Después de despedirme de Joe con una promesa de regresar pronto, salí de su casa con la mente todavía llena de la escena inesperada que acababa de presenciar. Cerré la puerta suavemente detrás de mí y caminé hacia mi auto estacionado cerca de la entrada.
Sacando mi teléfono, revisé el mensaje de Joseph Quinn con la dirección que había enviado. Era tiempo de actuar y cumplir con la promesa de ayudar a Joseph con su peculiar solicitud. La noche era fresca y tranquila mientras me dirigía hacia mi automóvil, el brillo de las luces de la ciudad destacando las calles vacías a esta hora nocturna.
Subí al auto y ajusté el retrovisor, preparándome mentalmente para el trayecto hacia la dirección proporcionada. Cada giro y cada señal de tránsito se convirtieron en un recordatorio constante de la misión que tenía por delante, mientras el motor cobraba vida con un suave ronroneo.
El camino hacia la dirección de Joseph sería un nuevo capítulo en esta noche llena de giros inesperados, un paso más hacia la aventura que parecía haber entrado repentinamente en mi vida. Con determinación, ajusté la música suavemente de fondo y comencé a manejar hacia el destino que había sido trazado por la voz entusiasta al otro lado del teléfono.
El camino hasta la casa de Joseph pareció transcurrir en un abrir y cerrar de ojos, impulsado por la anticipación y la curiosidad sobre cómo iba a ser esta inusual misión de ayudarlo a conquistar a Milu. Al llegar, aparqué frente a su casa iluminada por la luz de la noche, respirando profundamente antes de salir del coche.
Caminé hacia la puerta principal, mi mente repasando mentalmente algunos consejos que podría ofrecerle a Joseph. Antes de que pudiera tocar el timbre, la puerta se abrió de par en par, revelando a Joseph, que parecía estar esperando con nerviosismo y emoción evidentes en su rostro.
—¡Hola! —exclamó Joseph, su voz ligeramente nerviosa pero animada—. ¡Qué bueno que llegaste! Estaba ansioso por verte.
Sonreí y le di un abrazo amistoso.
—Hola, Joseph. Estoy aquí para ayudarte a conquistar a Milu —dije con una mezcla de determinación y diversión por la situación inusual en la que nos encontrábamos.
Él asintió con entusiasmo, invitándome a entrar mientras explicaba rápidamente cómo había preparado el escenario para nuestra reunión. Sus ojos brillaban con la emoción de la posibilidad mientras discutíamos estrategias y detalles, preparándonos para lo que prometía ser una noche memorable y llena de desafíos románticos.
Después de entrar en la casa de Joseph, nos sentamos en la acogedora sala de estar, ambos con una taza de café en la mano, listos para planear cómo impresionar a Milu.
—Entonces, Joseph —comencé, pensando en los consejos típicos pero efectivos para conquistar a una mujer—. Lo primero es ser tú mismo. Milu apreciará tu autenticidad y sinceridad.
Joseph asintió, tomando nota mental.
—Claro, ser yo mismo. Eso tiene sentido.
—Y también es importante mostrar interés genuino en ella -continué, recordando lo crucial que era la conexión emocional-. Escucha atentamente lo que dice y hazle preguntas que demuestren que te importa conocerla mejor.
Joseph asintió de nuevo, pareciendo más seguro con cada consejo.
—Entiendo. Mostrar interés genuino y escucharla. Lo tengo.
—Y por último —agregué con una sonrisa, queriendo asegurarme de que estuviera preparado para todo—. No tengas miedo de ser un caballero. Pequeños gestos como abrirle la puerta o ofrecerle tu abrigo pueden marcar la diferencia.
Joseph sonrió, visiblemente más relajado.
—Gracias por estos consejos. Creo que estoy listo para esto.
Ambos nos levantamos, preparados para enfrentar el desafío de conquistar el corazón de Milu con la determinación y los consejos que acababa de compartir.
Sin perder tiempo, nos dirigimos hacia el auto de Joseph estacionado afuera. Después de asegurarnos de que todo estuviera listo, nos subimos y Joseph empezó a manejar con determinación rumbo al hotel donde Milu se encontraba hospedada.
El motor del auto ronroneaba suavemente mientras nos desplazábamos por las calles nocturnas de la ciudad. Aunque el ambiente dentro del auto era tenso con la expectativa, la emoción de la misión nos mantenía enfocados y listos para cualquier eventualidad que pudiera surgir.
—Estamos en camino —mencionó Joseph con determinación.
Sus ojos fijos en el camino, pero su mente claramente enfocada en el objetivo que teníamos por delante.
Asentí con una mezcla de nerviosismo y anticipación, preparado para ver cómo se desarrollaría esta aventura que habíamos emprendido juntos. Observaba por la ventana, notando las luces de la ciudad que parecían deslizarse junto a nosotros mientras nos acercábamos cada vez más al lugar donde nuestras esperanzas y estrategias se pondrían a prueba.
Muy dentro de mí, sentía que había algo que no cuadraba en la situación en la que nos encontrábamos, pero no tenía idea de qué era o por qué me sentía de ese modo. Quizás era la preocupación por haber dejado solo a Joe, quizás podríamos haberlo traído a la aventura, pero nunca se me había cruzado por la cabeza ese detalle.
El auto de Joseph se detuvo frente al imponente hotel donde Milu supuestamente se encontraba hospedada. Bajamos del auto con una mezcla de nerviosismo y anticipación palpable en el aire nocturno. Caminamos juntos hacia el mostrador de recepción, donde un hombre amable nos recibió con una sonrisa profesional.
—¿Podríamos hablar con Milu? —pregunté directamente, intentando mantener la calma a pesar de los latidos acelerados de mi corazón.
El hombre en el mostrador frunció ligeramente el ceño mientras revisaba su computadora.
—Lo siento, señora, no tenemos a nadie registrado con ese nombre aquí en este momento —respondió con una cortesía apacible pero firme.
Dos cosas me shockearon en ese momento, pero la más importante para mí fue escuchar "señora".