Famocéntrico

Capítulo 6: "Pensé que ibas por Amesty."

Termino de arreglar el vestido rojo que decidí ponerme hoy para ir al estúpido club al que el estúpido bipolar quiere que vaya y comienzo a maquillarme sin hacer algo demasiado elaborado, el maquillaje no es mi fuerte y sinceramente no tengo muchas ganas de salir con Hoddester, aún espero a que se arrepienta y no me lleve con él.

Se preguntarán la razón de mi enojo, ¿no?

Pues resulta que el imbécil para el que trabajo se comportó como un maldito niñato toda la tarde. Evitaba mirarme, evitaba hablarme y las pocas veces que lo hizo fue para regañarme o decirme algo hiriente.

¡Yo ni siquiera le hice algo para que se comportara así!

Agh, hombres.

Ah, pero no me malinterpreten. Lev no está de mal humor, no. El pedazo de imbécil pasó toda la jodida tarde en la piscina jugando con la traicionera de Hera.

De malagradecidos está lleno el mundo, diría Sharon.

¿Yo qué hice mientras la traidora y el bipolar estaban muy a gusto dándose un baño? Mirarlos con cara de amargada mientras apuñaleaba y comía con molestia, pero gozando completamente, la torta de Sharon, esperando a que las sirvientas arreglaran mi habitación.

¡Y sí, tiré a la basura el refresco de piña que era para el idiota descerebrado!

Lo peor del caso fue soportar al imbécil de Adrià con una sonrisa triunfante en el rostro.

Estúpidos guapos, siempre son unos estúpidos altaneros. Estúpidos todos.

Gruño con molestia aplicando fijador para maquillaje cuando acabo de ponerme delineador, rímel y un fuerte labial rojo del color de mi vestido. Me levanto del tocador para luego acercarme al espejo de cuerpo completo y escanear mi cuerpo desde los zapatos de tacón alto plateados, hasta mi cuerpo siendo entallado por el corto vestido y finalizando con mis accesorios plateados y mí largo cabello oscuro alisado y amarrado en una impecable coleta alta.

Asiento satisfecha yendo hacia el closet en busca de un bolso plateado a juego con el atuendo y en este meto mi teléfono, el mismo labial que traigo puesto, un par de cientos de dólares por si algo pasa -porque mujer precavida vale por dos-, mi identificación aunque sé que no la necesito y mi perfume de la línea de perfumes que lanzó Z hace un año, el cual claramente rocié en mi cuerpo con anterioridad.

Tras cerrar el bolso y darme un último y rápido vistazo me encamino hacia la puerta, sabiendo que Lev va a pelear porque hace quince minutos le dije que me diera sólo cinco para terminar de vestirme.

Pero antes de que abra la puerta, un bien vestido Adrià lo hace, haciéndome agradecerle al catatumbo por estar vestida.

—Joder, chico. Toca a la próxima. —Le digo poniendo una mano en mi pecho por el susto.

El pelinegro me mira de pies a cabeza y al encontrar mi mirada puesta en él se sonroja, pareciéndome completamente tierno.

—Wow. —Susurra. Aclara su garganta, visiblemente nervioso y habla sin mirarme a los ojos. —Lo siento, Ames. Lev me mando a buscarte y hacerte bajar aunque no estuvieses lista, sabes como es. —Ruedo los ojos.

Yo pude esperarlo media hora cuando estuvo en la estúpida sesión de fotos, pero mis quince minutos extra son un delito. Claro, como él sólo tiene que bañarse y tiene todo listo, los demás debemos volar para igualarlo.

—Está insoportable desde que salimos de mi casa. Voy a golpearlo si sigue así y no quiero que intentes detenerme. —Le digo a Adrià, saliendo junto a él de la habitación y cerrando la puerta detrás de nosotros.

—Tranquila, haré como que quiero detenerte, pero en vez de eso te haré porras. —Me guiña un ojo y suelto una carcajada.

—Así me gusta. Obediente. —Palmeo su hombro provocando que ría.

Seguimos caminando y comenzamos a bajar una de las escaleras de la casa ridículamente grande de Lev y cuando bajamos encontramos al nombrado revisando su teléfono junto a Bernat, Iván y Arnau. El segundo nos mira y enarca una ceja sonriendo con diversión.

—Vaya, Adrià, pensé que ibas por Amesty.

—Idiota. —Le saco la lengua y tanto él como el pelinegro ríen.

—Te ves bien, enserio. —Halaga, los otros tres guardaespaldas me miran y asienten de acuerdo, sonrojándome en el acto.

Pero el que quiero que me mire se mantiene pegado al puto teléfono.

Acabo de llegar junto a los hombres sintiendo mis zapatos resonar en las partes sin alfombra del suelo, llamando por fin la atención de Lev al llegar junto a él.

El castaño que luce un atuendo un tanto casual con pantalones rotos, un buzo blanco con su nombre en rojo y su cabello alborotado levanta la mirada de su teléfono, mirándome, escaneando mi cuerpo lentamente provocando que comience a sentirme nerviosa ante su mirada. Al llegar a mis ojos y notar que lo estoy mirando lo noto tensarse.

—Maldición. —Susurra volviendo a mirar mi cuerpo, pero rápidamente sacude la cabeza y desvía la mirada. —Ya era hora. Vámonos de aquí. Los demás ya están en el club.

¿Los demás?

Sintiendo como el ambiente se torna tenso ante la actitud de Lev, todos lo seguimos hasta la camioneta y, como es de costumbre desde la mañana, abren la puerta para nosotros, por lo que subo detrás de Lev y al estar todos dentro cierran las puertas y encienden la camioneta, arrancando ésta segundos después.

Me dispongo a mirar el camino por la ventana sin prestarle mucha atención a la conversación que inician los guardaespaldas entre ellos, desviando la mirada hacia el bolso que yace en mis piernas sacando mi teléfono de este al escucharlo comenzar a sonar con el original tono de llamada que Selin grabó hace un tiempo para mi teléfono.

"Holaaaa, aquí la rubia sexy llamando al poste con patas. Contéstame, estúpida, no me ignores. ¡Contéstame! Sigo aquí, no dejaré de llamar y si no contestas volveré a llamar. ¿Sabes? Puedo llegar a ser muy irritante..."

—Sí eres irritante. —Digo al contestar la llamada. Adrià y Bernat frente a mí asienten dándome la razón y mi amiga al otro lado de la línea se ríe.



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En el texto hay: amorodio, famosos, asistente

Editado: 22.07.2025

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