Falsamente tuya

Capítulo 33: TÚNEL NEGRO

Aurora.

Si tuviese que elegir qué ha sido peor, si el día que ocurrió todo o cualquiera de estos últimos días, sinceramente, no sabría que elegir.

Por supuesto que nada se compara al día que ocurrió todo, el día en que Chapman me acosó y decidió seducirme en su oficina, el terror de ese día no desaparece, pero, estos últimos días han sido horribles.

Me he abstenido de leer todo lo que circula en internet, me he mantenido al margen en casa, solo saliendo cuando es realmente necesario, pero, tampoco soy tonta, he logrado leer y escuchar algunas de las cosas que se dicen en el exterior acerca de mí, acerca del caso y acerca de todo lo que está sucediendo. Es impresionante como la gente puede meterse en asuntos que no les corresponden.

Sé que hay gente afuera que está de mi lado, apoyándome y asegurándose de que en el momento que decida decir algo al respecto van a escucharme, mientras que, Chapman se ha encargado de que los medios de comunicación, sobretodo, las emisoras que le pertenecen, hablen mierda de mí.

No he dado ninguna declaración al respecto, no he hablado en mis redes sociales, no he aceptado entrevistas y tampoco me he pronunciado en absolutamente nada. Únicamente me he encargado de ir a la estación de policías cuando requieren mi presencia. Tal como lo hice en el momento en que me pidieron dar mi declaración sobre lo ocurrido.

A este punto Chapman ya está notificado de la demanda que le impuse.

Mis ojos van hasta la puerta de la mansión cuando esta se abre, mis ojos de inmediato miran a Aren quien entra dejando su gabardina en el perchero de la entrada. Copito de inmediato comienza a pasearse por sus pies y el magnate lo toma en brazos mientras se acerca hasta donde estoy.

Soledad se encuentra limpiando en el pequeño librero que hay en la sala de estar, por lo cual, Aren, para mantener las apariencias, se acerca y deja un pequeño beso en mis labios, mismo que correspondo.

Toma asiento a mi lado y deja a Copito en su regazo mientras me acerco al castaño y apoyo mi cabeza en su hombro, me rodea con ese mismo brazo acercándome a él.

—¿Qué tal tu tarde? —pregunta dejando un beso en mi sien.

—Hice fresas con crema —respondo y después muestro el libro que se encuentra en la mesa de centro frente a mí—. Y leí un libro.

Suelto un suspiro lento acurrucándome aún en sus brazos.

—¿Qué tal la oficina? —le pregunto.

Aren me ha convencido de quedarme en casa, a pesar de que me he negado y le he pedido ir con él al trabajo insiste en que lo mejor es que me quede en casa. Escuché a Lorenzo decirle a Edwin que la empresa tiene a algunos reporteros invasivos en el exterior y entonces supe que Aren solo me pide quedarme en casa para evitar un mal momento. Cosa que le agradezco.

—Puedes enviarme trabajo —le digo—. Aunque esté en casa puedo trabajar desde aquí. Quiero ayudarte.

—La mejor manera en la que puedes ayudarme es quedándote en casa y descansando —responde él.

No me gusta quedarme aquí porque siento que no estoy haciendo nada para ayudarlo, aunque, mi salud mental me pide también obedecerlo y no refutar.

No estoy dispuesta a arriesgarme más, mi salud mental está deteriorada, fueron tres años de sufrimiento y silencio, de soledad y terror, es justo que al menos me tome un poco de tiempo para mí. Para pensar y respirar.

Necesito respirar ahora que finalmente he dejado de ahogarme.

El timbre de la mansión suena, Soledad va a abrir y en cuanto escuchamos la voz del otro lado Aren y yo giramos a mirar al hombre.

Zaak se acerca a nosotros.

—¿Cómo estás, Bellerose? —pregunta, me saluda y respondo a su abrazo de la misma manera.

—He estado mejor —respondo—. ¿Qué tal tú?¿Me extrañas en la empresa?

—Extraño ir a la presidencia y no poder molestarte —suelta burlón haciéndome sonreír.

Toma asiento en el sofá frente a nosotros.

—¿Traes novedades? —pregunta Aren y centro mi atención en el castaño que asiente.

Zaak mantiene silencio por algunos segundos, su silencio logra que el suspenso se cree en la sala.

—No voy a mentir —comienza—, el caso es complicado —trago saliva.

Zaak pasa una mano por su cabello, puedo notar como sus ojos muestran preocupación también mientras que Aren a mi lado escucha con atención.

—Han pasado años desde el delito, por lo tanto, se está cuestionando y dando de qué hablar —trago saliva de nuevo, los nervios comienzan a activarse—, hay también que tener presente que por el tiempo que ha pasado, las pruebas...

—No existen —susurro yo, con un enorme nudo en la garganta que apenas y me permite hablar debidamente—. Mi palabra no significa nada.

Zaak no responde, su silencio es la respuesta. No puedo culparlo, sabía que este riesgo existía.

—El juicio iniciará —prosigue Zaak—, pero...

—Puedo perder —interrumpo de nuevo, mirando a Zaak.

El castaño me mira, noto como traga saliva y agacho la cabeza.

—Puedo perder porque mi palabra no significa nada —agrego yo, en un débil susurro.

—Aurora, no vamos a perder, no voy a permitir que perdamos —añade Zaak, no soy capaz de levantar la cabeza y mirarlos—. Ese infeliz va a pagar.

Me pongo de pie.

—Fue un error —suelto, con los ojos cristalizados—. ¡Mi palabra no significa nada porque en este mundo de mierda solo nos creen y escuchan cuando estamos muertas! —mi pecho comienza a pesar—. Vivimos con miedo, con terror, con pánico, vivimos aterradas día y noche y el día que decidimos hablar cuestionan la veracidad de nuestras palabras —algunas lágrimas ruedan por mis mejillas—. ¡Esto no es justo!

—Aurora... —intenta hablar Aren.

—¡No! —interrumpo—. Ustedes no lo entienden, no lo entienden porque jamás han pasado por esto, apuesto a que jamás han sido acosados, no han sido denigrados, humillados o expuestos y si lo fueran y ustedes decidieran hablar les aseguro que todos los mirarían y escucharían sin poner en duda sus palabras, ¡¿qué hay de nosotras?! —pregunto desesperada—. ¡¿Por qué nosotras debemos presentar mil pruebas para que tan solo nos den una mirada y presten atención?! ¡¿Por qué nosotras debemos gritar mil veces más que el resto?! ¡¿No basta con nuestro miedo?! ¡¿No es suficiente nuestro terror y pánico?! ¡¿No es suficiente con el miedo que nos inunda día y noche?! ¡¿Eso no basta?!




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