso en los labios y se cobijó en los brazos de él—. Estoy cansada.
—Descansar, mi amor.
***
El sonido de una alarma despertó a la pareja que dormitaba en la cama. La chica alargó el brazo hasta la mesita de noche y la apagó con los ojos medio cerrados por el sueño. Miró la hora y el día que comenzaba. Sus ojos se abrieron de golpe al ver que era lunes, quince de febrero, a las seis de la mañana.
Se levantó de la cama y se dirigió hacia el baño bajo la mirada adormilada de Eun-Ji.
Después de veinte minutos, la joven salió con un poco de maquillaje en su rostro y el pelo rubio suelto y liso. Se dirigió hacia el armario y cogió ropa para ataviarse con ella en menos de cinco minutos.
—¿Qué estás haciendo? —Se interesó el cantante observándola confundido y medio dormido.
—Prepararme para ir a trabajar. Es mi último día —contestó ella abrochando el botón del pantalón vaquero.
—¿Estás hablando en serio? —Ella asintió cogiendo el móvil de la mesita de noche y el bolso que descansaba en la silla de escritorio—. Amor, hace solo unas horas que te rescataron de las manos de un psicópata y ya estás pensando en ir a trabajar. ¿No te apetece más quedarte en casa, conmigo?
—Si me quedo en casa pensaré en la pesadilla que he pasado y no quiero recordarla.
—Y no lo harás porque yo no te voy a dejar. Te mantendré ocupada y mañana podremos volar hacia el próximo concierto, juntos.
—No te enfades, pero prefiero ir a trabajar. Además, hoy me hacen la fiesta de despedida. Quiero decirle adiós a Lisa, en persona —agregó cuando él abrió la boca para comentar que lo podría hacer por teléfono.
—Eres muy terca —se quejó recostando la cabeza de nuevo en la almohada.
—No pasará nada. Benedit ya está en la cárcel y yo pasaré mis últimas horas de trabajo con mis compañeras. Te lo recompensaré cuando nos vayamos. Estaremos todo el tiempo juntos —se sentó en el borde de la cama, al lado de él, y se inclinó para dejarle un beso en los labios.
—Está bien. Avísame si pasa algo —le advirtió con seriedad. Ella sonrió asintiendo y se marchó.
Bajó las escaleras en silencio para no despertar a nadie del equipo del grupo y puso rumbo hacia el hospital cuando entró en el coche.
***
Llegó la hora de desayunar y Lisa llevó a su amiga hasta la sala de descanso del personal donde la esperaban los demás compañeros con una tarta.
Uno por uno se despidieron de ella con un abrazo y entre lágrimas. Habían vivido muchas cosas en aquellos años de convivencia profesional y les daba pena perder a una gran amiga y compañera.
Estaban riendo y comiendo el pastel cuando una compañera que había terminado su ronda entró en la estancia a gran velocidad y con la respiración agitada.
—¡Faith! ¿Por qué no nos lo has dicho? —Le inquirió molesta por la poca confianza de su amiga.
—¿De qué estás hablando Penélope? —Quiso saber Lisa ante la mirada perpleja de la joven.
—De su relación con Eun-Ji de MS2. ¿Cómo lo conociste? ¿Cuándo? ¿Hace mucho que estáis juntos? —Las preguntas salían de la boca de su compañera.
—Esas no son las preguntas adecuadas sino ¿cómo lo sabes tú? —respondió la morena ante el silencio de su amiga.
—Por esto.
La chica giró el móvil y una foto de la pareja al besarse apareció ante los ojos de ambas mujeres que los abrieron de par en par, al igual que sus bocas.
—Pero ¿qué…? ¿Quién ha hecho esa foto? —Interrogó la fisioterapeuta sin entender cómo alguien había podido tener la sangre fría de fotografiarla cuando fue rescatada de su compañero.
—Un fotógrafo independiente que habrá vendido la exclusiva a la revista —contestó Lisa indignada por la poca sensibilidad de la gente—. ¿Crees que tu novio sepa de esto?
—No lo sé —Faith cogió su móvil y le mandó un mensaje a su pareja.