Falsamente tuya

Capítulo 05: LA SECRETARIA DEL MAGNATE

ANTES DE LEER EL CAPÍTULO. 

Hola, aquí Neft. 

Sé que he estado un poco alejada de wattpad y solo quería pedirles que me tengan poquita paciencia, les juro que ya estaré un poco más activa, solo pido poquita paciencia, ya tendremos capítulos más constantes, yo les estaré avisando cualquier cosa más adelante. 

Espero que disfruten este capítulo. 

♚♛♚♛♚♛

Aurora.

Días después.

Mis ojos se detienen en la estación de policías, mi pecho late con desenfreno mientras trago saliva con dureza.

Intento entrar pero mi cuerpo no se mueve ni obedece a alguna de las órdenes de mi cerebro.

Había decidido que metería una demanda en contra del señor Chapman por la manera en que me acosó y me trató, quiero que pagué por eso, pero, ahora mismo, cuando estoy aquí, a punto de hacerlo, mi cuerpo parece no reaccionar.

Me siento aterrada, me siento temerosa, las ganas de llorar no dejan de hacerse presentes y mi pecho se oprime con fuerza haciendo que incluso el aire falte en mis pulmones.

Juego nerviosa con mis dedos mientras sigo mirando como los policías salen y entran de aquí.

Me siento tan débil y expuesta, tan pequeña y tan sola.

Tomo el pequeño valor que necesito y doy un paso pero al instante me congelo en mi lugar mientras veo a la mujer que sale de aquí.

La señora Chapman, habla con algunos policías, mis ojos van específicamente hasta la placa que cuelga en su cuello y las lágrimas en mis ojos aumentan aún más.

El temor me invade de arriba a abajo, siento como los nervios se cuelan en mi estómago y la ansiedad comienza a hacerse presente cuando escucho que se refieren a ella como “detective”.

Mi cuerpo logra reaccionar pero solo lo hace para dar vuelta y alejarnos de aquí mientras me ahorro las ganas de llorar y gritar.

El miedo y el enojo se mezclan, miedo porque recuerdo lo que sucedió y el enojo porque quiero que ese hombre pague.

Pero, no soy capaz, no puedo hacerlo aunque quiero hacerlo. Me siento débil y sin valor alguno para hacerlo.

Miro al frente aún con el temor en mi cuerpo y solo me obligo a no pensar en eso, tengo que trabajar y estar en la empresa Russell, no quiero fallas esta vez, no quiero decepcionar a nadie y para eso necesito tranquilizarme si no pueden despedirme de nuevo.

Me obligo a ocultar y minimizar lo que siento en estos instantes y solo intento pasar página aunque no es posible.

°

El hecho de que ahora sea la secretaria del magnate más importante de New York me hace creer que estoy alucinando; es como aquellos programas televisivos en donde hacen bromas a la gente para finalmente bombardearlos con cámaras y gritarles en la cara que todo se trata de una broma.

Tecleo en mi nueva portátil mientras estoy en mi nuevo escritorio de trabajo, llevo un par de días aquí, las cosas no andan mal, al contrario, he logrado coincidir con Aren Russell quien a pesar de lucir como todo un hombre lleno de seriedad parece ser amigable, o al menos, lo ha sido conmigo.

—Bellerose —levanto mi cara en el momento que escucho la voz de mi nuevo jefe, miro a Aren saliendo de su oficina, tomo mis cosas y camino detrás de él.

—No hay novedad alguna, señor —hablo, nos detenemos frente a la puerta del elevador—. Lo único que queda pendiente es la conferencia que dará en la universidad.

—Bien —responde, veo como arregla los puños de su camisa.

—¿Qué sientes de tener una universidad? —le pregunto sin poder contener la pregunta en mi boca—. Eres dueño de una de las mejores universidades, ¿Cómo te va con eso?

Levanta sus hombros con desinterés.

—No es nada nuevo —responde.

Siento como mis ojos se abren y lo miro con una ceja elevada.

—La gente millonaria es rara —suelto, me mira de la misma manera mientras nos adentramos al elevador.

—¿Por qué? —pregunta.

—Porque parece que no valoran lo que tienen —suelto de la misma manera.

—Jamás dije que no lo valoro —responde de inmediato.

—¿Qué sientes de tener todo lo que tienes y de ser el magnate más importante? —le pregunto de nuevo—. Y no digas que no es nada nuevo, eso no es una respuesta.

Se mantiene pensativo algunos segundos mientras la caja de metal se mueve.

—Lo valoro, realmente lo hago —responde finalmente, lo miro, los ojos marrones del castaño denotan sinceridad—. Es más de lo que algún día pude imaginar que tendría, lo valoro.

Sonrío.

—No eres un magnate arrogante —suelto, no puedo evitar que mi voz denote cierta cursilería.

—¿Quieres que te despida? —abro mi boca con sorpresa y eso le provoca un par de risas, mismas que se detiene cuando llegamos al piso de recepción del edificio, en cuanto las puertas de metal se abren su seriedad regresa.

Salimos del elevador y caminamos hasta llegar a la salida del edificio, mismo donde ya espera Lorenzo, subimos al auto y el anciano comienza a conducir.

—¿Por qué una universidad? —pregunto mirando a Aren quien mantiene su vista fija en la ventanilla del auto.

—Quiero que todos tengan la oportunidad de seguir sus sueños —responde—, en un momento fui yo quien deseaba una oportunidad para crecer y aprender, muchas personas me la negaron, sé lo que se siente y si puedo ayudar, quiero hacerlo. Hay gente afuera que quiere crecer, superarse y aprender, tal como yo en su momento.

Su manera de pensar me sorprende, no lo negaré.

Aren es tan misterioso pero al mismo tiempo es un libro abierto.

—¿Quién es Aren Russell en realidad? —pregunto, sus ojos coinciden con los míos.

—Tu jefe —suelta y me es imposible contener la sonrisa en mis labios.

Recargo mi cabeza en el respaldo del asiento y no dejo de mirarlo.




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