Recorro el campus con la vista pensando que los fines de semana en FISM pasa a ser una universidad más. Estudiantes practicando deportes, tomando el sol, haciendo tarea al aire libre, esas cosas que hacen normalmente los universitarios en sus campus. O que creo que hacen.
Todos parecen verse relajados, o es la sensación que me crea al vernos lucir ropa de civil, practicando actividades que de lunes a viernes no lo hacemos por nuestras obligaciones. O igual me causa este efecto el hecho de estar consciente que puedo salir de la academia estos días.
El ventanal refleja una silueta ingresando a la sala de espera, entonces abandono el paisaje y regreso a tomar asiento. Nos sentamos frente a frente, nos miramos unos segundos, al punto que sonrió para disimular mis nervios.
Miro mejor el suelo, distrayéndome en las figuras de la baldosa, en mis zapatos, en cualquier detalle que pueda encontrar en el suelo. Porque el contacto visual me pone nerviosa.
Para superar los miedos debes enfrentarlos, me repito ante la idea que se me cruza en la cabeza de hablar con chico que tengo frente.
¿Debería hablarme o no?
Si le hablo romperé con el silencio en esta sala, entonces quizás asi pueda hacer más amena la espera. Por otra parte si no le hablo, el silencio continuaría y la ansiedad me seguiría atacando hasta que me llamen.
-Hola.-saludé casi en un susurro, tan bajo que ni siquiera estoy segura de que me haya escuchado.
Eso ha sido un poco extremo para mi personalidad.
Levanta la cabeza. Por un momento creo que va a ignorarme al volver la mirada a la carpeta que revisaba, pero entonces la cierra y me dedica su atención.
-Hola.
El silencio vuelve a reinar entre nosotros y me doy un golpe mentalmente por no preparar el resto de la conversación.
Pensé que no me respondería. Sé que es malo juzgar pero su aspecto me daba vibras que era creído.
-¿Qué te ….?
-¿Quieres u…?
Hablamos al mismo tiempo. Al notarlo ambos nos tenemos sonriéndonos.
-¿Los nervios del lugar?-habla.
Asiento. Aunque como lo he dicho antes me incomoda soportar el silencio más que los nervios.
-No eres la única presa de este juego- se señala a sí mismo con su pluma.-siempre aparecen cuando menos los necesitas.
Abre de nuevo su carpeta y su atención otra vez se posa en ella.
Un par de frases no son suficientes para quitarme la sospecha: es un creído. Se le nota.
Pasas algunos minutos y un bostezo llega a mí confirmando mi aburrimiento..
-Si ese bostezo es de hambre, te invito una.-habla nuevamente el muchacho.
No comprendo que me invita hasta que abre una coja de rosquillas.
-¿Y si no lo es?-respondo.
-Igual, toma una, quiero una opinión para estar seguro de mi herramienta sorpresa ayudará en algo.
No comprendo que habla, porque la imagen de mi madre llega a mi mente.
“No aceptes nada de desconocidos” casi es como si pudiera escucharla a mi lado diciéndolo.
Desliza un poco más la caja hacia mi dirección entonces repaso entre las donas cual se va más apetitosas. Todas.
Tomo la dona glaseada de chocolate, con lo que parece ser nuez.
—Si sigues mirándome así, sospecharé que tiene algo —digo, notando su interés.
—Perdón, no era mi intención —responde, desviando la mirada hacia el techo—. Avísame cuando la pruebes, ¿de acuerdo?
Llevo la dona a mi boca y doy el primer mordisco. El chocolate despierta todas mis papilas gustativas, mientras las nueces crujientes equilibran los dulces sabores del relleno de mangar . Disfruto tanto la combinación que tomo otro bocado, saboreando cada pizca.
—Mmm... —murmuro aún con la boca medio llena—. Está muy buena.
Él me observa de nuevo, con una sonrisa triunfante en el rostro, y asiente con la cabeza.
—Ya gané —dice, mientras lo miro con curiosidad—. Ignora eso, cada dona tiene un relleno diferente, ¿adivina de es cada una?
—Ya que no puedo comérmelas todas-bromeo- me resinare hacerlo.
Así es como al no acertar en la mayoría el decide que lo mejor es presentarme a cada una de las seis donas que lo acompañan en esta sala de espera. Mientras lo escucho, una voz interrumpe.
—No sabes cuánto te he estado buscando —ambos alzamos la vista hacia la puerta—. Tenemos cambios de último momento.
Saco mi celular confirmando los mensajes y llamadas perdidas de Luann en la pantalla.
—Vamos, se nos hace tarde —dice, moviendo la mano para indicarme que la siga fuera de la sala.
Me pongo de pie, la sigo, pero me detengo en la puerta, miro hacia atrás.
—Gracias …. — digo, levantando el último trozo de dona que me queda esperando que me diga su nombre.
—Erick.
—Suerte Erick.
……………….
-Antes de ingresar tengo que decirte un par cosas.-frena de inmediato Luann apenas llegamos al edificio del club.
-Primero, no debes sentirte presionada por nada, sé que has venido de visita así que no te tomes tan enserio la insistencia que pueden presentar los demás, ¿ sí?
Afirmo.
-Segundo-parece incomodarle lo piensa expresar.-estaría bien que te limpiaras un poco.
Debo tener un gesto de incomprensión pues se lleve sus dedos a las comisuras de sus labios.
Pase un campus entero con resto de chocolate y migajas por la cara, no me lo creo, y recién me avisa.
Que bueno no me encontré a ningún conocido. Ya con ese hecho tambien limpio mi ropa deshaciéndome de cualquier migaja.
-Bienvenida al club FISM.-anuncia ya dentro.
Aquí una pequeña aclaración: No estoy en el club, aún no, Luaan me invito a pasar este día en el club, para explorarlo y conocer las diferentes actividades que desempeñan.
-No somos muchos, de ahí lo insistentes pero no nos quita lo agradable que somos, cualquier pregunta que tengas, de lo sea puedes hacérmela.-habla mientras recorremos el primer piso.
Nunca habia entrado a este edificio, ni siquiera recuerdo verlo visto antes, desde luego FISM es tan grande que sé que hay más lugares de los que desconozco.
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Editado: 03.06.2025