Falsamente tuya

Capítulo 25: GETAWAY CAR

Aurora.

New York.

Ha pasado un mes desde la boda, estuvimos fuera de New York por un mes, una luna de miel que duró un mes completo.

Creo que era un viaje necesario, después de año nuevo Aren se encargó de mostrarme todo Londres, desde aquellos sitios que son sumamente especiales para él hasta aquellos otros sitios que simplemente son atracciones importantes en Londres.

Es un chico británico con toda la extensión de la palabra.

Miro como la camioneta se detiene frente a una enorme mansión, mis ojos se abren con asombro cuando sé que estamos en la propiedad de Aren.

Nos adentramos en el enorme, más solicitado e importante barrio de New York, donde solo las personas con piscinas llenas de dinero pueden vivir, tal como Aren.

Miro las casas que pasamos, todas diferentes entre sí, algunas con niños corriendo en los enormes jardines, otras con reuniones familiares, y otras con una pareja de ancianos disfrutando.

Miro cada casa pero mis ojos regresan a la casa en la que nos hemos detenido.

¡Es enorme!

La enorme reja en color dorado es abierta por un hombre de seguridad que se encuentra en una caseta de seguridad junto a esta. Las camionetas de seguridad delante de nosotros se adentran a la propiedad, después nosotros y al final el resto de las camionetas.

La camioneta en la que viajamos Aren y yo se detiene justo en la entrada de la mansión.

No dejo de mirar impresionada todo, hay un enorme y magnífico jardín, perfectamente cuidado y que rodea casi toda la casa. Puedo ver una enorme y hermosa piscina en uno de los laterales.

Mis ojos regresan a la enorme mansión.

Hay una preciosa escalinata de mármol en la entrada, misma que guía hasta la enorme mansión en color blanco con techos inclinados en color azul. El color blanco prevalece en toda la mansión, hay vanos en casi todos los muros, algunos con cerramiento curvo y otros tantos con cerramiento recto, pero todos dando una perfecta armonía entre sí. No puedo pasar desapercibidas las dos enormes jardineras a los costados de la casa.

El atardecer comienza a hacerse presente, por lo cual las lámparas han sido encendidas haciendo que la mansión luzca aún más lujosa.

—¿Qué opina de su nueva casa, señora Russell? —la voz de Aren me regresa a la realidad cuando abre mi puerta y me ayuda a bajar.

No hay muchas palabras que puedan salir de mi boca, porque siendo sincera, esta casa parece irreal y salida de un sueño, tal como todo lo que tiene que ver con Aren.

—Creo que su casa es fantástica, señor Russell —las palabras salen con tanta lentitud que parece que apenas y puedo procesar lo que sucede, aunque, eso no sería una mentira, apenas puedo procesar lo que sucede.

—Nuestra casa, Aurora —mis ojos van hasta Aren—. A partir de ahora es nuestra.

Las palabras vuelven a esfumarse, el magnate toma mi mano y me guía hasta la escalinata de mármol, misma que subimos. Aren abre la enorme y lujosa puerta y hace un ademán para que entre primero, así lo hago, una sonrisa se pinta en mis labios cuando miro todo a mi alrededor y mis ojos se enfocan en la fila de personas frente a nosotros y que parecen esperar.

—Bienvenidas a casa, señores Russell —todos hablan al unísono.

Sonrío mirándolos mientras me quedo quieta en mi lugar y Aren se detiene a mi lado.

Miro a cinco mujeres con uniforme doméstico, así como veo también a cinco hombres con uniforme también, a excepción de tres quienes por el contrario tienen traje: el hombre de la caseta en la entrada, Lorenzo y Edwin.

—Mi nombre es Claudia, soy la ama de llaves, cualquier cosa que necesite yo la pondré a su disposición, señora Russell —sonrío hacia la primera mujer que da un paso al frente y se presenta para después regresar a su lugar.

Las dos mujeres a su lado dan un paso al frente.

—Yo soy Marlene y ella es Sasha, ambas somos encargadas de la cocina, no dude en acercarse a darnos sus comidas favoritas para que las preparemos para ustedes, estaremos encantadas de escucharla, señora Russell.

Sonrío de nuevo.

—Me conformo con que siempre haya fresas en la nevera —hablo sin dejar de sonreír y ambas asienten sonrientes.

Mis ojos van hasta otra mujer que da un paso al frente.

—Buenas noches, señora Russell, mi nombre es Clara y soy la encargada de la lavandería. Es un placer conocerla.

—El placer es mío —no dejo de sonreír.

Entrelazo mi brazo con el de Aren mientras sigo escuchando a cada uno.

—Es un placer conocerla, señora Russell, mi nombre es Soledad y soy la encargada del aseo de la casa, si necesita algo no dude en hacérmelo saber —agradezco de nuevo.

Miro al hombre que da un paso al frente.

—Buenas noches, señores. Mi nombre es Miguel y soy el jardinero, me encargo de mantener las áreas verdes de la propiedad en buen estado —sonrío—. Estaré encantado y dispuesto a escuchar sus sugerencias, señora Russell.

Otro hombre se presenta.

—Yo soy Francisco y soy el encargado del mantenimiento a la casa. Cualquier cosa que necesite estoy a su disposición.

Asiento.

—Soy Eugenio y me encargo de la seguridad en la caseta principal, señora Russell —miro a otro hombre—. Espero que hayan tenido un buen viaje y bienvenidos a casa.

Agradezco.

Miro a los dos hombres restantes.

—A Edwin y Lorenzo ya los conoces —habla Aren mientras siento como posa una de sus manos en mi cintura—. Edwin será tu chofer personal y Lorenzo seguirá siendo el mío.

Asiento.

—Cualquier cosa que necesite no dude en pedirla, señora Russell —Edwin habla y solo sonrío en agradecimiento.

—Y a pesar de que trabajo solo para Aren no dudes en acercarte si necesitas algo, Aurora —Lorenzo habla y sonrío más.

Todos sonríen en mi dirección. Todos aquí me recuerdan a mis padres, las mujeres y hombres de servicio parecen tener la misma edad que mis padres, a excepción de Sasha, Clara y Edwin quienes parecen rondar en la misma edad y me recuerdan a Sharon, mi hermana mayor.




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