Falsamente tuya

Capítulo 10: MI PROMETIDA

Aren.

Salgo de la oficina de reuniones junto a Aurora. Hemos firmado ya el contrato.

—¿Cómo está tu padre? —le pregunto después de que Zaak se pierda en el elevador en camino a su oficina.

—Mejor —responde la rubia a mi lado—. Gracias —me mira—. Por todo.

Levanto mis hombros.

Tenemos un trato ahora.

—No es nada —respondo aunque realmente no lo es, tenemos un trato ahora, mismo que debemos cumplir

Miro el reloj en mi muñeca.

—Ve al hospital con tu familia —la miro mientras se adentra a su apartado de recepción y mientras camino hasta la puerta de mi oficina.

—Prefiero estar aquí —responde.

La miro atentamente, sus ojos lucen apagados.

—¿Pasa algo? —pregunto. Aurora es el tipo de mujer que siempre tiene alegría y luz en la mirada; sé que tiene los problemas de su padre, pero, a este punto ella ya debería de estar feliz, relajada y tranquila por él.

—Nada —responde mientras enciende su computadora.

—¿Entonces no irás con tu familia? —le pregunto, levanta la mirada del monitor y me mira mientras niega con la cabeza—. Bien —suelto la perilla de mi puerta—. Ven conmigo, entonces.

Su ceño se frunce pero no dice nada, comienzo a caminar hacia el elevador y me sigue.

—¿A dónde vamos? —pregunta.

—Con mi familia —respondo mirándola sobre mi hombro mientras llamo al elevador.

—¡¿Qué?! —pregunta con sorpresa en su voz.

—No quieres ir con tu familia entonces iremos con la mía —dejo que entre primero al elevador y seguida de ella entro yo—. Mi madre y mis hermanas no dejan de insistir al teléfono y ya me cansé.

Miro a la rubia a mi lado.

—Bromeas —suelta mirándome también.

—No lo hago —respondo—. Sabes que no bromeo.

Sigue mirándome con inquietud.

—Jura que es cierto —suelta de nuevo y estira su meñique en mi dirección. Una sonrisa se forma sin permiso en mis labios y termino enlazando su meñique con el mío.

—¿Por qué mentiría? —pregunto—. Mi familia quiere conocer a mi misteriosa prometida —agrego.

Las puertas del elevador se abren en el primer piso de la empresa y ambos salimos de la caja de metal caminando hacia la salida de la empresa.

Durante el pequeño trayecto hasta ese punto no puedo evitar ver como las miradas de mis empleados aquí van hasta la rubia a mi lado que muy por el contrario parece agachar la mirada mientras camina a mi lado.

Por las miradas que todos dan y por la manera en que murmuran sé perfectamente de qué se trata y esa simple acción hace que mi interior se torne molesto.

La gente siempre habla y siempre juzga como si sus vidas fuesen perfectas o como si tuviesen derecho alguno a señalar y hablar del resto, decido dejarlo pasar ahora, después me encargaré de esto.

Tomo la mano de Aurora y entrelazo sus dedos con los míos, siento como me mira pero solo sigo con la mirada al frente mientras tomo con firmeza su mano.

—Mentón en alto —ordeno—. Ya no eres un peón en este tablero, Aurora. Eres la futura reina y una reina jamás baja la cabeza.

—Hablan —susurra a mi lado—. No me gusta.

—Hablan porque sus vidas son tan patéticas, aburridas e insignificantes que tienen que hablar de las vidas ajenas para sentirse bien consigo mismos —respondo—. Que seas tema de conversación en una plática ajena solo significa que eres importante y relevante. Quédate con eso.

Salimos de la empresa. Lorenzo me entrega las llaves de un deportivo y acepto estas. Suelto la mano de Aurora y camino hasta la puerta del copiloto del auto, abro esta para la rubia que se acerca.

—¿Aún cuando me tachan de trepadora caza fortunas? —pregunta con una ceja elevada—. ¿Debo quedarme con eso también? —pregunta, sus ojos muestran lo mucho que eso le afecta y ver ese tinte en su mirada coloca una ligera presión en mi pecho.

—¿Y eso es cierto? —pregunto también, traga saliva ante mi pregunta—. No, no lo es —respondo por ella—. Tú sabes quién eres, o al menos, deberías saberlo, eres más que las habladurías de la gente, eres más que lo que el resto insinúa. Nada de lo que dicen es cierto, tú lo sabes y yo lo sé, eso debe ser suficiente.

—No hablan de ti —suelta de nuevo—, no eres tú quien está en boca de todos, soy yo, Aren —prosigue—. Mientras tú eres el magnate millonario, guapo e inteligente yo soy la estúpida secretaria que seguramente se te insinuaba hasta que logré engatusarte. Mientras todos te miran como el hombre que puede presumir sus millones y relaciones sin problema yo soy la mujer que en el primer instante que te mira quiere tu bolsillo.

Traga saliva con los labios temblorosos.

—Quienes creí que eran mis amigas aquí ahora me tachan de una caza fortunas —agrega—. Me miran y señalan, hablan basura de mí. Se refieren a mí como una trepadora mientras tú eres el pobre magnate que está siendo engañado por una interesada.

—Cada vez que bajas la cabeza les das la razón —respondo—. Cada vez que muestras cuánto te afecta esto les das más material para que hablen sobre ti.

Traga saliva.

—No eres como el resto, no eres como ellos. Eso te vuelve automáticamente en una mejor persona que el resto —me importa muy poco si estamos aún afuera de mi empresa y las miradas van hasta nosotros—. Si te estancas con los comentarios de la gente que no sabe ni un poco sobre ti jamás vas a progresar, mientras el resto se estanca en vidas ajenas nosotros seguimos escalando, mientras el resto chismosea y pierde el tiempo nosotros aprovechamos cada segundo para seguir en la cima —no dejo de mirarla mientras hablo—. No te conviertas en una de ellos, no pierdas tu tiempo en cosas que no te aportan absolutamente nada, no le des importancia a quienes no lo merecen. No te estanques como el resto. Si te tiran basura entonces la recoges, limpias tu camino y prosigues mientras callas bocas. Si te tiran al lodo, te levantas, sacudes tu ropa y caminas con más firmeza que antes. Si se interponen y bloquean tu camino entonces buscas otra alternativa pero no te estancas, jamás lo haces.




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