Un día crucé a un mundo distinto, donde todo era posible. Donde los prejuicios no existían y la luz no dejaba ningún resto de oscuridad. Allí puede existir todo lo que imagine; hay miles de posibilidades. Allí puedo ser libre. Mi alma puede expandirse hasta el cielo y rasgar las nubes dejando asomarse a los rayos dorados que harán desaparecer la penumbra y la niebla.
Puede existir magia, hechiceros, dragones y princesas guerreras. Allí pueden pasar cosas maravillosas que no tienen nada que ver con la realidad. Es un refugio, un escape, una forma de evadir todo y huir a un universo distinto, descubrir un infinito eterno.
Puedo ser pirata, reina o incluso una guerrera. Puedo volar y fundirme en la esencia de todo. Sentir la vida, sentir el universo, fusionarme, perseguir las estrellas. Perseguir el viento que arrastra débiles susurros. Buscar caminos ocultos que lleven a paraísos prohibidos; sendas iluminadas por la luz plateada de la luna.
Puedo viajar y ver mundos y vidas distintas, ser un personaje u otro y sentir lo que sienten, inventar un mundo en el que la vida rebose en cada esquina, donde no haya injusticias, donde los árboles sean tan altos que desafíen al cielo. Donde el pasado y la realidad sean un lejano recuerdo que se queda encerrado en un baúl. Un lugar donde ser uno mismo, donde dejar escapar tu potencial, donde poder correr, saltar y bailar por alegres bosques o bellas ciudades. Donde nadie te hace daño y tu alma se libera de la carga de todos los días. Universos que te envuelven con luz, alegría, paz, valentía y fuerza para seguir, y que te enseñan a levantarte cuando te caes.
Puedo estar en un viejo castillo o en un barco ya hundido. En lo alto del cielo o en una selva misteriosa que quiera mostrarme sus escondidos secretos. Quizás conozca criaturas fantásticas llenas de historias que contarme. Leyendas que cuenten las hazañas de un héroe, mitos que revelen verdades, secretos que desvelen algo que cambie vidas. Puede que encuentre un objeto perdido y místico en una recóndita cueva o en las ruinas de una antigua ciudad.
Lástima que tenga que volver a la realidad, despertar y fingir que todo está bien. Que tenga que volver a la rutina y a la verdad de cada día. Duele alejarse, duele volver después de haber vivido aventuras. De grandes viajes que se quedan grabados en la memoria...
¿Lo mejor? Puedo regresar cuando quiera volver a escapar. Pues mundos y personajes me estarán esperando con brazos abiertos y alegres sonrisas a que vuelva a escuchar y crear sus aventuras. Y a veces puede ser esto mucho más real y lógico que lo que pasa hoy en día. A veces no queda otra
opción que aferrarte a la fantasía para sobrevivir. Para sobrellevar todo. A veces hace falta algo que te aleje, que te haga descansar, que te permita respirar, que te permita soñar y abrirte a un mundo nuevo, distinto, otra realidad remota.
¿Y qué más da que sea ficción cuando mi felicidad es real? Si mi alegría, si mi libertad, si mi anhelo, si mis ganas de aventuras, si mis sueños... si son tan verdaderos ¿quién dice que esto sean solo cuentos? ¿Cómo se llama todo esto?
Se llama leer.
Se llama escribir.
Incluso se llama dibujar.
Se llama arte. Y no es ninguna tontería.