En medio de la fiesta, el horror se reveló.
—¿Crees que este vestido combina perfectamente con la temática de la fiesta? —le pregunto a mi mejor amiga, Mysie, que está acostada en mi cama escribiendo algo en su teléfono, yo sigo admirando el vestido de encaje negro frente al espejo de cuerpo entero de mi habitación.
—¡Rodric no responde a mis mensajes! —se queja, arrojando su teléfono contra la puerta de mi habitación. Se sienta en mi cama, levantando las manos con frustración a la vez que suelta un grito.
—¡Dijimos que dejarías de estar con él! —replico, girandome para verla atarse su cabello castaño en un moño.
—Sí, lo sé, pero él es tan… tan maravilloso —suspira, cayéndose de nuevo sobre la cama. Me mira, señalándome con su dedo índice—. ¡Me encanta ese vestido! ¡Te queda increíble! —exclama, tratando de cambiar de tema.
—No cambies la conversación, Mysie Alexandra Kenne —la regaño. Ella resopla, frunciendo el ceño y poniendo los ojos en blanco.
—Sabes que odio mi segundo nombre —dice haciendo pucheros, cruzándose de brazos—. No hablemos más de mí. ¡Esta es una noche muy emocionante! ¡Tu estricto padre finalmente te ha dejado ir a una fiesta conmigo! —exclama, levantándose de la cama con una gran sonrisa en su rostro. Sus ojos marrones brillan de felicidad, se acerca y coloca ambas manos sobre mis hombros—. Ese vestido es perfecto y resalta tu hermoso cabello rojizo junto con tus ojos esmeralda. —Me hace girar de nuevo para mirarme en el espejo.
—Tengo que lucir deslumbrante esta noche —digo con incertidumbre—. Necesito llamar la atención de Alexandre —Mysie pone los ojos en blanco y me da un golpecito juguetón en la cabeza.
—Solo olvídate de tu obsesión con el capitán de fútbol —me regaña—. Sabes que su novia es Tifanny, la animadora —me recuerda, me giro para mirarla.
—Escuché que rompieron; es mi oportunidad —expreso con entusiasmo. Mysie se deja caer de nuevo en la cama.
—Hollis, cariño, no te hagas ilusiones. Dudo mucho que te preste atención después de todos estos años de instituto, sobre todo porque ahora estamos a punto de graduarnos —dice, dando unos cuantos golpecitos en la cama con la mano izquierda, me siento a su lado.
—Mysie —dejo caer la cabeza sobre su hombro y ambas nos miramos a través del espejo—. Estoy tan cansada de que me conozcan como la hija del sheriff en el instituto —me quejo.
—¡Oye, en realidad es genial! —empieza a acariciarme el cabello, soltando algunos mechones rebeldes de mi moño desordenado—. Ningún idiota se ha atrevido a meterse contigo, ni siquiera las chicas populares, ¡lo cual es genial! —intenta animarme.
—Es vergonzoso que mi padre me deje en el instituto en su coche de patrulla —digo, dejándome caer de espalda en la cama, Mysie estalla en carcajadas.
—Pero el hecho de que tu papá te lleve a la escuela no te quita tu sentido de la moda ni tu gran estilo —admite—. Mira el lado bueno, no todo el mundo tiene tan buen gusto.
El taxi se detiene a dos cuadras de la casa donde los estudiantes de la preparatoria de Falltown están celebrando la fiesta. Mysie le paga al conductor y ambas salimos del vehículo; comenzamos a caminar tranquilamente por las calles del pueblo. Mysie menciona que un amigo nos está esperando en la otra esquina, listo para llevarnos a la fiesta. A lo lejos, veo un Jeep CJ5 color azul petirrojo del año 1980.
Un chico de cabello castaño, que viste una remera gris con el logo de una serie que no logro identificar, está apoyado contra el Jeep con las manos en los bolsillos, la cabeza inclinada mirando sus gastadas zapatillas negras.
—¡Sybil! —grita Mysie, emocionada. El chico salta de la sorpresa, colocando su mano derecha sobre su pecho a la vez que abre los ojos de par en par, claramente sorprendido por el saludo entusiasta de Mysie.
—¡Casi me das un infarto, Mysie! —se queja el chico, visiblemente sorprendido.
—Sybil, sé que ya conoces a Hollis de vista —Mysie me señala con un gesto amplio—. Pero ahora te la voy a presentar formalmente en persona.
Sonrío de manera genuina y extiendo mi mano en un saludo. Ambos nos entrelazamos en un apretón de mano enérgico.
—Es un placer conocerte, Hollis —comenta con sinceridad, a la vez que agita nuestras manos rápidamente de arriba hacia abajo, repitiendo el movimiento.
Mysie aprovecha el momento para dar tres palmadas en el aire, como si quisiera resaltar la alegría del encuentro. Sybil, tras ese breve momento, me suelta la mano y la desliza nuevamente en el bolsillo de su pantalón, adoptando una postura más relajada.
—Muy bien, es hora de irnos. Quiero asegurarme de llegar a la fiesta a tiempo. —Mysie se dirige a la puerta del lado del pasajero.
Con un movimiento deicidio, la abrió, empujo el asiento hacia delante y me hizo una seña para que subiera al asiento trasero, Sybil rodeó el vehículo, tras un breve minuto, se subió al Jeep.
Subo al vehículo y Mysie hace lo mismo. Sybil conduce en silencio hacia la fiesta, que se lleva a cabo en una casa de dos pisos, que cuenta con un patio trasero que conecta con el bosque. Desde nuestra posición, tengo la vista clara de varias personas disfrutando en la piscina de la casa. Sybil encuentra un lugar para estacionar el vehículo, situándolo cerca de otros automóviles que ya se encuentran allí.
Los tres salimos del Jeep en silencio, sintiendo el eco de la música que resuena en la calle a medida que nos acercamos. El volumen de la melodía se eleva; cuando llegamos a la puerta principal, esta es abierta de un empujón por un chico del equipo de fútbol.
Se tambalea hacia un lado de las escaleras y, sin poder contenerse, vomita en una maceta que está repleta de lilas de un color vibrante, con la puerta bien abierta, tenemos una buena vista del interior de la casa; todos parecen estar sumidos en la fiesta, bailando, saltando y cantando al ritmo de la música.
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Editado: 13.02.2025