La confitería parecía haberse transformado en un campo minado de emociones cuando me acerqué a Joe y Maya. Su expresión al verme fue una mezcla de incredulidad y decepción, y antes de que pudiera abrir la boca, Joe habló con voz cargada de emotividad.
—¿Cómo pudiste hacerme esto? —dijo Joe con un tono que dejaba claro que se sentía traicionado.
Intenté hablar, pero Joe continuó, su voz subiendo ligeramente en intensidad.
—Te he llamado, te he buscado, y luego te encuentro aquí, con él... —Joe se detuvo un momento, mirando fijamente a Ben, quien estaba saliendo de la confitería—. Diciéndome que no estabas con él, cuando claramente... —su voz se quebró ligeramente, incapaz de terminar la frase.
Me sentí abrumada por una oleada de culpa y tristeza. Traté de explicarle, de contarle la verdad, pero cada intento parecía empeorar las cosas. Maya permanecía en silencio a su lado, observando la escena con una expresión seria.
—Joe, por favor, escúchame —murmuré, deseando que entendiera.
Joe negó con la cabeza una vez más, su mirada aún fija en mí como si tratara de descifrar cómo todo había llegado a este punto.
—No puedo creer que me mintieras así. Pensé que éramos mejores que esto —dijo Joe, su voz temblando ligeramente por la emoción reprimida.
Mis manos se aferraron al borde de la mesa, sintiendo cómo las palabras de Joe cortaban profundamente.
—No mentí, Joe. Hubo un malentendido... —intenté defenderme desesperadamente.
—No quiero escuchar más excusas —dijo Joe con firmeza, girándose para alejarse.
Maya me miró brevemente antes de seguirlo, dejándome sola con mis pensamientos tumultuosos y el eco de las palabras no dichas.
Me senté en la mesa, sintiéndome devastada por la brecha que se había abierto entre nosotros. La confusión y la tristeza me envolvieron mientras reflexionaba sobre cómo un malentendido había llevado a una pérdida tan dolorosa.
Después de la intensa confrontación con Joe en la confitería, me sentí desolada y perdida. Miré alrededor buscando algo de consuelo, cuando de repente, Maya regresó a mi lado, su expresión revelando una mezcla de determinación y comprensión.
—Sé que las cosas están difíciles ahora mismo, pero Joe me pidió que me quedara contigo. Dijo que no te dejara sola —dijo Maya en voz baja, sentándose frente a mí con una mirada compasiva.
Sus palabras me tomaron por sorpresa. No esperaba este gesto de apoyo después de todo lo que había pasado.
—¿De verdad? —murmuré, sintiendo una oleada de gratitud y alivio.
Maya asintió con una sonrisa suave.
—Sí. Creo que ambos necesitan tiempo para procesar lo que ha sucedido, pero no estás sola en esto —añadió, colocando una mano reconfortante sobre la mía.
Sentí un nudo en la garganta, agradecida por su presencia y por el gesto de Joe, que aunque no estuviera presente físicamente, había encontrado una manera de estar ahí para mí en un momento tan difícil.
—Gracias, Maya. Significa mucho para mí —dije sinceramente, encontrando consuelo en su compañía.
Pasamos un momento en silencio, absorbiendo la tranquilidad relativa que había vuelto a la confitería. El bullicio de las conversaciones a nuestro alrededor parecía desvanecerse mientras reflexionaba sobre la complejidad de las relaciones humanas y la capacidad de las personas para apoyarse mutuamente incluso en momentos de conflicto.
Después de la tensa situación en la confitería, Maya y yo decidimos caminar un poco por el parque cercano para alejarnos del bullicio y encontrar un momento de paz. El sol comenzaba a ponerse, tejiendo tonos cálidos entre los árboles, mientras nos sentábamos en un banco apartado.
El silencio entre nosotras se prolongó por un momento, cada una perdida en sus pensamientos sobre lo que había ocurrido con Joe y la complejidad de las emociones involucradas. Finalmente, fue Maya quien rompió el silencio con una pregunta cargada de curiosidad y preocupación.
—¿Qué es lo que realmente sientes por Joe? —preguntó Maya en voz baja, su mirada buscando la mía con una mezcla de ternura y seriedad.
Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero decidí ser honesta con ella. Respiré hondo antes de responder.
—Estoy completamente enamorada de él, Maya —dije sinceramente, sintiendo cómo mis palabras resonaban en el aire entre nosotras.
Maya se quedó en silencio, sus ojos revelando su sorpresa y desconcierto ante mi confesión. Durante un instante, pareció procesar mis palabras, dejando que la revelación se asentara en su mente.
—No tenía idea... —murmuró finalmente, su voz casi un susurro mientras buscaba las palabras adecuadas—. Creí que eran amigos, pero jamás imaginé que...
Me sentí vulnerable pero aliviada al haber compartido finalmente mis sentimientos con ella.
—Lo siento, Maya. No quería que te sintieras incómoda. Es solo que... —comencé a disculparme, pero Maya me interrumpió suavemente.
—No, no te disculpes. Es solo que... nunca lo había considerado de esa manera. Joe nunca me ha hablado de esto —dijo Maya, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y reflexión.
—Lo sé... —Solté un suspiro de mis adentros—. La idea era que nadie lo supiera, bueno, en realidad, no somos algo.
La conversación se quedó suspendida en el aire, dejando espacio para que ambas procesáramos la nueva dinámica que se revelaba entre nosotras.
El crepúsculo envolvió el parque con su tranquilidad, mientras yo esperaba la respuesta de Maya, preguntándome cómo afectaría nuestra amistad esta nueva comprensión mutua.
Después de mi confesión sincera sobre mis sentimientos hacia Joe, el aire entre Maya y yo parecía cargado de una comprensión recién descubierta.
El sol comenzaba a descender en el horizonte, pintando el cielo con tonos suaves de naranja y rosa mientras permanecíamos sentadas en el banco del parque.
Maya miró hacia el horizonte por un momento, como si estuviera procesando todo lo que acababa de decirle. Luego, lentamente volvió su mirada hacia mí, sus ojos expresando una mezcla de sorpresa, aceptación y algo más que no pude identificar de inmediato.