Fallens

Capítulo #48-Ecos del origen

FALLENS

Capítulo #48 – Ecos del Origen

El silencio que siguió a la caída del orco fue tan denso como la niebla que comenzaba a arrastrarse entre los árboles. Pero no todos celebraban. A unos metros de distancia, tras el tronco de un roble antiguo, Soneris que había observado el combate desde el sombrio lugar fruncía el ceño.

—Así que la espada ha despertado la verdadera escencia de su portador... —murmuró con voz rasposa—. Tal como lo predijo el conde black lukar. Él no tiene todos sus recuerdos pero a medida que los va recuperando se va haciendo más fuerte y poderoso, pronto lo recordará todo.

Mientras tanto, Kensel limpió la hoja de Grial, aún sin comprender por completo lo que acababa de suceder. La espada seguía vibrando levemente en su mano, como si respondiera a una energía ancestral, latente bajo su superficie metálica. Lirian, percibiendo la tensión en él, se le acercó con cautela.

—Kensel... ¿estás bien?

—Sí... sólo... —guardó silencio un instante, observando la sangre verde del orco evaporarse en la tierra como si nunca hubiera estado allí—. Algo está cambiando. En mí. En esta espada. Lo sentí durante el combate… como si ella me guiara.

Zila intercambió una mirada con Alan. Había oído leyendas de armas vivientes, artefactos forjados no solo con fuego y acero, sino con esencia divina o maldita. Y Grial... ahora lo veía con otros ojos.

—Kensel, necesito que me digas la verdad —dijo Zila, su tono serio—. ¿De dónde proviene esa espada?

—No lo sé. Yo la recupere de unos ladrones de antigüedades y desde entonces me han pasado muchas cosas inexplicables y siento que ya no soy el mismo de antes. La verdad no tenía intenciones de volver a portar una espada, tenía una extraña sensación de que cuando la usara… cambiaría todo.

Antes de que pudieran decir algo más, una ráfaga helada los envolvió. Todos se giraron al mismo tiempo. Un zumbido grave, casi imperceptible, comenzó a llenar el ambiente. El aire se volvió denso. De entre los árboles emergió la figura de Soneris, caminando con paso firme, como si la propia tierra se apartara a su paso.

—Has despertado al escuchar el canto, Kensel —dijo con voz profunda—. Ahora... el equilibrio se ha roto.

Kensel dio un paso al frente, interponiéndose entre sus amigos y la figura.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?

—Mi nombre es Kaelgor. Soy un demonio oscuro y he poseído el cuerpo de esta elfo por voluntad propia. Legendario no quiero luchar… Solo quiero que te apartes de mi y no me atormentes más. Esa espada que llevas no es un regalo... es una condena de muerte para mí, Grial fue creada para aniquilar el mal y mantener un equilibrio. Pero ahora que la has usado nuevamente... otras fuerzas lo han sentido y se acercan.

—¿Qué quieres decir con “mantener el equilibrio”? —preguntó Alan, frunciendo el ceño.

—Pronto lo sabrán. Todos lo sabrán…

—Demonio puedo percibir mucho dolor y sufrimiento en el alma de esta elfo. Le preguntaré a ella y dejarás que solo ella responda o te atendrás a las consecuencias.

Soneris ¿quieres que te libere de tu huésped o quieres mantenerlo contigo?

—por, por favor haz que me deje libre.

Es ese momento el cielo se vio invadido por muchas aves negras.

Koelgor quiero que abandones el cuerpo de esta mujer ahora. Te lo ordeno…

—Maldito seas SIskan rompo el pacto que encadena el alma de esta mujer.

Las cadenas de la lámpara se rompieron y un estruendoso ruido salió.

—respondió Kaelgor, y con un gesto de su mano, su cuerpo se desvaneció en una cortina de humo negro.

El grupo se quedó inmóvil, procesando las palabras del misterioso intruso. Un escalofrío recorrió sus cuerpos pero Kensel solo miro hacia el horizonte Soneris cayó desmayandose lentamente, Kensel la sostiene en sus brazos.

Porque si lo que dijo Kaelgor era cierto… la batalla contra el orco solo reafirmaba lo que le acontecería.




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