Scarlett.
Si soy sincera, no me gusta estudiar o tener que ir al instituto pero no puedo estudiar desde casa, pues mis padres lo creen conveniente para que pueda "sociabilizar" porqué según ellos no tengo casi vida social, tampoco es como que me importara mucho; estoy bien sola y no me quejo.
Luego del incidente en la cafetería, todos se me quedaban viendo cuando pasaba para ir a mi siguiente clase, cosa que me puso más de malhumor si eso es posible.
La clase del Sr. Jefferson pasa lenta y aburrida, sin mucho que aportar; al menos este profesor no me hizo presentarme, las siguientes clases hasta el final de la jornada estuvieron adaptables.
Al finalizar las clases me dirigí a paso veloz a la oficina para entregar los comprobantes firmados, al llegar la secretaria me sonrió.
—¿Cómo te fue en tu primer día querida?— preguntó de forma maternal.
Hice una mueca.
—Algo extraño.— me encogí de hombros ante su mirada confundida.
Salí directo al aparcamiento y antes de subirme;
—Lindo auto— escucho que me dicen, al girarme veo que el dueño de la voz había sido ni más ni menos que Tyler Crowley; lo miré sin expresión y asentí con la cabeza en su dirección.
Me miró algo raro, pero no le di mucha importancia, por lo que me monto a mi coche un Volvo S-60 R-Design color negro(para pasar desapercibida, claro); era extraño porqué el que miraran mi coche eso no me enojaba, siempre me gusto la velocidad, ya saben, eso de conducir autos, motos y esas cosas.
Me daba gracia las miradas de envidia y de asombro que me largaban al verme abrir la puerta del coche, tengo 17 años y desde que tengo al menos 12 sé conducir.
Estando dentro de él, me permito observar con tranquilidad a mi alrededor, una fila de autos comenzaba a formarse y entre ellos dos coches destacaban.
~Un Volvo S60R plateado, lindo.~
Pero el que más me gustó fue el coche que iba delante de este;
~BMW M3 convertible y rojo, si que tiene estilo, me encanta~
Sé mucho de autos porque mi abuelo, por parte de padre tiene un Automotriz bastante importante en Inglaterra, y puedo decir que pasé demasiado tiempo allí dentro y de su taller.
[...]
Cuando llegue a casa, realmente estaba cansada pero no quería que se me notara, pues había dado mi palabra a mis padres para acompañarlos a ver a unos antiguos amigos suyos.
—Oh vamos hija, quita esa cara— me saluda mi padre nomas entro, estaba en la mesa del comedor con un montón de planos y papeles dispersos.— ¿Cómo te a ido?—
—A sido insoportable papá, no sabes como todos me veían, parecía un bicho raro —le contaba con disgusto.
—No seas tan exagerada cariño— replica mi madre, y como siempre parece vestida como para una sesión de fotos. A pesar de ya rondar los cuarenta, mis padres se mantienen jóvenes que parecen de veinte y son tan joviales que a veces dudo si ellos son los padres o yo. —Esperamos que te haya ido bien cariño, y que esta vez no te sea tan difícil mantenerte alejada de los problemas.— advierte seria mientras me daba un beso en la frente.
Gruñí irritada.
—Voy a darme una ducha y ponerme algo más cómodo— murmuro.
Vivimos en una enorme casa, esta es de dos plantas, tiene cuatro cuartos, tres baños, la sala, las oficinas/despachos de mis padres, la cocina y el comedor en concepto abierto y por su puesto un ático, ah y me olvidaba del enorme garaje donde estaban nuestros transportes, también cuenta con un gran jardín y patio trasero que da al extenso bosque.
Bueno, pues mi cuarto es amplio y tengo un baño propio; las paredes están pintadas de un color intermedio de azul y morado, oh y tengo un balcón! Mis padres saben que extrañaría mi habitación, por lo que intentaros que esta se pareciera un poco al menos, y como ya no sé si volveremos a Inglaterra, al menos me tengo que acostumbrar a esta.
Mi habitación no estaba completamente ordenada, pues había cajas con cosas de la mudanza aún por acomodar, pero mi madre había estado ayudándome a arreglar algunas.
Luego de dejar mis libros y cuadernos sobre el escritorio, esquivando cajas y cosas desordenadas, me encaminé al baño de mi habitación.
Estando allí, me quite la ropa y tomé una ducha de tal vez nos veinte minutos.
Al salir me seque bien el cuerpo y me vestí con un Jeans oscuro rasgado, mis tenis blancos y un jersey azul oscuro, todo diseñado por mi madre; básicamente me visto solo con la line de ropa que mi madre hace, es "exclusiva para su preciada hija", eso es lo que me dice la menos.
Dejo que mi pelo castaño rojizo se seque solo, hay veces en que se forman ondas y me gustan como quedan. No necesito maquillaje gracias a mis genes lo considero innecesario, aunque de vez en cuando me gusta pasarme un poco de rímel o labial rojo escarlata, por lo que me paso un poco de ambas.
Ya lista vuelvo a bajar a la planta baja, donde me encuentro con mis padres ya listos esperándome pasa salir.
—Como siempre, estas hermosa hija. —me alaga mi padre por lo que sonrío, le agradezco y nos marchamos.
Entre La Push y Forks había menos de veinticinco kilómetros de densos y hermosos bosques verdes que rodeaban la carretera. Debajo asomaba el caudaloso río Quillayute.
La vista impresionante, me dio lo que necesitaba para relajarme y disfrutar del viaje escuchando un poco de música que sonaba en la radio a aquellas horas.
Luego de un rato de camino divisé las casas del pueblo; aparcamos frente a unas casas bastantes bonitas pero de apariencia antigua.
Cuando mis padres bajan del coche, hago lo mismo y me coloco detrás de ellos admirando las demás casas y los bosques al rededor.
—Ya están aquí — una voz femenina me hace volver a enfocar mi vista al frente.
Una mujer bajita, de melena oscura y de rostro afilado se acercaba a nosotros de forma rápida, al llegar a mi madre la abrazó con fervor y añoranza.