Fall: El manuscrito de Clarie Lawrence

Capitulo III: La niñera

Febrero 4

Hayes Hale

7: 20 a.m 

Harry está horriblemente inclinado sobre la mesa de mi departamento. Quiero advertirle que está por echar su café sobre los manuscritos de romance pero me abstengo a hacerlo pues sé que si lo hace se volverá loco y yo podré reírme de él.

—¿Estás hablando en serio? ¿Una niñera para los niños? ¿Contrataste a una niñera?—repite por decima vez—¡Estoy sorprendido! tú, papá oso que no deja que sus hijos sean tocados por extraños decidiste contratar una niñera para tus dos "tesoros" 

—¿Hay algo malo en eso?—continuo leyendo el curriculum de Caelan—Mis padres cuidan de Isaac y Eleanor casi todos los días, debo quitarles la responsabilidad. 

Quito mi mirada del documento para llevarla hasta mis dos hijos que se encuentran en el sofá viendo televisión. Isaac mantiene su vista sobre la televisión mientras delicadamente come de su papilla, las inevitables ganas de llorar sa instan en mí recordándome que mi hijo está por cumplir los cinco años y que ya no me necesita para darle de comer.

Harry deja su café a un lado para arrebatarme el currículum de la nueva niñera de mis hijos.

Él tiene razón, soy un padre paranoico y celoso, si quieres tocar a mis hijos prácticamente tienes que ser demasiado importante, debes lavarte bien las manos y yo debo estar observandote. Dejar a mis hijos con Caelan definitivamente será una locura total para mí.

—Aquí dice que ella no cumplirá los dieciocho hasta dentro de dos meses—comenta Harry mientras lee el documento—Es menor de edad.

—Lo sé, por eso la contraté de niñera, ese es un trabajo legal para ella. Hice todas las averiguaciones previas de ella:

«Donde vive, quien es su familia, antecedentes, todo y está limpia»

Mi gemelo deja el papel a un lado y se dedica a observarme, sus ojos de color avellana me observan de arriba abajo. Las pequeñas diferencias físicas entre Harry y yo son prácticamente nulas. Supongo que eso tiene mucho que ver  la frecuencia con la que nos confunden.

—Okay, Hayes... Quiero que seas totalmente honesto conmigo porque yo lo soy contigo...¿Estás seguro que no la contrataste para acostarte con ella? Luce muy bonita y...

—¿Qué?—lo interrumpo viéndolo indignado—¡Claro que no la contraté para acostarme con ella!—trato de no alzar demasiado la voz— Ya una vez me acosté con una chica menor de edad y no salió bien. No estoy buscando darle madre a mis hijos así que ahora las mujeres no me interesan.

Harry me mira incredulo y lo entiendo. Toda mi vida había amado a las mujeres pero tuve que dejar de hacerlo, deje de acostarme con cuánta chica se pusiera en frente pues en cuanto yo les invitaba a una cita y les decía que tenía dos hijos ellas huían despavoridas.

—No te ofendas pero no puedo creerte—lo escucho murmurar.

—No pretendo que me creas—reuno todos sus manuscritos y los pongo sobre sus manos arrebatándole el papel—Ahora, si me disculpas Caelan vendrá en unos minutos.

—Te esperaré para irnos juntos al trabajo—murmura mientras mira a mis hijos—¿No te da tristeza saber que en unos meses ellos empezarán a ir a la escuela?

—Aun no estoy seguro de querer enviarlos—me sincero—Haremos las pruebas de a qué sala irán en unos meses, así se definirá si deben estar en la sala de cinco o seis años.

La ansiedad se instala en mi de tan solo pensar que deberé dejar a mis hijos en el jardín de niños y así comenzará su etapa escolar. Eso me pone ansioso.

Me muevo por mi departamento preparando mis cosas para el trabajo. Me gustaba mi departamento, las paredes tienen un lindo tono blanco, para mí fortuna se mantiene así, al menos en su mayoría a excepción de las pequeñas partes dónde Eleanor a dibujado a nuestra pequeña familia. Los ventanales me daban una linda vista de todo Londres cosa que yo adoraba.

Escucho el timbre sonar así que me encamino hasta la puerta, al abrirla una larga cabellera rubia despeinada está al otro lado. Caelan hoy lucía diferente al día donde fue en busca del trabajo, hoy traía puesto un vestido que le llegaba un poco arriba de la rodilla de color vino, encima traía una chaqueta que la hacía ver más elegante. El escote de su vestido me resultaba llamativo y, sin darme cuenta mantuve mi vista en ella por más tiempo de lo debido.

—Buenos días, señor Hale

—Buenísimos—respondo en un balbuceo —Vaya ¿Dónde es la gala?—pregunto en voz alta.

—¿Disculpe?

Rápidamente me recupero mi postura  y aclaro mi garganta.

—Digo, buenos días señorita Lawrence, llega muy temprano.

—Me gusta estar antes—me hago a un lado para que ella entre a mi hogar, a pasos lentos se adentra a mi casa, pero antes de siquiera llegar a la sala se detiene y hace un raro movimiento con las manos.

—Eh...¿Que estás...?

—Se llama orar y agradecer haber llegado a un lugar con bien—la observo quitar su chaqueta dejando resaltar más el escote de su vestido. Londres es frío pero en este momento no es lo que siento.

Harry camina hasta mí con su vista fija en una página.

—Hayes ¿No debiste haber hablado con la mamá de...?—lentamente recorre desde los pies hasta la cabeza de Caelan.

—Oh, no puede...—Caelan suelta un chillido al ver a mi hermano—Usted es Harry Hale ¡Harry Hale! Oh, amo sus libros son increíbles son...—parece tranquilizarse—Buenos días, señor Hale.

— Buenísimos...—murmura Harry aún observandola—¿Así que eres mi lectora? No tenía idea que la niñera era mi lectora... Ni que fueras tan bonita, ni...—golpeo discretamente y con fuerza a Harry quien acaba soltando un gritito—¡Mierda!

¡Grosería!—mis dos hijos corren hasta nosotros para acusar a Harry—A papi no le gusta que digan groserías—murmura Isaac, sus mejillas están sonrojadas mientras observa a Caelan—Hola...

Alzo una ceja cuando Caelan se pone a la altura de mi hijo y besa su mejilla cosa que hace que Isaac se ponga aún más rojo de lo que ya estaba. La venita de los celos no tarda en hacer presencia, tomo la mano de mi hijo y tiro de él para acercarlo a mi.




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