22 de junio.
Aurora.
La puerta frente a mí se abre, mis ojos enfocan a la mujer que aparece del otro lado de esta.
—¿Aurora? —pregunta con el entrecejo unido ante la expresión de curiosidad.
Apenas y puedo mirarla como se debe, la veo tenuemente borrosa aunque sé que esto se debe a las lágrimas que están acumulándose en mis ojos.
No puedo hablar, no puedo articular nada, el gato en mis brazos ronronea y siento como la mujer frente a mí me toma por los brazos para adentrarme a su pent-house.
—Cariño, ¿qué pasa? —pregunta preocupada. Puedo ver su silueta frente a mí y mis lágrimas comienzan a correr por mis mejillas cuando estas ya están acumuladas y no pueden seguir reteniéndose.
No puedo hablar. Siento que no puedo respirar.
—Duele mucho —susurro entre tartamudeos, mi voz rota parece que no puede distinguirse y todo mi cuerpo tiembla.
—Tranquilízate, nena —pide, tomándome por los hombros hasta que sus manos suben a mi rostro y acuna mis mejillas.
Las lágrimas comienzan a correr, calientes y gruesas por mis mejillas, los sollozos comienzan a brotar de mi boca y mi cuerpo se sacude con el llanto incontrolable.
Selene me acerca a sus brazos, me rodea y el llanto incrementa ante la seguridad que siento al estar con ella. Siento que con ella puedo quebrarme sin temor, y así lo hago.
—¿Qué pasa, Bellerose? —pregunta en un susurro mientras la abrazo más fuerte y Copito se pasea por mis pies.
—Firmamos el divorcio —confieso, mi corazón se rompe más de lo posible al decirlo en voz alta, porque el decirlo en voz alta es una asimilación que me golpea fuertemente—. Nos hemos divorciado.
Todo me cae como un balde de agua fría, el asimilar que ya no somos un matrimonio me quema el ser entero, el saber que ya no despertaré con él a mi lado me rompe, el saber que ya no desayunaremos juntos, que no reiremos mientras hacemos una tarde de películas o que simplemente no disfrutaré más de su compañía mientras estamos en el jardín de tulipanes que hizo para mí, acaba conmigo en cuerpo y alma.
¿Cómo voy a sobrevivir sin él cuando solo por él mi vida tenía sentido?
¿Cómo voy a continuar mi vida si ya no lo tengo conmigo?
¿Cómo puedo pretender que nada sucede cuando la vida se me está yendo de las manos?
¿Cómo rayos voy a sobrevivir a esto?
Selene me lleva con ella hasta uno de los sofás aquí, no puedo evitarlo al aferrarme a ella con fuerza, abrazándola e intentado tener un soporte que me sostenga para no caer.
Las lágrimas no dejan de rodar por mis mejillas y los sollozos logran que mi garganta arda.
—Yo… yo creí… yo creí que él podía amarme también…
Mis palabras salen temblorosas.
—Las miradas, las caricias, los besos —el sollozo que rompe mi voz me obliga a tomar un pequeño respiro entre respiraciones alteradas y desenfrenadas—, yo creí que él… —ni siquiera puedo hablar bien—, yo creí que él… me amaba —levanto la cabeza sin dejar de llorar—. Todo estaba en mi cabeza, ¿cierto? —las lágrimas aumentan—. Todo me lo inventé yo, ¿verdad?
Siento que soy una loca que se ha inventado todo. Siento que soy una ilusa que se dejó envolver por pequeñas muestras de afecto que me dio la persona a la que yo amaba.
Es imposible no ilusionarte cuando una persona que quieres y te gusta te presta atención, así sea solo por cinco segundos.
Él solo fue amable conmigo, solo se esforzó porque me sintiera cómoda durante estos meses y mi estúpida cabeza se encargó de malinterpretar todo y creer que él podía amarme también.
—Si él me hubiese querido también, me lo hubiese dicho, ¿no? —me aferro a ella con la vida—. Si él me hubiese querido también no hubiera renunciado a mí, ¿cierto?
Mi cabeza se encarga de gritar lo estúpida que he sido al creer que podía ser amada de una manera tan pura y leal. Me arrepiento de creer que el amor podía entrar a mi vida con él. Me arrepiento de haber sido tan estúpida para ilusionarme con pequeñas muestras de cariño y afecto.
Me siento como una loca que se odia a sí misma porque cree que todo ha sido parte de su imaginación, un invento de su cabeza para sentirse querida y amada.
No puedes enamorarte de la primera persona que se cruza en tu vida y te trata bien, Aurora.
Pero lo hice y ahora no sé de qué manera arrancarlo de mi corazón para que deje de doler.
Dejo que los brazos de Selene, a quien ahora considero mi mejor amiga, me reconforten aunque el vacío en mi interior no puede ser llenado con nada.
°
—¿Quieres un poco de pasta? —pregunta Faith frente a mí. La miro con lentitud—. Conozco una receta y me queda muy bien, no quiero ser presumida, solo es la verdad.
Intento sonreír pero ni eso puedo hacer.
Suelto un suspiro lento mientras me remuevo en la cama donde estoy, con una pijama de Selene, Faith se deja caer en la cama conmigo y me abraza. Selene está al otro lado de la cama, leyendo un libro y Leigh está frente al espejo de cuerpo completo de la habitación, con su camisa de seda de pijama arriba, hasta sus senos, y mostrando su vientre abultado.
—¿Creen que me veo gorda? —pregunta la rubia girando a nosotras y con una mano sobando su vientre en círculos.
—No —respondemos las tres al unísono.
—No estás gorda, solo estás embarazada —agrega Faith.
Las cuatro estamos en el pent-house de Selene, en una de las tantas habitaciones libres que tiene. Selene las llamó y ahora estamos las cuatro aquí, con pijamas y teniendo una noche de chicas que en realidad es una noche para consolar a Aurora.
—¿Se imaginan si los hombres fueran quienes se embarazan? —pregunta Leigh, con una sonrisa malvada en su rostro—. Maddox no soportaría esto.
Mis ojos van hasta el vientre abultado de Leigh quien sigue con su camisa arriba.
—¿Ya quieres que nazca? —pregunta Faith, sin soltarme pero con la mirada hacia Leigh quien comienza a caminar hacia la cama, tomando en el trayecto un bowl con palomitas.
Editado: 02.05.2024