Falsamente tuya

Capítulo 35: ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, INSÍPIDO MAGNATE!

22 de mayo.

Aurora.

Me levanto de la cama antes de que el despertador suene, mis ojos van directamente al hombre que duerme del lado contrario de la cama. Aren duerme con tanta paz y tranquilidad que logra hacerme sonreír.

Mi vista va ahora al reloj digital en mi mueble de noche, miro la fecha y sonrío más.

El cumpleaños número veintinueve de Aren es hoy.

Salgo de la habitación intentando ser sigilosa, cierro la puerta detrás de mí y una vez que estoy fuera corro de inmediato hacia las escaleras, no detengo mis pasos veloces hasta que llego a la cocina en donde ya están las empleadas comenzando a trabajar.

—Buenos días, señora Russell —saludan al unísono. Sonrío y devuelvo el saludo caminando hasta la barra de la cocina en donde ya está lo que pedí.

—El brownie que ordenó, señora —habla la mujer que se encarga de la cocina, sonrío en su dirección, le agradezco y tomo la pequeña vela a su lado, la coloco sobre el brownie y no puedo evitar sonreír más.

Aren ama los brownies, sé que esto le gustará.

Tomo el plato con el brownie de chocolate que tiene a lado una bola de helado de vainilla y por encima nuez para finalmente estar decorado con chocolate líquido. La vela de cumpleaños ya está encajada en su sitio.

Tomo el plato para salir de la cocina después de agradecer una vez y mirar a todos en la cocina sonriendo, me apresuro a subir las escaleras una vez más, la alarma del insípido magnate no debe tardar en sonar y no quiero que suene sin que yo esté ahí.

Subo las escaleras con rapidez y en el camino Copito corre conmigo también, sus maullidos resuenan mientras lo miro, mi pequeño ya no es tan pequeño, ya ni siquiera hay rastro del pequeño gato que era el día que lo adoptamos, ahora es un gato irreconocible, precioso, elegante y ciertamente arrogante, como Aren. Su collar de diamantes reluce en su cuello mientras me mira también.

—Es el cumpleaños de papá —hablo mirando a Copito.

Llego a la puerta de nuestra habitación y abro esta justo en el momento que la alarma de Aren comienza a sonar con desespero. Cierro la puerta con lentitud, dejando a Copito dentro también, nuestro gato de inmediato se apresura a caminar con elegancia hasta la cama, sube y se acerca a Aren quien comienza a removerse lentamente con el sonido insistente de su alarma.

Me recargo en la puerta de la habitación y mantengo mis ojos sobre el magnate en la cama. Los maullidos tiernos de Copito comienzan a resonar en la habitación y escucho a Aren reír cuando Copito comienza a maullar más acercándose a él. Aren restriega sus ojos y estira una mano para apagar la alarma.

—Buenos días para ti también, bola de pelos —su voz somnolienta hace eco en la habitación, veo como acaricia a Copito quien acepta las caricias gustoso.

Muerdo mi labio inferior para no sonreír más como una estúpida.

Puedo notar como el británico estira la mano sobre la cama, palpando mi lugar ahora vacío en la cama. De inmediato se recompone tenuemente, mirando mi lugar desarreglado, puedo ver desde mi sitio como su ceño se frunce y como mira mi espacio de la cama.

—¿Dónde está tu madre? —pregunta tomando a Copito y tirándose a la cama de nuevo mientras deja al gato sobre su pecho para seguir acariciándolo.

Sin evitarlo termino sonriendo, enciendo la vela del brownie.

—Buenos días, señor Russell —hablo. El magnate se recompone de un solo tirón, llevando la mirada hasta mí, la sorpresa invade en sus ojos avellana y una sonrisa comienza a pintarse en su boca lentamente cuando mira lo que tengo en manos.

—Buenos días, señora Russell —responde, sin dejar de sonreír conforme me acerco a él en la cama.

—Feliz cumpleaños, insípido magnate —la sonrisa que tiene de oreja a oreja acelera los latidos de mi corazón. Luce tan feliz y pleno que me parece imposible que sea real.

Me acerco a la cama, en donde de inmediato deja un espacio para mí, tomo asiento a su lado y dejo el plato en su regazo.

—Felices veintinueve años, Aren Russell —agrego sonriente y sin dejar de mirarlo.

Sus ojos brillan cuando mira el plato con brownie que hay ahora en su regazo, la vela en él sigue encendida.

—Pide un deseo —susurro, me mira, su mirada coincide con la mía, sonríe una vez más y de inmediato regresa la mirada a la vela para soplar esta y apagarla al instante—. ¿Tan rápido? —pregunto asombrada.

—No tuve que pensarlo dos veces —responde mirándome de nuevo y con los ojos brillantes.

La sonrisa en mi rostro parece no querer desaparecer, no puedo dejar de sonreír al mirarlo tan feliz y tan pleno porque verlo así solo hace que mis locos sentimientos aumenten por él.

Tomo la cuchara que traía junto al plato y quito la vela del brownie, con el cubierto tomo un pedazo del postre y lo llevo hasta la boca del magnate quien lo acepta.

—¿Está rico? —pregunto, asiente con la cabeza. Toma la cuchara de mi mano y corta un trozo más pero ahora lo lleva a mi boca, acepto este feliz y lo miro alucinante—. Está rico —afirmo, sonríe a boca cerrada mientras come más brownie.

Los minutos pasan hasta que el brownie se termina y tomo el plato para ponerme de pie.

—Debes prepararte —informo, me mira confuso—. Tu madre organizó un desayuno —le hago saber, rueda los ojos y se deja caer en la cama de nuevo, toma las cobijas y se cubre. Río al mismo tiempo que veo como cierra los ojos y pretende seguir dormido.

—Tómame una foto y dile que sigo dormido —habla sin abrir los ojos.

—Aren, todos saben que dormir hasta tarde no es lo tuyo —me acerco y quito las cobijas de su cuerpo.

Abre los ojos, acomodándose en la cama, sigue acostado, mira al techo mientras cruza sus brazos detrás de su cabeza.

—Pero hoy es mi cumpleaños —responde, mirándome aún de pie a su lado—, puedes decir que como la buena esposa que eres apagaste la alarma para que duerma hasta tarde en mi día.




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