Esa mirada... esa mirada que no sé en qué momento se apagó. A simple vista se le notaba lo agotado que estaba, sus ojeras reflejaban lo poco que descansaba. Me sentí culpable, pues no paraba de decirme a mí misma que yo tenía parte de culpa por el estado en el que estaba.
Sigo sin entender cómo llegaron hasta aquí, ¿Cómo fue que me encontraron? No sé si fue cosa del destino el reencontrarnos, pero desearía no haberlo vuelto a ver, por tal de no mirar esos ojos que tanto amor me transmitieron, y que ahora se encontraban totalmente vacíos.
— Gnomito —dijo, con un tono cansado. Aparté mi mirada de la suya, incapaz de sostenérsela por más tiempo. —Te veo bien —dijo en apenas un susurro.
— Luca...
— ¿Por qué te fuiste? —preguntó, interrumpiendo mis palabras. — Tan poco te importo que simplemente te largaste — reclamó, haciéndome sentir peor de lo que ya me sentía. — ¿Tan poco te importo que ni siquiera viniste a hablar conmigo en persona, sino que optaste por dejar una mísera carta?
Lágrimas traicioneras salieron a flote, al oír sus duras palabras, las cuales me atravesaban como dagas en el pecho. ¿Cómo se supone que le diría que me fui porque no soportaba ver como el club se volvía tan inestable por mi presencia?
— Sabes que me importas mucho — era incapaz de decirle lo que escuché de boca de sus amigos, por la amistad que los une de hace años, y porque no quería que Luca acabara odiándolo.
— Ven conmigo —pidió, tendiéndome la mano.
De verdad que lo necesitaba, quería coger su mano e irme con él, por lo buen amigo que siempre fue, pero él ya tenía su familia, su hogar, y ahora me tocaba a mí buscar el mío.
— No pued... — quise volver a hablar pero nuevamente me interrumpió.
— Por favor, ven conmigo — insistió sin bajar la mano que aún me tendía. — Si no vienes conmigo, iré yo contigo, asique decide.
— ¿Puedo meterme en la conversación? — preguntó Nadir apareciendo ante nosotros.
— Mantente al margen Nadir, esto no te incumbe —dijo Luca sin despegar su mirada de la mía.
— Me meteré porque al igual que tú, también la estuve buscando — dijo mirándome fijamente. Estos dos ya empezaban a incomodarme más de la cuenta con sus insistencias. — Fabi te pido que vuelvas — dijo Nadir logrando sorprenderme. — Juro que por mi parte ya no volverás a estar incómoda y que haré arrepentirse a todo aquel que comente algo de ti, pero ahora por favor, vuelve — si no lo conociera, y si no hubiera escuchado su conversación con Ian, quizás me lo creería.
Si yo no llego a tomar la decisión de irme, él me hubiese echado esa mismo noche ¿y ahora intenta ir de santo? Era un hipócrita...
— No me llames Fabi — dije, recalcando mi nombre. — Solo me mis amigos me llaman así, y tú no lo eres — y ni quería que lo fuera. — Y no, no voy a volver. No quiero estar donde no se me quiera.
— ¿Quién dic...? — lo interrumpí antes de que siguiera con sus mentiras.
— Luca, yo ya me tengo que ir —intenté dar un paso hacia atrás pero mi desesperante amigo me lo impidió, sujetando mi brazo.
— Cuando nos volvimos a ver te dije que no te volvería a dejar, eso fue una promesa y yo no rompo mis promesas — dijo Luca. ¿Por qué lo hacía todo tan difícil?
Sin esperar respuesta empezó a caminar, tirando de mí, rumbo a no sé dónde. Intenté oponerme, forcejeando y protestando, pero fue imposible zafarme de su agarre, me tenía bien sujetada.
Me soltó una vez estuvimos frente a su moto, y aunque vi entonces la oportunidad de echar a correr, no lo hice por el simple hecho de que se trataba de Luca, y aunque quisiera alejarme de todo, no podía estar huyendo de él. Pero la inquietud no abandonaba mi cuerpo, menos sabiendo que quizás volvería al club del que Nadir quería echarme.
Por otro lado está Nadir, el mentiroso que diría cualquier cosa, por tal de aparentar delante de su amigo. Ambos coincidimos en el hecho de que estaríamos mejor sin vernos las caras, pues que facilite todo, diciéndole a Luca que no me quería en el club.
Cuando veo a mi amigo sacando un segundo casco es cuando caigo en cuenta de que si no hago algo, me llevara con él sin importarle ni una de mis palabras
—Luca no iré contigo —dije, intentando sonar segura.
— Fabi...
— ¡NO IRÉ! —grité, harta de su cabezonería.
— ¡¿POR QUÉ?! — Preguntó él, alzando bastante su voz. El casco que sostenía en sus manos, lo tiró al suelo provocando un fuerte estruendo, el cual me hizo pegar un salto del susto, alejándome un poco de él. —Lo siento... no quería hacer eso — se disculpó, mientras se tiraba de los pelos, evidentemente frustrado. — Pero no entiendo por qué no quieres dejarme estar contigo — sentía como el alma se me moría, no solo por sus palabras, sino por las lágrimas que caían de sus hermosos y tristes ojos. — ¿Por qué me alejas Fabi? Llevo semanas buscándote, preocupado por ti y rezando porque estuvieras bien.
— Luca... — alargué mi mano y limpié sus lágrimas. — Sabes perfectamente lo mucho que te quiero.
— Entonces dime qué está pasando, porque no entiendo nada –exigió con voz exasperante.
— Que me harté de estar donde no se me quiere — respondí sincera y sintiendo un horrible nudo en mi pecho.
— Déjate de estupideces Fabi, tú sabes perfectamente que conmigo siempre serás bien recibida — respondió frustrado.
— Contigo sí, ¿pero y con los del club? Simplemente me metiste en ese lugar, y no preguntaste a nadie si me querían ahí o no — y quizás ese fue el principal problema, pues si no me querían, el primer día lo hubiesen dicho y nos ahorramos los malos momentos.
— No avisé, pero tú saber que... — lo interrumpí antes de que terminara de hablar.
— No Luca, yo solo sé que quiero vivir mi vida, que quiero dejar de sentirme rechazada, quiero vivir sin estar pensando en que decir o que hacer, por tal de no estar cagándola. En ese club no logré hallar mi sitio y me cansé de sentirme constantemente fuera de lugar.