Después de una larga jornada, decidimos relajarnos con una pizza caliente. Mientras yo salía del baño, Joe ya había organizado todo; la mesa estaba lista y la pizza pagada. Nos sentamos a disfrutar, sumergiéndonos en la conversación animada que siempre caracterizaba nuestras reuniones.
De repente, como si un interruptor invisible hubiera sido accionado, la habitación quedó sumida en la oscuridad. El corte de luz fue repentino y misterioso, interrumpiendo nuestro momento de tranquilidad. Me levanté de la mesa con curiosidad y decidí investigar la causa del problema.
Al llegar al lugar donde se encontraba el panel eléctrico, me encontré con una escena inesperada: cables mordidos y desgarrados. Siguiendo los rastros, descubrí que unas ratas habían invadido el sistema eléctrico, causando el apagón. Era evidente que habían sido ellas las responsables del inoportuno corte de energía.
Mientras trataba de entender cómo resolver aquel inconveniente, mi mente se llenaba de preguntas. ¿Cómo habían llegado las ratas hasta allí? ¿Qué otras sorpresas nos deparaba la noche? Con la luz de mi celular como única guía, me dispuse a buscar una solución para restaurar la electricidad y devolvernos la normalidad
—¡Vaya, qué manera más inesperada de interrumpir nuestra cena! —exclamó Joe con sorpresa mientras yo regresaba con la linterna del celular en mano.
—Sí, parece que las ratas decidieron jugar con los cables eléctricos justo en el momento menos oportuno —respondí, intentando iluminar el panel con la luz tenue.
—¿Ratas? ¿En serio? —preguntó Joe con incredulidad.
—Así es, mira aquí —dije señalando los cables parcialmente roídos que pendían del panel—. Parece que se les ocurrió cortar la electricidad esta noche.
Joe asintió con resignación.
—Bueno, al menos ahora sabemos la causa. ¿Crees que podamos solucionarlo pronto?
Antes de que pudiera responder, el sonido del celular interrumpió la conversación. Saqué el dispositivo del bolsillo mientras Joe me observaba con curiosidad.
—Es Ben Barnes —dije, sorprendido por la llamada entrante.
—¿Ben Barnes? ¿El mismo de la fiesta? —preguntó Joe, interesado.
Asentí mientras respondía la llamada. La voz de Ben resonó del otro lado, preguntando por qué la reunión de mañana había sido cancelada. Mientras intentaba explicarle la situación, Joe se acercó para escuchar también.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Joe en un susurro, mientras mantenía la mirada fija en mí.
—Voy a intentar reconectar estos cables dañados y ver si logramos restaurar la luz —respondí, moviendo mi atención de nuevo al panel, mientras el llamado de Ben seguía sonando en mi oído, añadiendo una capa más de tensión a la situación.
—¿En serio te llama ahora para eso? Estamos en medio de un problema aquí —intervino Joe con un tono de molestia evidente en su voz.
Ben Barnes, sin darse cuenta del tono de Joe, continuó preguntando sobre la situación con las ratas y por qué Joe estaba en mi casa a esa hora de la noche.
—Joe, ¿estás ahí? —preguntó Ben, intentando obtener una respuesta.
Antes de que Joe pudiera responder, Ben añadió algo inesperado:
—Oye, por cierto, ¿te gustaría salir conmigo el sábado?
El rostro de Joe se tornó de sorpresa a indignación en un instante. Sin decir una palabra más, agarró el celular de mis manos y colgó abruptamente.
La habitación quedó en un incómodo silencio mientras Joe miraba el teléfono con expresión seria, claramente molesto por la interrupción y la propuesta inapropiada de Ben.
Después de que Joe colgó el teléfono de manera abrupta, decidí concentrarme en resolver el problema con los cables eléctricos. Con cuidado y paciencia, reconecté los cables dañados y restauré la electricidad en la casa. La luz volvió poco a poco, disipando la oscuridad que había envuelto la habitación.
Una vez completada la reparación, me acerqué a Joe, quien parecía aún molesto por lo ocurrido. Intenté hablar con él para aclarar las cosas, pero él se mantuvo reservado y distante. Sin decir mucho más, se despidió y se fue a su casa visiblemente disgustado.
Me quedé sintiendo una mezcla de frustración y preocupación por cómo las cosas habían terminado entre nosotros esa noche, deseando haber encontrado una manera mejor de manejar la situación.
Después de que Joe se fue visiblemente molesto, me quedé sola en casa con la pizza que originalmente íbamos a compartir como cena. La habitación estaba iluminada nuevamente y el silencio que llenaba el espacio contrastaba con la tensión anterior. Me senté a comer, reflexionando sobre lo sucedido y preguntándome cómo podríamos resolver las cosas entre Joe y yo después de esa noche tan complicada.
Después de un rato, justo antes de prepararme para dormir, recibí un mensaje de Joe. El tono del mensaje era conciliador y pedía disculpas por haber reaccionado mal antes. Me tomé un momento para leerlo, sintiendo un alivio por su gesto de arrepentimiento.
Ahora era yo quien se sentía molesta por todo lo sucedido. Aunque apreciaba la disculpa de Joe, todavía estaba afectada por cómo las cosas habían transcurrido esa noche.
Decidí no responder al mensaje de Joe y simplemente fui a dormir. Necesitaba tiempo para procesar todo lo que había pasado y reflexionar sobre cómo abordar la situación con claridad en el futuro.
Justo cuando estaba lista para sumergirme en el mundo de los sueños, mi tranquilidad fue interrumpida por el sonido insistente del teléfono. Era Joe llamándome, despertándome abruptamente.
—¡Hola! ¡Por fin contestas! —dijo Joe.
—Perdón por no responder antes, Joe. He estado bastante desconectada.
—No te preocupes, entiendo. Necesitaba hablar contigo urgente. Tuve un accidente en el auto, pero tranquila, estoy bien. Estoy en el hospital ahora.
—¡Dios mío, Joe! ¿Estás seguro de que estás bien? ¿Qué pasó exactamente?
—Fue un susto más que otra cosa. El auto sufrió daños, pero yo solo tengo algunos rasguños. Los médicos están revisándome, pero todo parece estar bien.