Familia de Alquiler

CAPÍTULO 2

Semana 1 - Día 1

Elizabeth

Esperaba no haber cometido un error. Si bien la propuesta del doctor Turner había sido un tanto extraña, me parecía inofensiva. Y el beneficio era considerable. Si mi hijo tuviera asegurada la universidad, yo podría dejar de hacer malabares para que el salario me alcanzara para los gastos de la casa y su educación.

Aún así… sentí un poco de resquemor. Cuando algo en la vida parece muy fácil y muy bueno, puede tener consecuencias funestas e inesperadas. Sentí que debería haberlo pensado por unos días. Me había dejado tentar muy rápido. Esperaba que todo saliera bien, sólo debía mantenerme alerta.

Uno de los problemas era que el doctor Turner era un hombre sumamente guapo y muy interesante, y como tal, era peligroso. El otro problema era que no parecía un hombre de fiar. Aunque… ¿qué hombre lo era? Si bien era serio y jamás se propasó conmigo, se mostraba altanero y malhumorado todo el tiempo. Tal vez se creía superior al resto de los mortales por ser hijo del dueño y director del Hospital Dr. Turner, o simplemente era un amargado, o quizás ambas cosas.

La cuestión era que su trato siempre resultaba despectivo.

Excepto con los niños.

Cuando hablaba con ellos ocurría la transformación, se convertía en un hombre dulce y tierno, y se comunicaba con los niños con tal nivel de respeto, que jamás pude ver en una relación entre adultos.

Incluso lo había visto llorar cuando trataba enfermedades graves, o cuando alguna cirugía no resultaba tan exitosa como él esperaba.

Definitivamente era un hombre extraño e interesante, y, como todo hombre, peligroso. Sólo me quedaba esperar que esta situación no se complicara.

* * *

Tocaron a la puerta y miré la hora. Si era el doctor Turner llegaba puntual, eran las ocho y media.

Al abrir comprobé que, efectivamente, era él.

Lo hice pasar y sentarse en la sala, e intenté comportarme como una anfitriona amable, aunque en realidad no tuviera práctica, ya que nunca recibía a nadie, excepto a mi hermano o a Leah, y ellos se atendían solos.

—...¿Quiere un café, doctor Turner? -le ofrecí insegura.

—Sí, gracias, Elizabeth.

Serví dos cafés y los llevé a la sala.

—Para empezar, ya no debes llamarme “doctor Turner”, sólo Shaun -me dijo serio.

—No me siento cómoda con esta situación. Parece sencilla pero es extraña.

—Es sencilla y para nada extraña.

—Fingir ser su esposa me parece complicado.

—No lo es. Debemos conocernos y eso es todo.

Tenía que reconocer que, si ya había aceptado, debía dejar de darle vueltas al asunto y hacer lo que tenía que hacer: conocerlo. De todos modos, sería sólo por un mes.

—De acuerdo -le dije acomodándome en el sillón frente a él.

—Primero debo saber si hay algún ex o interés amoroso actual que pudiera causarnos problemas -dijo él.

—No los hay.

—Buenísimo. Cuéntame de tu familia -agregó sin preámbulos.

—Madre, padre y hermano mayor.

—Eres muy escueta, Elizabeth. Debes ampliar.

—Disculpe, doctor, no estoy acostumbrada a hablar de mí. Me relaciono siempre con las mismas personas que ya me conocen.

—”Disculpa, Shaun” -me corrigió serio.

Este hombre intimidaba. Si le disgustaba tanto la situación ¿para qué la había propuesto?

—Comenzaré de nuevo. Mi madre se llama Grace, mi padre, Oliver y mi hermano, Jason. Nuestro apellido es Green.

››Mis padres tienen una pequeña empresa familiar de productos orgánicos locales, en la que ambos trabajan.

››Jason me lleva cinco años, está divorciado de Lily y tiene dos hijos.

—¿Es hermano celoso?

—Sí, mucho -respondí sonriendo para mí-. Quería matar a Daniel cuando sucedió… -me detuve, por poco hablaba de más- Esa parte no le interesa.

—No para nuestros fines, pero igual me gustaría saber quién es Daniel, para tenerlo en cuenta por si representa un problema.

Negué con la cabeza, en silencio. Esa vergüenza era sólo mía. Él no necesitaba saber.

—Él no será un problema. Ahora usted -le dije, porque me había cansado de hablar de mí.

—“Ahora tú” -me reclamó.

—Sí, “ahora tú”.

—Mi familia es de acá, de Cambridge. Mi madre se llama Mary, es ama de casa, mi padre, Thomas, es médico retirado y quien fundó el hospital donde trabajamos, y tengo una hermana menor, Scarlett, que estudia Artes Visuales en Harvard, a pesar de mis padres.

Al decir esto último, se lo vio más relajado.

—¿Ella es la rebelde de la familia?

—Lo es -dijo sonriendo.

Era la primera vez, desde que lo conocía, que lo veía sonreír sin tener un niño enfrente. Eso revelaba que su hermana quizás era su persona favorita.




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