Observo los girasoles pintados en el techo de mi habitación, me concentro en los detalles del dibujo. Son varios girasoles con un amarillo que pasa desde el marrón hasta mi tono favorito dentro del amarillo.
Llevo media hora mirando el techo. Con la intención de conciliar el sueño, la cual es una batalla que por experiencia sé que está perdida.
Me levanto de mi cama y apago el despertador que sonará dentro de unas horas. Me acerco a mi tocador y observo mi reflejo con atención, los círculos oscuros bajo mis ojos no son novedad para mi, no importa cuanto tiempo duerma- que siempre es muy poco- estas nunca se van.
Mis ojos de un color azul eléctrico son mi atractivo principal, mis pómulos altos y mis mejillas de una leve color rojo, lo suficiente para dar color a mi rostro pero no tanto para hacerme parecer sonrojada.
Y mis labios carnosos eran de un tono rojizo que me encanta, soy plenamente consciente de mi atractivo pero nunca lo he utilizado a mi favor, por lo menos no conscientemente.
Peino mis mechones castaños antes de recogerlos en un una cola alta y ordenada.
Me visto con mi ropa deportiva.
Salgo de mi habitación y me dirijo a la espaciosa cocina del apartamento.
Reviso la nevera y saco todo lo que necesito, preparo mi batido proteico, me dirijo al gimnasio del apartamento y entreno hasta estar agotada.
Estoy cansada, sudada y adolorida. LLegó casi a rastras a mi habitación para tomar una ducha revitalizadora.
Me visto para mi primer día en la universidad.
Preparo el desayuno y espero la aparición de mi hermana mayor.
Alayna aparece en la estancia con su minúsculo vestido de seda que hace llamar pijama y una bata, de seda también. Que insistió tanto en que le gustaba que se la termine comprando como regalo de cumpleaños.
-¿otra vez despierta desde temprano?- pregunta
-¿Tu que crees?
-Que responder una pregunta con otra es de muy mala educación.
Ignoro su comentario.
-Tu desayuno está listo, siéntate y come, no creo que quieras llegar tarde.
-Tienes razón, hoy llevo Fundamentos de la medicina en la universidad y no quiero llegar tarde.
Desayunamos en silencio a pesar de que había un tema flotando entre nosotras. Siempre es así, teníamos una regla tacita de no tocar temas sensibles entre nosotras, no teníamos ese grado de confianza entre nosotras.
-¿Stein va a tocar en tu cumpleaños?
Pregunto con molestia.
Ella y Stein no se llevan bien, he intentado de todo pero no hay forma de que puedan estar en una habitación sin matarse entre ellos.
-De hecho... Él no va a estar ese día y antes de que pienses mal de él tiene una muy buena razón para ello.
-Ilumíname...-
-Le salió un viaje con los chicos de la banda...
-¿Sabes? A veces pienso que eres demasiado inocente-
-¿A qué te refieres?-
-No me hagas caso Davyna, no me hagas caso. Me cambio y nos vamos para la universidad.
Salió disparada de la estancia y yo ignoré sus palabras.
Espere a que estuviera lista y nos dirigimos al estacionamiento del edificio y me monte en mi convertible amarillo.
-Llevo casi diecinueve años siendo tu hermana mayor y no entiendo el atractivo que le encuentras al color amarillo, corrección-Dijo alzando un dedo frente su rostro, como maestra regañando a sus alumnos- a todo aquello que porte ese color-
Me encogí de hombros sin apartar la vista de la carretera.
-El amarillo no da pie a la oscuridad, cuando se oscurece el color simplemente deja de ser amarillo para convertirse en mostaza o como le quieras llamar a ese color espantoso.-
-Me parece un color chillón y que daña la vista-
Sonreí, era consciente de su aversión a aquel color. Pero no podía hacer mucho para contrarrestarlo, mas de la mitad de mi armario tenia color amarillo.
Hoy usaba un vestido amarillo con unos tenis blancos y mi bolso, blanco con adornos en amarillo pastel.
-Entonces me disculpo por dañar su vista durante mucho tiempo.-
Estaciono el auto y bajamos.
Caminamos una al lado de la otra, la tensión creciendo en el ambiente.
-quizás la próxima vez debas manejar tu, Alayna.
-Nunca saque una licencia de conducir Davyna- la amargura en su voz no se hizo esperar.
Como acto reflejo baje la cabeza.
-No sabia... L-lo siento...-
Alayna se detuvo y yo la imité.
Puso su mano en mi mentón, nos miramos a los ojos.
-No bajes la cabeza, nunca lo hagas y mucho menos por algo que no es tu culpa. Davyna nada de esto es tu culpa y a veces tengo la sensación de que lo olvidas.-
Asentí, si hablaba me tiraría a llorar y no es algo que quiera hacer en mi primer día de Universidad.
-Debo irme, mis amigos esperan por mi. ¿Si sabrás cómo llegar?-
-No creo perderme.-
-Nos vemos luego- Se despidió.
Me sentía culpable de su dolor, y en parte lo era... claro que lo era.