Aurora.
—Esto fue "Hard for me" del cantante, modelo y también actor italiano Michele Morrone. Mi nombre es Aurora Bellerose y me complace tenerlos una tarde más aquí en su estación de radio predilecta.
Hablo con los cascos puestos en mi cabeza mientras miro al resto de mi equipo que me indica que todo va en orden.
Conduzco uno de los tantos programas de mi cadena radiofónica, este es en horario de la tarde noche.
Realmente disfruto mucho el tener mi propio programa de radio, ser locutora fue lo que siempre soñé y ahora que finalmente estoy cumpliendo mi sueño, la vida se siente más bonita.
No me olvido de que este también era el sueño de Elizabeth, así que puedo presumir con orgullo que estoy viviendo el sueño de ambas. El sueño de mi madre y también mi propio sueño.
Sé que desde donde sea que esté, está orgullosa de mí, de lo que he logrado y de lo que aún me falta por lograr. Su recuerdo se mantendrá vigente siempre y todas las personas deberán recordarnos siempre, aún con el paso de los años.
La hora que dura mi programa transcurre y con una sonrisa me dedico a dar las últimas palabras.
—Ha sido un placer estar con ustedes esta tarde, escuchando nuestra música favorita y hablando sobre la vida —la sonrisa en mi rostro no se elimina con nada, amo esto, amo cada parte de este sueño—. Recuerden que nos escuchamos mañana a la misma hora y en la misma línea. Mi nombre es Aurora Bellerose, su amiga más íntima y su locutora de confianza. Recuerden seguirnos en todas nuestras redes sociales, para poder estar en comunicación, amamos leer sus mensajes y anécdotas. Tengan un hermoso día y una hermosa vida. Nos escuchamos mañana sin falta alguna y sin más que decir, tengan una hermosa noche.
La última canción programada comienza a escucharse así como me indican que he salido del aire.
Levanto el pulgar hacia mi equipo y quito mis cascos rosas para dejarlos en su lugar. Salgo del apartado y choco los cinco con los chicos de soporte.
Miro al chico que está preparándose para el próximo programa que corresponde, le deseo suerte y después de tomar mis cosas salgo del edificio.
Camino por la acera rodeada de tulipanes. Mi empresa es grande, ocupa varias manzanas por lo cual hay más de un edificio, todos los edificios cumplen distintas funciones pero todos tienen en común el estar rodeados de tulipanes, colores y armonía. Es tan yo.
Camino hasta el estacionamiento, en donde está mi auto, al mismo tiempo en que saco mi celular del bolso que llevo en mi mano, desbloqueo este y hago una llamada, aunque mis pasos se detienen cuando escucho un celular emitiendo un tono de llamada, levanto la mirada y sonrío mirando al hombre que está recargado en mi auto.
—Estaba llamándote —guardo mi celular y me apresuro a ir hasta él.
Ríe tomándome por la cintura. Nuestras bocas se encuentran y sonrío en medio de nuestro beso.
—Quería darte una sorpresa y venir hasta acá —deja un pico en mis labios, con su mirada entrelazada a la mía y aún sosteniéndome por la cintura.
Aren no deja de besar mis labios y yo no puedo negarme a sus besos. Río cuando comienza a bajar por mi cuello y deja picos en mi piel.
—¿Estás ocupada? —pregunta, mirándome fijamente de nuevo.
Sus ojos brillan al mirarme y el café intenso de su mirada me embriaga de inmediato.
—Depende —acaricio una de sus mejillas—. Si mi novio quiere pasar el resto de mi día conmigo, sí estoy ocupada.
—¿Y si no quiere? —pregunta con una ceja elevada y una sonrisa en sus labios.
—También estoy ocupada —ríe, sus carcajadas me hacen sonreír y vuelvo a besarlo.
Sus besos son una especie de adicción.
—Luces preciosa hoy —acuna mis mejillas—. Siempre luces preciosa pero hoy no te lo había dicho.
—Me lo dijiste en la mañana —suelto, rodeando su cuello con mis brazos—, y después me hiciste el amor.
La sonrisa dulce y hermosa que se dibuja en sus labios me pone a temblar.
—Voy a decirte lo hermosa que eres siempre que pueda, Fresita —baja sus manos hasta mi cintura, acercándome a él—. Jamás voy a cansarme de mirarte, de tenerte y halagarte.
Sonrío como una estúpida. Su amor saca facetas que me hacen sentir terriblemente perdida, perdida por él.
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunto, rozando su nariz con la mía. El aroma de su loción me pica en la nariz, y su aroma tan embriagante me hace cerrar los ojos, pérdida y sumida en una ola de paz.
—Estresante —responde en un susurro tranquilo y pacifico—. Ponerme al día en la empresa se lleva mi tiempo y energía.
Han pasado unos cuantos días desde que Aren regresó a New York, ahora para quedarse.
—Zaak ha hecho un buen trabajo, eso logra que la carga sea menos pesada pero aún así debo entrelazar todo lo que tengo en Londres con lo que hay aquí en New York.
—Para ti no hay imposibles —susurro—. Vas a lograrlo todo con éxito.
—Más con una hermosa locutora de radio que hace que mis días sean más divertidos y ligeros —besa mis labios—. Y con una bola de pelos que me acecha todo el tiempo para asegurarse de que mire New York al menos por diez minutos al día.
Río.
—Apuesto a que extrañabas esa vista.
—Te extrañaba más a ti.
Sus palabras me derriten por completo, la sonrisa en mi rostro crece y vuelvo a besarlo, lo beso con necesidad, con amor y con ternura. Lo beso con dulzura y con la necesidad de que su boca se vuelva una sola con la mía.
Cuando el aire nos falta y debemos separarnos, une su frente a la mía.
—¿Está ocupada esta noche, señorita Bellerose? —pregunta en un hilo.
—Para ti jamás estaré ocupada, insípido magnate —respondo sin dudar, con firmeza y seguridad.
Mis ojos van hasta Lorenzo quien está al otro lado del estacionamiento, Aren toma mi mano y la entrelaza con la suya.
Editado: 02.05.2024