Aurora.
Estoy dentro del jacuzzi de nuestro bungalow cuando los pasos de Aren me hacen girar la cabeza para verlo acercarse.
Trae su celular en mano haciendo que mi ceño se frunza.
—Creí que habíamos dicho que no habría trabajo en este viaje —suelto después de ver su rostro notablemente serio y preocupado, eso casi siempre sucede cuando de trabajo se trata.
Toma asiento en una tumbona a mi lado, aún cuando estoy dentro del jacuzzi me las arreglo para prestarle mi atención completa a Aren.
—Pasó algo —habla mirándome y obligándome a hacer lo mismo.
—¿Qué? —pregunto confundida ante la seriedad en su voz.
—Sé que dije que hablaríamos sobre lo que haríamos en navidad —responde—, respecto a nuestras familias.
Asiento.
—Lo recuerdo —agrego.
Aren sigue mirándome.
—Hay un jet privado que seguramente en cualquier momento va a aterrizar aquí —mi ceño se frunce—, y en ese jet privado vienen nuestras familias.
Mi boca se abre con sorpresa y la mueca en mi rostro se elimina para ahora hacer una mueca preocupada. Esto no era parte de nuestro plan.
—¿Qué? —pregunto entre el trance.
—Acaban de notificarme todo —responde—. Hablé con mi madre y dijo que era una sorpresa.
—¡Sí que es una sorpresa! —exclamo sin poder evitarlo.
Aren pasa una mano sobre su cabello castaño.
—Pero también se excusó diciendo que ya habían acordado todo desde la cena en donde nuestras familias se conocieron, ¿recuerdas?
Asiento de nuevo recordando aquella noche.
—Vienen a pasar navidad aquí, con nosotros —miro a Aren sin poder creerlo.
Acabábamos de hablar sobre esto, pero, tal parece que ahora no podemos echarnos para atrás.
—Supongo que nuestro plan para no involucrar a nuestras familias no funcionará —susurro y solo escucho al magnate afirmar.
Ambos guardamos silencio, mis ojos se mantienen únicamente en el mar así como Aren solo mira el cielo.
Suelto un suspiro lento y pesado.
—Bien —miro a mi marido—, tenemos una cena de navidad que organizar —me recompongo para salir del jacuzzi mientras tomo mi bata y me la coloco sobre mi bañador. Estoy abrochando la cinta de mi bata cuando mi cabeza parece recordar lo más importante—. ¡Tenemos que ir de compras!
Aren me mira con una ceja elevada.
—Tenemos que comprar los regalos de navidad para nuestra familia —hablo con obviedad—. ¡Aren, la navidad no es navidad sin regalos navideños!
El castaño se relaja en la tumbona donde está sentado.
—Podemos pagarle a los empleados del lugar para que se encarguen de todo, Aurora —excusa como si nada—. ¿Quieres una cena? Bien, la organizarán ellos. ¿Debe haber regalos navideños? Bien, ordenaremos que vayan de compras.
Camino hasta quedar frente a él quien me mira, coloco mis manos en mi cintura en una postura reprobatoria.
—¿Te has escuchado? —pregunto con una ceja elevada y con seriedad—. Has sonado como todo un cruel y despiadado magnate.
Sonríe.
—Solo hago las cosas más fáciles —excusa—. Así no nos estresamos.
Sigo mirándolo sin creer que en verdad esté hablando de esta manera.
Finjo que miro un reloj en mi muñeca.
—Bien, señor Russell, tiene veinte minutos para alistarse, iremos de compras.
—Disfrutaré del sol —informa.
—No lo creo —respondo—. Dijiste que complacerías a tu esposa en todo lo que quisiera, ¿no? —elevo una ceja y me mira con el rostro serio—. Pues tu esposa quiere que vayas de compras con ella.
—Aurora… —intenta hablar pero lo interrumpo.
—Veinte minutos —recalco—. No rompa su palabra, señor Russell.
Comienzo a caminar hacia la habitación.
—Esto es soborno —lo escucho sin detener mis pasos.
—No cuando firmamos un contrato —suelto—. Solo es un intercambio de deseos.
Lo escucho bufar y una sonrisa se pinta en mis labios mientras abro una de las maletas y comienzo a buscar ropa.
Tomo un short blanco y un top en colores rosas, naranjas y blancos, este es sin mangas y deja parte de mi espalda descubierta.
Entro al baño en donde me doy una ducha rápida para después salir, seco mi cabello lo más rápido que puedo y ato este en un moño arreglado pero al mismo tiempo informal. Me coloco mi ropa interior, el short y en la parte de arriba únicamente me coloco el top que ya había elegido.
Maquillo tenuemente mi rostro para darle un poco de brillo a mi piel, me coloco mis accesorios y loción para finalmente estar lista.
Salgo del cuarto de baño encontrando la habitación vacía.
Aren y yo no estamos durmiendo en la misma habitación, el bungalow tiene dos habitaciones más y una de ellas está siendo usada por Aren.
Me coloco unas sandalias blancas y tomo un bolso de mano en donde guardo lo esencial.
Salgo de la habitación para ir hasta la sala de estar en donde espero a Aren. Sus pasos se escuchan algunos minutos después así como puedo captar el aroma de su loción.
Giro mirando a Aren y sonrío cuando ya lo noto completamente listo.
—Creí que tendría que ir a tu habitación a obligarte a salir —me burlo.
—¿De qué manera me obligarías? —pregunta y la sonrisa en mi rostro se borra mientras siento mis mejillas arder.
¡Lo odio!
—Tal vez lanzándote un balde de agua encima —suelto desafiante.
—Tranquila, Fresita salvaje —miro la sonrisa burlona y traviesa en su rostro—, y para que lo sepas, yo también puedo mojarte.
Mi cerebro parece reiniciarse y todo a mi alrededor se detiene. El nudo en mi estómago parece reventar y las palabras solo se esfuman.
—¿Nos vamos? —pregunta trayéndome a la realidad.
Asiento con la cabeza y sin ser capaz de decir más, camino hasta la puerta mientras puedo escuchar sus pasos detrás de mí.
Se apresura a abrir la puerta y me permite salir primero para después hacer lo mismo.
Editado: 02.05.2024