Falsamente tuya

Capítulo 41: VERDADES FRÍAS

Aurora.

17 de septiembre.

Estaciono mi auto afuera de la casa de mis padres, apago el motor y tomo mi bolso que descansa en el asiento del copiloto. Bajo del auto llevando en manos también un refractario con fresas con crema.

Sharon y Caleb organizaron una comida en la casa de mis padres, han dicho que tienen algo importante que decirnos.

Mis tacones resuenan conforme camino y una vez que estoy frente a la puerta abro esta adentrándome.

Música clásica resuena en toda la casa así como el olor de comida recién hecha llega a mis fosas nasales. Puedo escuchar las voces de mi familia en el jardín trasero. Dejo mi postre en la barra de la cocina y después de dejar mi bolso en uno de los sofás voy hasta el patio trasero en donde todos están poniendo la mesa.

Mis padres acomodan las sillas, Sharon y Caleb están acomodando la comida y Maeve junto a Edwin acomodan los cubiertos y demás utensilios.

Mis hermanas y mi padre aún no perdonan del todo a mi madre, siguen teniendo una relación tensa con ella pero es un gran avance el que de alguna manera ya puedan convivir todos en el mismo lugar sin tener que hacer que alguno de los demás deba irse por la incomodidad.

—Llegué —aviso, adentrándome por completo al jardín, camino hasta ellos y comienzo a saludar a uno por uno quienes responden a mi saludo alegremente.

Ayudo a mis padres a acomodar todo alrededor de la mesa y después de unos minutos más todos estamos tomando asiento.

Mi padre encabeza la mesa, a su izquierda está mi madre, ocupando el lugar que siempre ocupa: a lado de mi padre.

Sharon está sentada a la derecha de mi padre y a lado de ella se encuentra Caleb.

Frente a Caleb y a lado de mi madre, está Maeve y a su lado Edwin. Yo estoy sentada junto a Caleb y aún así sobra un lugar en la mesa, a mi lado y justo el otro extremo de la mesa.

Caleb y Sharon son los únicos de pie, sirven la comida. Caleb la sirve y Sharon pasa los platos a cada uno de nosotros. Una vez que todos tenemos nuestra comida y de que ambos han tomado asiento de nuevo, procedemos a comer.

Maeve y Edwin son los únicos en hablar, se aseguran de que no haya silencio completo. Logran que todos ríamos y esto sea más ameno.

—¿Cómo estás, Aurora? —pregunta Caleb a mi lado. Miro al chef quien me mira también, tomando su copa para darle un sorbo al vino que se ha servido.

—Bien —miento.

Sus ojos me analizan con sutileza, tal como si intentara asegurarse de que hablo enserio y no estoy agonizando lentamente por la ausencia del hombre que amo.

—¿Qué tal tú? —le pregunto yo, intentando que deje de enfocar su atención en mí.

—Oh, de maravilla —responde con una sonrisa. Puedo ver como gira la cabeza para mirar a Sharon quien habla emocionada con mi padre y después vuelve a mirarme a mí—. De maravilla —repite. Noto como sus ojos brillan y una parte de mí se alegra de saber que mi hermana ocasiona ese brillo, aunque, otra parte de mí parece envidiar que los demás sean felices y yo sea la única que debe estar sola aquí hoy.

—Eso es bueno —le hago saber, mientras tomo mi copa con agua y le doy un sorbo.

—¿Vino? —pregunta y niego, dejando mi copa sobre la mesa—. ¿Por qué no? —pregunta elevando una ceja y mirándome curioso—. Nadie puede negarse a una copa de vino, menos si este vino viene desde Grecia y es de la marca Antzas.

—Bueno, entonces seré la primera en hacerlo —vuelvo a darle un sorbo a mi copa con agua.

—Eres rara, Aurora Bellerose —no puedo evitar la sonrisa en mi rostro.

—¿Se supone que eso es una ofensa? —le pregunto y es él quien sonríe ahora.

—Bueno, eres una Bellerose, no sé porqué me sorprende tanto que todos ustedes estén igual de locos y desquiciados.

—Oye —lo miro mal—. Cuida tus palabras que estás sentado en nuestra mesa y ahora te paseas como si esta fuera tu casa.

No miento, a pesar de que ya no vivo aquí, siempre que vengo de visita encuentro a Caleb en casa. Ya sea que está en el sofá, mirando la televisión junto a mi padre o está en la cocina, en donde lo he encontrado desde cocinando junto a Sharon hasta lavando los platos cantando canciones de Adele.

—Soy el hijo varón que tu padre nunca tuvo pero siempre quiso —suelta con burla en mi dirección.

—Eso no es cierto —Edwin entra en la conversación—. El señor León me llamó hijo a mí el otro día.

De inmediato Caleb se muestra indignado.

—León Bellerose solo los llama así para que no se sientan mal —miro a ambos—, pero todos aquí sabemos que ese puesto no es para ninguno de los dos, llegaron demasiado tarde.

Me abstengo de decir en voz alta que mi padre adoraba a Aren y que antes de que ellos dos llegaran el magnate ya ocupaba el lugar que ahora ellos dos pelean.

Es más, puedo estar segura de que si Aren llegara ahora mismo mi padre de inmediato se olvidaría de Caleb y Edwin. Sin embargo, sabemos que eso no pasará y que Aren no regresará.

Edwin y Caleb comienzan a hablar sobre porque uno es mejor que el otro. Yo solo escucho mientras la otra parte de la mesa habla también sobre cosas que no me interesan pero es la voz de mi padre, al otro extremo de la mesa, la que me obliga a mirarlo y a que todos en la mesa guarden silencio.

—¿Cómo está Copito? —pregunta mi padre, bebiendo de su vaso con limonada.

—Está bien —respondo—. Cada vez crece más y se convierte en un gato adulto.

—¿Qué tal tú? —pregunta mi padre de nuevo—. ¿Cómo te sientes?

Sé que mi familia está preocupada por mí, después del divorcio temen que la esté pasando mal y que me quede estancada. Quiero decir, sí la estoy pasando mal, aún sigo llorando por las noches pero me aseguro de que por el día las cosas no sean tan horrorosas.

He encontrado un gran apoyo en mi comunidad de internet, me encargo de que mi cabeza se mantenga ocupada la mayor parte del tiempo para no pensar en él, hago vídeos, grabo campañas, interactúo en internet con mis seguidores, asisto a eventos que me invitan las marcas con las que trabajo ahora, paso tiempo con mis amigas, hago pijamadas con Selene, me enfoco junto a Zaak en terminar todo el papeleo correspondiente de la cadena radiofónica que Aren me regaló para ponerla a trabajar lo más rápido posible y lleno de amor a Copito, pero, todo eso parece no funcionar por las noches.




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