— Así es, soy invidente —respondió Roque mientras reía y en ese momento me sentí realmente estúpida por lo bocaza que era.
— Lo siento... pensé en voz alta —me disculpé avergonzada.
— No te preocupes Fabi, tampoco dijiste algo que no era.
— ¿Sabes mi nombre? — pregunté sorprendida, pues aun no me había presentado.
— ¿Quién no conoce a la novia de Luca?
Novia... ya veo que será difícil hacer desaparecer del aire esa mentira.
— Expareja — corregí.
— Oh... supongo que lo siento —dijo algo apenado.
— No, no te preocupes —respondí. — Estamos mejor como amigos.
— Veo que os llevareis bien — intervino Luca. — Y espero que así siga, ya que ambos os quedareis aquí y pensé que sería bueno que os hicierais compañía.
— Eso tenlo por seguro, nos lo vamos a pasar como niños —dijo mientras reía de una forma tan peculiar que me hizo reír con él. — ¿A que sí Fabi? Que se vayan ellos, que no los necesitamos —siguió riendo y yo no podía contenerme, tenía una risa demasiado contagiosa.
— Yo ni sé que siguen haciendo aquí —dije, siguiéndole la broma, mientras ambos reíamos sin parar.
— Roque, ahora me voy con miedo —dijo Luca, frunciendo el ceño. — Me niego a que me quites a mi mejor amiga, nos mataremos si es necesario — finalizó diciendo en un tono desafiante a la vez que chistoso.
Me coloqué a un lado de Roque, con intención de responderle a Luca, pero justo cuando me moví, en mi campo de visión aparece Nadir. Me helé en el instante en el que nuestras miradas se cruzaron, cosa que pareció notar Luca, ya que enseguida giró a mirar a la entrada.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué os callasteis? —preguntó Roque a mi lado.
Iba a responderle pero guardé silencio al ver a Nadir acercarse hacia nosotros. Los nervios se instalaron en mi cuerpo, no sabía si era por su cercanía o por su intimidante mirada, pero era algo que me impedía comportarme con cordura. Lo malo, aunque no tan malo, era el saber que estaba enfadada con él, por su infantil actitud.
— Roque —dijo Nadir, a modo de saludo. — ¿Cómo va tu día?
— ¿El mío? perfectamente —respondió mientras sonreía ampliamente. Me pregunto si este chico siempre está de tan buen humor, lo estoy envidiando mucho por ello.
— ¿Qué hacen? — volvió a preguntar Nadir. Cuando giré a ver a Luca, este no parecía tener intensión de hablar, de hecho se le veía algo tenso.
— Conociendo a Fabi —respondió finalmente Roque.
— La mejor amiga de Luca, según escuché —dijo Nadir, clavando su mirada en mí.
— No sabía que tu nuevo hobby era escuchar conversaciones ajenas. — dije, y aun sabiendo que era mejor callar, no podía, imposible con él.
— Pues tal parece que esa es la única forma de saber las verdades, escuchando por detrás. — respondió serio.
Sus insinuaciones me hacían pensar en que quizás él ya sepa toda la verdad, y aunque lo que quería era no mentir más, no sé si quiero que sepan que era una mentirosa. Además, una verdad saca otra, y el que supiera toda mi vida no me hacía gracia.
— Oye ¿y tú no tienes unas maletas que arreglar? —pregunté, evadiendo sus innecesarias palabras. Este ser era capaz de llevarme de la locura a la amargura en cuestión de segundos.
Nadir no respondió a mi pregunta, solo se quedó ahí parado, mirándome con cara de pocos amigos.
— Eh... ¿necesitabas algo Nadir? —preguntó Roque, evidentemente incómodo, cosa que no me extrañaba, pues era algo que solía causar Nadir, incomodes. Este tenía el encantador don de arruinar las buenas armonías.
— Buscaba a Luca, tenemos mucho que arreglar antes de irnos mañana.
— Bien, pues vamos — se apresuró a decir Luca dirigiéndose a la salida. Nadir, después de dirigirnos la última mirada, giró para irse.
El silencio se hizo presente en el taller, pero eso no era lo que molestaba. Estaba tan enfadada con Nadir por sus cambios de humor que aun sabiendo que se va mañana, no tenía ganas de despedirme de él.
— ¿Estás bien? —preguntó Roque.
— Si... claro —respondí en apenas un susurro.
— ¿Te sucedió algo con Nadir? — señor, ¿cómo te explico que ese hombre es un bipolar con el que es imposible estar bien?
— No, para nada —dije, negándome a amargar a Roque con mis cosas con Nadir. — Con lo buena persona que es ¿no?
— Está bien —dijo, volviendo a mostrar su hermosa sonrisa— Entonces, ¿Qué te apetece hacer? —preguntó mientras sacaba su bastón e iba moviéndose por el taller.
— No quiero molestarte mientras trabajas, asique mejor te dejo terminar lo tuyo si quieres — a pesar de que es un chico que me agradó mucho, no quería ponerle en el compromiso de esta conmigo solo porque a Luca se le antojó,
— No, para nada —dijo girándose a mí. — Puedo seguir con el trabajo después, ahora quiero pasar tiempo contigo.
Este chico realmente me estaba cayendo muy bien. Es tan majo y risueño que me parece irreal. Me estoy esperando hasta que resulte ser un psicópata, no me extrañaría teniendo en cuenta mi suerte.
— ¿Qué te parec...? — antes de terminar de hablar, soy interrumpida por el teléfono, el cual sonaba por la entrada de una llamada. Al ver de quien se trataba, un nudo se instaló en mi estómago. — Roque, perdóname un momento. —dije mientras me iba alejando.
— Si claro, lo que necesites— lo oí decir.
Salí lo más rápido que pude del taller y seguí alejándome un poco más, hasta asegurarme de que nadie pudiera oírme. Comprobé que no había nadie a mí alrededor y entonces cuando mi teléfono volvió a sonar y lo cogí.
— Diga.
— Fabi ¿Cómo estás?
— Pues con mil cosas en la cabeza —reconocí algo cansada. — ¿Sabes algo? — pregunté, rezando por buenas noticias.
— Por eso te llamaba, hemos tenido noticias del paradero de Paul.
— ¿Lo habéis encontrado? — una gota de alegría y esperanza me inundó al escucharlo.