Aurora.
Ser secretaria no es tan malo, en realidad, me ha ido mejor de lo que pensé que sería para mí.
Me he adaptado a la manera de trabajar de Zaak Deep, él tenía razón, el ambiente es mejor cuando trabajas con alguien que se adapta a ti y el señor Deep y yo realmente hemos coincidido.
Tecleo en mi portátil de trabajo mientras reviso unos informes que mi jefe me pidió que revisara antes de enviárselos.
—Aurora —dejo de centrar mi vista en la pantalla de mi portátil y levanto el teléfono fijo sobre el escritorio.
—Dígame, señor Deep —respondo.
—Ven, por favor —me pongo de pie y camino hasta quedar frente a la puerta de madera, misma en la que doy tres golpes, me adentro una vez que me dan la autorización.
—Toma —miro el folder que el señor Deep extiende en mi dirección.
—¿Qué es? —pregunto curiosa.
—Míralo tú misma —responde.
Me acerco y tomo el folder, mismo que abro, mis ojos se abren un poco más de lo normal y una sonrisa se pinta en mi rostro para después mirar de nuevo a Zaak.
—¿Es mío? —pregunto sin poder creerlo.
—Has superado tu semana de prueba, Aurora —se recarga en el respaldo de su asiento—. El puesto te pertenece.
Una chispa de felicidad y alegría se mezcla en mi interior.
—Muchísimas gracias, señor Deep —no puedo evitar no mostrarme sentimental, logré algo por primera vez en mucho tiempo.
—No hay nada que agradecer, tú sola conseguiste esto —responde y sonrío de nuevo—, solo falta tu firma.
Me extiende un bolígrafo y sin dudarlo ni pensarlo dos veces lo acepto, abro el folder y miro el contrato en el interior para plasmar mi firma en los apartados correspondientes.
—Pude haberte dado a firmar una acta de matrimonio y no lo sabrías —habla una vez que le regreso el folder y el bolígrafo.
—Confío en usted, señor Deep —respondo y sonríe.
—Bien, ya eres mi secretaria —habla y solo escucho mientras me postro firme y abro mi pequeña libreta de anotaciones para tomar también mi bolígrafo—, lo primero es que no me llamarás señor Deep, solo Zaak, así me siento menos viejo.
Reímos.
—Segundo —prosigue—, no me veas como tu jefe.
Eso hace que me tense ligeramente por los recuerdos de lo que sucedió con el señor Chapman.
—Veme como tu compañero de trabajo, somos ahora un equipo, trabajamos juntos, yo no funciono si tú no funcionas y tú no funcionas si yo no funciono, ¿entendido?
Suelto aire con alivio mientras asiento.
—Me gusta la puntualidad y el orden así que espero que sigas manteniendo el orden y la puntualidad que has tenido hasta el día de hoy.
—Así será —aseguro—. ¿Tengo que portar algún uniforme?
Pregunto, la idea de tener que portar un uniforme aburrido no me gusta, pero si no tengo opción entonces tendré que hacerlo.
—No —responde—, solo ropa adecuada y elegante, estás en la empresa Russell.
Asiento.
Toma un par de folders y me los da.
—Lleva esto a la presidencia —habla—, el último piso del edificio, dos pisos arriba de este.
Asiento mientras tomo las carpetas.
—El jefe supremo las necesita.
—¿El jefe supremo? —pregunto—. ¿Dios?
Zaak ríe y solo sonrío mientras acomodo las carpetas en mis manos.
—Definitivamente ese hombre no es dios —responde—, el dueño de la empresa —aclara—, el jefe de jefes, el jefe mayor.
—Ohhh —suelto—. Le llevaré esto.
—Su secretaria debe estar afuera en su recepción, es importante que Russell los reciba de lo contrario tú y yo estaremos despedidos.
Trago saliva. No puedo ser despedida en mi primer día oficial.
—Entendido —salgo de la oficina y camino hasta el elevador, presiono el botón que Zaak ha dicho, dos pisos arriba de este; las puertas del elevador comienzan a cerrarse y una vez que es así la caja de metal comienza a moverse, llego al destino marcado en menos de nada.
Las puertas se abren, mis ojos van hasta el piso al que he llegado, salgo del elevador y camino lentamente.
El piso presidencial es completamente diferente al resto del edificio, predominan los tonos blancos y grises, todo es de cristal completo dejando que la iluminación sea completamente natural. Los muebles, el sofá en recepción, el escritorio, todo es en un gris mate que resalta del resto haciendo contraste también con el color blanco.
Camino hasta el escritorio aquí, pero, este se encuentra vacío, se supone que aquí debe estar la secretaria del dueño.
Miro el escritorio pero este se encuentra completamente limpio y organizado, la computadora está apagada y tomo eso como una señal de que seguramente la secretaria ni siquiera se ha presentado hoy.
Intento dejar las cosas aquí pero la voz de Zaak en mi cabeza resuena, las carpetas deben ser recibidas por el ser supremo que tenemos como jefe. Mis ojos van hasta la enorme puerta aquí.
¿Será un ogro?¿Será buena idea interrumpirlo? Trago saliva, quiero hacer un buen trabajo ahora que recién inicia esto.
Sin soltar las carpetas mis pies comienzan a moverse hasta aquella puerta, miro mi atuendo.
Una falda tableada negra, medias negras, botines negros y un suéter negro también, el saco en color rosa pastel que llevo encima resalta con el collar de perlas falsas que cuelga de mi cuello. Miro mi reflejo en el muro y acomodo mi cabello, llevo una diadema ancha negra que resalta entre mi cabello rubio, acomodo mi fleco. Creo que sí estoy presentable para ver a mi jefe y no lucir como una persona no apta para trabajar en su empresa tan importante como esta.
Doy algunos golpes en la puerta una vez que creo estoy lista y solo espero.
—¡Adelante! —hablan del otro lado y trago saliva ante la voz imponente que se escucha.
Tomo la perilla y me adentro a la oficina, mis ojos miran todo aquí y no puedo evitar lucir anonada cuando veo la belleza que es esta oficina.
Editado: 02.05.2024