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Una noche de terror

Al llegar a nuestro pasillo del hotel, Joe comenzó a sentir arcadas cada vez más intensas. Temí que pudiera vomitar en medio del lugar, así que rápidamente le cubrí la boca con mi mano mientras lo guiaba hacia nuestra habitación.

Sus pasos eran vacilantes y su rostro estaba pálido por la fiebre y el malestar. Con cada paso, las arcadas se intensificaban, y era evidente que Joe estaba luchando por contenerse.

Finalmente, llegamos a la puerta de nuestra habitación. Joe se apresuró a abrir la puerta del baño mientras yo lo seguía de cerca. Sin tiempo que perder, se inclinó sobre la bañera y vomitó con fuerza, liberando todo el malestar que había estado acumulando.

Joe se apoyó contra la pared del baño, respirando agitadamente mientras yo le sostenía la espalda con preocupación. Una vez que terminó, lo ayudé a enjuagarse la boca y a limpiarse el rostro, asegurándome de que estuviera lo más cómodo posible dadas las circunstancias.

—¿Te sientes un poco mejor ahora? —pregunté con preocupación.

Joe asintió débilmente, demasiado exhausto para hablar mucho.

Aquí tienes una redacción para esa situación:

Después de que Joe terminara de vomitar en el inodoro, me apresuré a limpiar la bañera meticulosamente y enjuagar cualquier residuo con agua. Una vez que estuvo limpia, la llené con agua tibia hasta la mitad, asegurándome de que la temperatura fuera reconfortante.

Con cuidado, ayudé a Joe a levantarse y lo guié con delicadeza hacia la bañera. Se sentó con precaución en el agua tibia, su rostro todavía mostraba signos de malestar y agotamiento. Me senté a su lado, sosteniendo su mano con suavidad mientras empezaba a pasar una esponja por su frente para ayudar a bajarle la fiebre.

Joe cerró los ojos, apreciando el alivio del agua tibia que parecía calmarlo un poco. Nos sumergimos en un silencio reconfortante, interrumpido solo por el sonido suave del agua mientras yo continuaba refrescando su frente y sus brazos con la esponja.

—Intenta relajarte, Joe. Estás seguro aquí. Vamos a hacer que te sientas mejor —dije tratando de tranquilizarlo.

Joe asintió ligeramente, dejándose llevar por el momento de calma y alivio que la bañera proporcionaba. A medida que el agua tibia comenzaba a surtir efecto y su respiración se hacía más regular, me sentí aliviado de verlo un poco más cómodo después de la difícil situación que acabábamos de pasar juntos.

Joe me miró con ojos apagados y negó lentamente, su expresión de malestar era evidente en la curvatura tensa de sus labios. Con cuidado, se acercó al borde de la bañera, las arcadas amenazando con volver a surgir, pero se calmó y tragó saliva sonoramente.

—Me siento muy mal... No debimos jugar con la bebida.

Asentí más de una vez.

—No, lo sé... ¿Te sientes mejor? —pregunté acariciando su cabello.

Él asintió mirándome a los ojos.

—Me gustaría besarte, pero esto es asqueroso —dijo divertido.

Solté una risita y asentí.

—Es asqueroso.

Me acerqué, corrí un poco su cabello y dejé un beso en su frente. Él me miró a los ojos y sonrió débil.

Después de que Joe dejara de vomitar cerca de la bañera, me apresuré a ayudarlo a salir con cuidado. Suspiré al notar lo débil que estaba, pero me enfoqué en mantenerlo estable mientras salíamos del baño.

—Vamos, Joe. Te ayudaré a salir de aquí —comenté con cuidado.

Con brazos firmes, lo apoyé mientras salía lentamente de la bañera y caminábamos hacia la habitación. Cada paso era un esfuerzo, pero finalmente llegamos a la cama, donde lo acosté con suavidad.

Joe se dejó caer sobre las almohadas con un suspiro de alivio, sus ojos cerrados mientras intentaba recuperar algo de energía. Me aseguré de que estuviera cómodo, cubriéndolo con las mantas y asegurándome de que tuviera todo lo que necesitaba cerca.

—Descansa, Joe. Estás seguro aquí. Voy a cuidar de ti —dije tratando de tranquilizarlo.

Joe asintió débilmente, agradecido por el cuidado que le estaba brindando. Observé su respiración calmarse gradualmente mientras se sumergía en un sueño reparador, esperando que el descanso le ayudara a recuperarse de la fiebre y el malestar que había experimentado.

A la mañana siguiente, encontré a Joe descansando en la cama, visiblemente mejor pero con evidentes signos de resaca por la noche anterior. Decidí levantarme temprano para preparar un desayuno reparador que ayudara a revitalizarlo.

Con cuidado, me dirigí a la cocina y comencé a preparar su desayuno favorito: huevos revueltos con aguacate y tostadas de pan integral. Mientras cocinaba, el aroma del café recién hecho llenaba la cocina, creando una atmósfera acogedora y reconfortante.

Después de unos minutos, coloqué el desayuno en una bandeja junto con una jarra de jugo de naranja fresco y una taza de café caliente. Con la bandeja en las manos, regresé a la habitación de Joe y coloqué la bandeja en una mesita junto a la cama.

—Buenos días, Joe. Espero que te sientas mejor. Preparé algo para que te ayude a empezar el día como nuevo —dije suavemente.

Joe, con una sonrisa agradecida, se sentó lentamente y tomó un sorbo de café, agradecido por el gesto de atención y cuidado después de la noche difícil que ambos habíamos pasado juntos.

Al final del desayuno, mientras Joe terminaba de saborear los últimos bocados, me miró con una expresión sincera.

—Oye, ¿podrías hacerme un favor? —preguntó.

Asentí un poco confundida por lo que me estaba diciendo. Tenía miedo de lo que podría pedir.

—Claro, ¿qué necesitas?

—No sé si te diste cuenta anoche... Estaba tan mal que no pude darte un beso. ¿Podrías dármelo ahora? —Sonrió débilmente.

Una cálida sensación de ternura se apoderó de mí al escuchar su solicitud tan honesta y vulnerable. Primero que nada, no pude evitar soltar una risita divertida y luego me acerqué con suavidad y le di un beso suave en la mejilla, asegurándome de no presionarlo más de lo necesario.



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En el texto hay: stranger things, actriz famosa, joekeery

Editado: 28.09.2025

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