Scarlett.
Estábamos comiendo hamburguesas, pues a medio camino nos dio hambre y se nos antojaron. Por suerte ni ella ni yo somos de las que no come frituras y esas cosas, porqué ella necesitaba una gran carga de carbohidratos.
Y para qué mentir, yo también.
Y ahí estábamos las dos conversando de nuestras vidas, el instituto, y el tema sensible; el imbécil...
Digo Sam Uley.
—Está bien Leah, tienes todo el derecho de estar enojada, y más luego de que no te diera ninguna explicación; pero ¿sabes qué? puedes llorar y odiarlo o puedes vengarte y hacerlo sufrir tanto como él a ti.— sus ojos se iluminaron en cuanto la palabra venganza salió de mi boca.
Bien, puede que no haya sido el mejor consejo del mundo, pero ¡vamos! ¿Qué le podría decir? Si fuera yo, ya lo hubiera hecho.
Sé que es algo bastante infantil, pero en estas situaciones cualquier método era bueno para superar un corazón roto; hablo por experiencia propia.
Así que a la verga todo, si me voy al infierno, pues al infierno será.
—¿Tu, te refieres a que me vengue?— ahora sus ojos brillaron aun más, como si estuviera planeando algo realmente peligroso; yo solo asentí con una sonrisita maliciosa.—Pues, me encanta la idea, pero necesitaría tu ayuda.— las dos compartimos una gran sonrisa maquiavélica y empezamos a idear algo para su venganza.
[..]
Luego de dejar a Leah en su casa, marché fuera de la reserva directo a mi casa; pues ya era bastante tarde y mis padres seguro me matarían si demoraba mucho más.
Al abrir la puerta, mi madre estaba esperándome al final de las escaleras.
~¡Mierda y más mierda!~ me quejé en mi mente.
—¡Scarlett Electra McQuaid!— chilla furiosa mi madre al verme llegar.
—Mamá, tranquila he estado con Leah.—traté de calmarla, estaba cien por ciento segura de que mi madre pensaba que estaba metida en problemas y por eso había llegado tarde; la entiendo, tiene miedo de que vuelva a ser la antigua yo.
Luego de un par de minutos explicándole a mi madre la situación con Leah, claro que no le dije que le aconsejé que se vengara, se puso claramente feliz y las dos ya cansadas nos fuimos a dormir.
Me deslice hacia el baño tranquilamente, pero de repente paro en seco. Me sentí observada y con determinación, me doy vuelta lo más rápido que puedo, lo único que consigo ver es una figura borrosa deslizándose por mi ventana.
¡Mierda, una sombra de algo o alguien!
Apresuradamente cerré la ventana con seguro.
Un poco temerosa y alerta me adentré en el baño con mi pijama en la mano e hice mis necesidades. No es como si tuviera miedo, el problema es no saber que era <eso> y si volvería para hacerme daño o aún peor, a mis padres.
Con ese pensamiento me metí en la cama ya cambiada y pronta para dormir, pero no pude pegar un ojo en toda la noche hasta más o menos las cinco y algo de la mañana que no tengo idea de como pero me dormí, seguramente del cansancio.
—¡Hija, despierta!—exclamaba alguien a la lejanía, pero tenia mucho sueño y no quería abrir ni los ojos.—Vamos, llegaras tarde al instituto—
~Oh dios, el instituto.~
Bueno en realidad, que se pudra el instituto, luego de lo que pasó ayer de noche no quería ni pensar en dejar a mis padres solos. Al recordar lo de ayer de noche me levanto de un salto de la cama, haciendo que me caiga de culo en la alfombra.
—¡Mierda!— exclamo en un murmullo. Mi padre, que era el que me había estado llamando, se retuerce de la risa por mi caída.—Oye, no te rías.— bufé malhumorada, me levanto del suelo adentrándome en el baño, dejando atrás a mi padre partido de la risa.
[...]
Al llegar al instituto, me adentro al edificio que tendría mi próxima clase ignorando olímpicamente a todos los curiosos, pero cuando pensé que mi día no iba a poder ser peor, viene caminado hacia mi el maldito de Newton.
—Hola Inglesa.— saluda en forma de burla mientras se coloca a mi lado. Yo simplemente asiento con la cabeza, no me hará perder la poquísima paciencia que me queda, no lo hará. —He visto como te miran los Cullen y no, no me gusta.—
~No me hará perder mi poco paciencia, no lo hará. —vuelvo a repetir en mi mente esta vez mucho más cabreada— No lo... ¡A la mierda mi paciencia! ¡A la mierda Newton!~
—Mira Newton, no te e preguntado tal cosa, pero te agradecería que dejaras de meter tu asquerosa nariz en mis problemas— le dije directamente mirándolo a los ojos y con un tono frío y cortante— Gracias.— terminé por decirle secamente dejándolo perplejo y me largue a mi clase de ciencias; y aún de espaldas le grite,—Y no soy Inglesa, imbécil—
El resto de las clases pasaron sin más, pero nadie se me acercaba, excepto Angela y de vez en cuando Eric, pues mi mejor cara de <me jodes y te mato> hizo el trabajo que mi boca no tenia ganas de hacer.
Al sonar la campana que indicaba la hora de almorzar, me dirigí a la cafetería. Pero a medio camino Alice prácticamente se me tira encima abrazándome con mucha fuerza.
—¡Ven, vamos a mi mesa!— fue lo primero que dijo al soltarme;
—Hola Alice— murmuré en tono sarcástico haciendo reír a Jasper, que recién me doy cuenta de que estaba con nosotras este tiempo, sin darme la oportunidad de decir algo más, me tironeó del brazo hasta cruzar la cafetería y sentarme en la mesa donde estaban sus hermanos ya con sus respectivos almuerzos.
Me les quedé mirando hasta que reaccioné dándome cuanta que frente de mi había una bandeja llena de alimentos; miré inquisitiva a Alice pero ella se estaba sentando y ni me miró.
—Hola.— dije en general, para que todos me escucharan, y como no estábamos muy lejos me oyeron bien.
Edward estaba sentado a mi lado derecho y Alice a mi lado izquierdo; Rosalie y Emmet estaban a mi frente y Jasper al lado de Alice. El de cabello cobrizo se giró en mi dirección y me observó con esos ojos dorados tan llamativos.