A la mañana siguiente de todo lo que pasó, desperté horriblemente mal. Sin darme cuenta me quedé dormida en el suelo y llorando por culpa del imbécil de Nadir.
Me levante y salí de la habitación para ir al baño, había muchas puertas pero ayer Luca me indicó cual era. Tuve que esperar un poco ya que estaba ocupado, pero cuando vi salir a la persona que estaba dentro, confirmé que hoy sería un día horrible. Que sea el primero al que veía en la mañana, era toda una desgracia.
— Buenos días — dijo el descarado.
Sin ánimo de oír ni una palabra de su parte, solo pasé por su lado entrando al baño. No pretendía volver a hablar con él, por lo que lo evitaría todo lo posible.
Me quise dar un baño pero como no tenía nada que ponerme, por lo que mejor lo dejaba para más tarde, cuando vaya por mis cosas.
Al cabo de un rato salgo para ir nuevamente a la habitación, a Luca no lo había visto desde ayer y el problema ahora era que tenía mucha hambre, quería esperarlo para ir juntos a desayunar, pero él no venía y yo estaba hambrienta, ya que no pruebo bocado desde ayer por la mañana.
Pensé por un momento en aguantar y seguir esperándolo, pero los rugidos de mi barriga me exigían que comiera algo.
Finalmente salí de la habitación, rezando por no cruzarme con nadie, pero gracias a mi gran torpeza, y despiste, acabé chocándome con un duro cuerpo. Al levantar la cabeza, con intención de disculparme, no podía creerme lo que veía… otra vez él.
— ¿Cómo dormiste? — preguntó él. ¿Acaso era tan grande su cinismo? No podía dejarme pasar una mala noche por sus feas palabras y venir después a preguntarme si había dormido bien. Haciendo caso omiso a sus palabras, intenté pasar por su lado, pero me lo impidió. — ¿Te siguen doliendo las heridas? — preguntó haciendo como si realmente le importara.
Desesperada por alejarme de él, se me ocurrió una idea que esperaba y deseaba que funcionara.
— Si… de hecho olvidé que me tenía que tomar un medicamente, por lo que será mejor que vuelva a la habitación —dije mientras lentamente daba un paso hacia atrás. Aunque es cierto que me recetaron algunos medicamentos, por falta de dinero no los pude comprar, por lo que era todo mentira.
— ¿Quieres que te acompañe? — preguntó y lo miré extrañada. Parecía un bipolar por lo extraño que actuaba y lo mucho que cambiaba su actitud.
— No… iré sola.
— Está bien, aquí te espero — dijo mientras yo giraba completamente y entraba corriendo a la habitación.
Una vez dentro, me encerré y pude entonces respirar profundamente. Cuando corroboré que la puerta tenía cerradura, la puse enseguida, impidiendo así que nadie pudiera entrar, menos ese loco.
Me senté en la cama pensando en si realmente se había quedado ahí fuera esperando. No era algo que me importaba, pero me enfurecía ver como las personas cambiaban tanto su comportamiento y no les importaba si dañaban a los demás o no. Su actitud me recordaba a la de… él, por eso quería a Nadir lo más lejos posible de mí.
Unos toques en la puerta me hicieron salir de mis pensamientos, sintiendo como mi corazón latía cada vez más rápido. Ahí estaba.
— ¿Acabaste? — dijo tras la puerta.
— No… no iré, mejor vete — dije rezando porque no insistiera más.
— No me iré — insistió, cosa que me puso más nerviosa.
— ¡Vete! — exigí, elevando más mi tono. — Ya no tengo ganas de salir, quiero dormir un poco más — no volví a oír la voz de Nadir, por lo que supuse que se había ido.
Aliviada me acosté en la cama, pidiendo que Luca apareciera de una vez. Sin él, me sentía como un ave perdido.
El tiempo pasaba y el sueño aumentaba, y como ya había descartado la opción de volver a salir de aquí, me tome la libertad de volver a dormir.
~
Disfrutaba de mi dulce sueño, aprovechando para dormir y descansar todo lo que llevaba tiempo sin poder. Pero por desgracia unos insistentes golpes interrumpieron mi paz.
Cuando me levanté para abrir la puerta, caí en cuenta de que la persona que no paraba de llamar podría ser Nadir, nuevamente.
— ¿Quién es? —pregunté algo desconfiada.
— Soy yo, Luca, ábreme de una vez — ¡por fin llegó! Me apresuré a abrir la puerta, encontrándome a un Luca algo gruñón. — ¿Que estabas haciendo que no abrías? — preguntó mientras se adentraba a la habitación.
— Solo dormía — respondí mientras volvía a tomar asiento en la cama. — ¿Qué tal la fiesta de anoche?
— Estuvo bien, bebí un poco más de la cuenta por lo que me quedé a dormir en la otra casa.
— Está bien — creo que este es el mejor momento para decirle lo que estuve pensando toda la noche. — Oye, estuve pensando… mucho, y creo que lo mejor será que no me quede aquí — llegué a esta conclusión después de tener la desagradable conversación con Nadir.
— ¿Alguien te dijo algo? —preguntó mirándome con el ceño fruncido.
— No… — no planeaba contarle lo que pasó anoche, no estaba aquí para ocasionar problemas. —Solo quiero irme.