Fake News

California

El regreso a California marcó el final de una aventura intensa para nosotros. Después de días emocionantes y momentos compartidos, ambos nos encontramos de nuevo en terreno familiar, pero con corazones que latían al ritmo de recuerdos recientes.

El viaje de regreso en el avión fue tranquilo, pero cargado de una tensión emocional palpable. Sentados uno al lado del otro, Joe miraba por la ventana mientras yo jugueteaba con mi teléfono, ambos sumidos en pensamientos sobre lo que acabábamos de vivir. Habíamos decidido mantener un perfil bajo en el vuelo, evitando las miradas indiscretas de otros pasajeros que podrían reconocer a Joe y algún que otro a mí.

Al aterrizar, el ambiente de Hollywood nos recibió de vuelta con el bullicio y la energía característica. Joe condujo hasta mi casa en su vehículo, cada minuto del trayecto marcado por la anticipación de lo que se avecinaba.

El motor del auto ronroneaba suavemente mientras nos encontrábamos sentados en el interior, el silencio llenando el espacio entre nosotros después del inesperado giro de eventos. Afuera, las luces de Los Ángeles se deslizaban por las ventanas mientras avanzaban por las calles iluminadas.

Después de unos momentos, Joe rompió el silencio con una voz tranquila pero cargada de preocupación:

—Lo siento mucho. No esperaba que eso sucediera. Debería haber sido más cauteloso.

Hice una mueca y luego me mordí el labio inferior, mi mirada perdida en la oscuridad de la noche urbana.

—No es tu culpa, Joe. No podías saber que todo esto iba a suceder.

Joe suspiró, una mano dejando el volante para frotarse la frente con frustración.

—A veces siento que mi vida no me pertenece realmente. Que cada paso que doy está bajo un microscopio. Y ahora esto...

Al escucharlo, asentí lentamente, comprendiendo la presión y la intrusión constante en la vida de una celebridad como Joe.

—Debe ser agotador. No puedo ni imaginarlo. Soy nueva en esto, pero ya estoy sintiendo el peso.

Joe giró ligeramente la cabeza para mirarme.

—Lo siento si te he metido en todo esto. No deberías estar lidiando con...

—No te disculpes —lo interrumpí suavemente—. Nunca pensé que esto sería fácil. Pero, Joe, ¿qué hacemos ahora?

Joe suspiró de nuevo, esta vez más lentamente, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—No lo sé. Lo último que quiero es que esto arruine lo que hemos compartido. Estos días han sido... increíbles para mí. Más de lo que podría haber imaginado y sé que podrás odiarme por todo lo del pasado, pero...

—Para mí también —admití, una sonrisa triste jugando en mis labios—. Pero tengo miedo, Joe. Miedo de lo que todo esto significa. De lo que podría significar para ambos.

Joe asintió lentamente, sus ojos encontrando los de ella con sinceridad.

—Entiendo. Y te prometo que haré todo lo posible para protegerte de esto. De todo esto.

Inhalé profundamente, tratando de controlar las emociones que me embargaban.

—No sé cómo lidiar con esto, Joe. No quiero ser un problema para ti.

Joe negó con la cabeza con determinación.

—Nunca eres un problema para mí. Lo que sea que enfrentemos, lo enfrentaremos juntos. Pero quiero que sepas que... que me importas. Más de lo que puedo expresar.

Sus palabras colgaron en el aire entre nosotros, cargadas de la realidad de la situación y la incertidumbre del futuro. Miré por la ventana, sintiendo una mezcla de gratitud y dolor por la situación en la que nos encontrábamos.

—Gracias, Joe —dije finalmente, mi voz apenas un susurro—. Gracias por ser honesto. Por ser... tú.

Joe sonrió suavemente, una mano extendiéndose para encontrar la mía sobre el asiento central del auto.

—Siempre. Siempre seré honesto contigo.

En ese momento, la realidad de lo que compartíamos pareció más preciosa que nunca, envuelta en la vulnerabilidad compartida y la promesa de seguir adelante juntos, a pesar de los desafíos que nos esperaban.

Al llegar frente a la puerta de mi casa; bajamos del vehículo, el silencio se hizo más profundo entre nosotros. Mirándonos mutuamente, los ojos de Joe expresaban una mezcla de gratitud y nostalgia.

—Gracias por todo esto —dijo Joe, rompiendo finalmente el silencio—. Ha sido una experiencia única.

Solté una risita divertida y asentí, sintiendo un nudo en la garganta mientras intentaba procesar la despedida inminente.

—Gracias a ti también. Ha sido... increíble.

Joe se inclinó hacia adelante, sus ojos buscando los míos con determinación. Sin decir una palabra más, cerró la distancia entre nosotros y sentí sus labios suavemente sobre los míos. Fue un beso cargado de cariño, pero también de despedida, cada segundo saboreado como si fuera el último.

Justo en ese momento, un flash nos cegó. Instintivamente nos separamos, ambos mirando hacia la fuente del destello. En la acera frente a la casa, había una mujer que había estado publicando las Fake News, estaba parada con su teléfono en alto, capturando la imagen del beso. Antes de que pudiéramos reaccionar, ella ya había desaparecido corriendo por la calle.

—¡No puede ser! —exclamé, viendo cómo la foto comenzaba a propagarse en las redes sociales.

Joe la miró con expresión consternada.

—Lo siento. No quise...

Sacudí la cabeza con tristeza, sabiendo que la intimidad que habíamos compartido ahora estaba expuesta al escrutinio público una vez más. Con un suspiro resignado, me giré hacia la puerta de mi casa y miré a Joe una última vez.

—Deberías irte. Mañana será un caos.

Joe asintió con pesar, sintiendo que el peso de las circunstancias los separaba más de lo que deseaban.

—Llámame si necesitas algo, ¿de acuerdo?

Asentí, forzando una sonrisa.

—Lo haré.

Con un adiós silencioso, Joe se alejó hacia su auto, dejándome sola en la entrada de mi casa, con el murmullo de las luces de Hollywood y el eco de la imagen viral que amenazaba con cambiar todo lo que habíamos vivido juntos.



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En el texto hay: stranger things, actriz famosa, joekeery

Editado: 16.06.2025

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