17 de julio.
Aurora.
Mis ojos se abren cuando el sonido del timbre no se detiene y es insistente. Taladra mis oídos y me obliga a recomponerme lentamente en la cama.
Siento como Copito se remueve de la misma manera a mi lado, en el lado libre de la cama. Ronronea estirándose sobre las sábanas blancas.
Me recompongo lentamente, aún adormilada y mirando mis pantuflas rosas en el piso. El sonido del timbre vuelve a romper el silencio, y cierro los ojos con fuerza, poniéndome de pie, colocándome mis pantuflas y tomando mi bata de seda para cubrirme. Ato esta por la cintura mientras camino para salir de la habitación.
El sonido del timbre se vuelve aún más intenso y comienzo a maldecir mentalmente.
Llego a la puerta, tomo el pomo y comienzo a girar este, en cuanto abro la puerta me veo obligada a hacerme a un lado cuando un grupo de gente se adentra a mi nuevo departamento.
—¡Feliz cumpleaños, Aurora Bellerose! —miro a mis amigas quienes lideran esto.
Selene, Faith, Leigh, Lottie, Roxanne, Maeve y Sharon están aquí, con un montón de globos, flores y un pastel.
Aunque me siento aún adormilada no puedo evitar sonreír.
—Chicas —susurro sorprendida y feliz—. Muchas gracias.
Me acerco a abrazar a cada una, quienes abren sus brazos para mí y me abrazan de la misma manera. Agradezco a cada una y se adentran por completo, no dudan en saludar a Copito también, quien las mira desde uno de los sofás, luciendo tan imponente y elegante mientras parece presumir su collar de diamantes.
Cierro la puerta y las miro acomodar todo en la sala de estar, llenando la mesa central y algunas laterales con los enormes arreglos florales así como otras dejan los globos cerca de los sofás y llevan también el pastel a la barra de la cocina.
—Felices veinticinco años —Lottie sonríe en mi dirección y no puedo evitar abrazarla de nuevo.
—¿Sientes algún cambio? —pregunta su gemela a un lado, ambas me miran, con las cejas pelirrojas arriba.
—Me siento completamente igual —respondo yo con una sonrisa.
—¿Segura? —pregunta Sharon ahora desde la barra mientras acomoda el pastel—. ¿No sientes que te truenan las rodillas o algo así?
Todas ríen y hago lo mismo.
Intento ir hasta uno de los sofás pero el timbre sonando de nuevo me obliga a regresar a la puerta. Abro esta y miro al portero del edificio, con un montón de paquetes en manos, detrás de él vienen dos de los guardias con las manos llenas también.
—Buenos días, señorita Bellerose —saluda el portero—. Todo esto es para usted.
Miro asombrada todo, me hago a un lado y los dejo pasar, mirando como se esfuerzan por acomodar todo lo que traen consigo.
Hay un montón de obsequios más, arreglos florales y globos. Logro reconocer como algunos son obsequios de algunas de las marcas con las que trabajo, otro parece ser un detalle de mi club de fans, chicas que me siguen y me han dado su apoyo desde que inicié con esto, y otros son regalos de los magnates, Zaak, Edwin, Lorenzo y Caleb, pero…
No hay nada que venga de él.
Los tres hombres salen de mi departamento una vez que dejan todo, agradezco y cierro la puerta acercándome a mirar todo.
Son regalos lujosos y de marca. No puedo creer que mi departamento esté lleno de regalos, flores y globos. Es el primer cumpleaños en donde siento que todo el mundo está feliz por mí y se acuerda de mi cumpleaños.
—Es momento de partir el pastel —anuncia Sharon, logrando que todas las chicas se acerquen a la mesa de centro de la sala de estar.
Sonrío, girando a mirarlas, tomo mi celular y comienzo a fotografiar todo y tomar videos hasta que me acerco a ellas. Selene es la encargada de tomarme fotos y videos mientras me cantan cumpleaños feliz y corto el pastel.
Tomo a Copito en mis brazos y lo acerco a mí, al mismo tiempo que miro a Selene quien me toma una fotografía, sonrío aunque el corazón se me está partiendo porque sé que me falta alguien aquí, a Copito y a mí nos falta alguien a lado.
Suelto un suspiro lento cuando la magnate indica que ha terminado. Las chicas se sientan a mi alrededor, en la alfombra, a excepción de Leigh quien se acomoda en un sofá acariciando su vientre.
Río junto a las chicas, hablamos y pasamos la mañana entre pláticas, risas y canciones de Taylor Swift.
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Miro el restaurante frente a mí, doy mi nombre en la entrada y me dejan pasar, guiándome a una de las mesas que ya está ocupada.
La mujer en ella se pone de pie con una sonrisa y me acerco a ella, dispuesta a abrazarla.
—Felices veinticinco años, Aurora —susurra mi madre mientras me abraza, sonrío entre sus brazos.
—Gracias, mamá.
Tomamos asiento, se acercan a dejarme un menú y agradezco para después mirar a mi madre frente a mí, quien bebe de un vaso con jugo.
—¿Cómo estás? —pregunta después de dejar su vaso sobre la mesa.
Levanto los hombros, acomodando la servilleta de tela sobre mi regazo.
—Bien —respondo, nuestros ojos coinciden y noto como me da una mirada que grita que no me cree nada.
Trago saliva.
—Es mi cumpleaños —comienzo—, pero siento que no será mi cumpleaños hasta que él me felicite —confieso—. Solo han sido un par de horas desde que mi día inició pero cada que una notificación llega a mi teléfono, cada que recibo una llamada o un mensaje, cada que tocan el timbre de mi departamento para dejar algún paquete nuevo, mi corazón se altera creyendo que puede ser él o que él ha mandado algo para mí.
Bajo la mirada.
—Siento que este día no será mío hasta que él… —mi voz se apaga.
—Entiendo —toma mi mano sobre la mesa—. Pero sabes que no puedes estar triste en tu cumpleaños, ¿verdad?
Asiento con la cabeza, tragando el nudo en mi garganta y levantando la mirada de nuevo.
Editado: 02.05.2024