Esto no podía ser verdad.
Lo había pensado e imaginado tantas veces haciéndolo que cuando sucedió fue tan rápido, lo último que recuerdo fue observándolo a luz de la noche, su pecho contrayéndose, sus labios entreabiertos, sus ojos mirándome fijamente, nuestros cuerpos sin distancia alguna y de pronto me volví una espectadora, no tenía control de mis movimientos, mi mente estaba en blanco, pero algo se alojaba en mí, que suplicaba saciar ese deseoso, callar la incertidumbre y enfrentar ese anheló.
Deposite mis labios sobre los suyos, empecé a moverlos tan despacio que eran roces en un principio, insegura de si estaba haciéndolo lo correcto me adentre más, Jace no reaccionaba por lo que pensé que había cometido un error, me fui desprendiéndome de sus labios recogiendo mis movimientos a punto de romper nuestra conexión su cuerpo se inclinó más hacia mí, su mano en mi mejilla nos volvió acerca, ahora era él quien reclama mis labios.
Estaba relajada y no importaba mucho donde me encontraba porque a su lado, sintiendo su calor, disfrutando de su afecto hizo que todo desapareciera, pero era aquella vulnerabilidad era la que más atraía a mis demonios alias inseguridades.
Una voz susurraba que estaba cometiendo un error, la búsqueda por encontrarme se vería opacado por la atención que le daría a Jace, mis deseos serían modificados si lo dejaba entrar de esa manera y que hay de esas ganas de explorar el mundo ¿cómo lo hacía si convertía a Jace en el mío?
Me sentí tan confundida, tan frágil, incluso llegue a sentir molestia, me separe de Jace abruptamente, no dije nada ni espere a que lo hiciera, baje del árbol, y camine en ese sendero a ciegas tan rápido como pude.
Por mucho que escuchaba a Jace llamarme, no me detuve ni siquiera me atreví a mirar atrás porque los grises pensamientos no dejaban aumentar, cuando llegue a mi habitación esta me pareció demasiado pequeña, sus paredes tan delgadas y carecía de espacio, me tire a la cama y solté todo. Llore.
Llore del miedo, de la impotencia y la vergüenza que sentía, fragmentos de nosotros se reproducían junto con razones que exponían el riesgo que era Jace para mí, a la vez me sentía tan precoz, tan ridícula por derramar lágrimas hacia un miedo que me hacía ver como una egoísta.
La mañana siguiente desperté antes que la alarma sonara, me di un baño que pareció ser el mejor que me he dado en toda mi vida, mi cuerpo se sentía más ligero, como también mi mente, todo el ritual que conllevaba prepararme pareció tranquilizarme.
Como lo dije pareció, porque al salir de mi habitación volví a sentir la misma angustian de ayer, pero no podía faltar a clases así que de algún modo tenía que salir, volvía a los inicios donde me escabullía para no topármelo.
Agradecía que las primeras actividades del plan TITÁN no fueran tan pesadas, aún, porque traer la mente en las nubes y el corazón apretando limitaban mi concentración, admito que tuve que mentir para evitar ir a la cafetería o a el área común durante el receso.
Y no insistieron en hacerlo aunque parte de eso creo que fue porque almorzamos sin Mara, ya que ella pone la chispa del grupo o eso pienso, cuando la jornada termino, pase al departamento de Jim y Luann, que por cierto viven juntos, plantee la iniciativa de tarde estudios y todo lo demás comenzó a encajar a mi favor.
Cuando ya no puedo postergar más mi llegada al departamento, me resigno a irme, ni me apresuro a llegar para no encontrármelo. Al entrar me lo imagino esperándome en la sala para que le dé explicación, pero este no es caso. Ni un solo rastro de Jace.
Me duele, y no sé, porque cuando fui yo quien lo dejo plantado, supongo que debe ser la culpa.
Vuelvo a llorar cuando no puedo hablar con Nora, está muy ocupada que no quiero molestarla con mi drama, necesito hablar con alguien, tener una opinión sobre mis acciones.
Que torturarte es todo esto.
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-Me ayudas.- exclame a Mara para que me asegure el chaleco.
Me quedaba un poco flojo y las manillas de sujetar no quería ceder, era nuestra primera práctica en IPSC (Tiro Práctico), toda nuestra clase se asemejaba al grupo escolar en su primer día en el laboratorío de química.
Los lentos que se tomaban toda la clase para colocarse el equipo de seguridad (yo), los comentaristas detallando cada esquina del lugar, los fotógrafos capturando su primera visita, los arriesgados a ser regañados y vetados por su curiosidad, todo un caos.
Volvíamos a ser unos colegiales cuando no existía supervisión, la diferencia era que ser agentes en preparación había pulido nuestra disciplina haciendo que en menos de dos minutos el orden regresara.
-En las primeras prácticas siempre se acostumbra a tener junto a nosotros un tutor, esta no es la excepción, para realizar el proceso correctamente, resolver dudas y sobre todo respaldar la seguridad para todos .-exclamo la maestra moviéndose a la puerta – habrá un tutor para cada dos estudiantes y también mi ayuda si así lo requieren.
Empezaron a ingresar de uno en uno cada asistente, pero el séptimo trajo con él un mix de emociones con algo de nervios, mucho, aun cuando parecía que no me descubría entre mis colegas.
Desee que la clase se acabara en ese momento, que otra alarma se activara o que sucediera cualquiera cosa que nos obligara a suspender esta clase. Hace una semana casi dos que no veía Jace ni así de cerca ni tan directamente, pase de él y de sus mensajes, que enviaba diario, dentro del piso, no salía de mi habitación y si lo hacía a hurtadillas, hacia cualquier cosa para ocupar mi mente de pensarlo. Y lo lograba hasta que llegaba la noche y todo mi avance caía, para este punto no tenía la valentía ni mucho menos una solución.
Me designaron un tutor que no fue Jace, pero eso no me libro que me descubriera, cruzamos miradas, y antes que saliera corriendo decidí mantener mis ojos en mi actividad, relativamente puse atención, sin embargo, no por completo porque era inevitable no pensarlo más teniendo a unos cuantos pasos.
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Editado: 04.09.2025