Capítulo 2 – Una Vida Juntos
Lo que comenzó como un encuentro fortuito en un café se transformó en algo mucho más profundo.
Los meses se hicieron años, y David y Ayelén construyeron una vida que cualquiera envidiaría.
El Compromiso
En el segundo aniversario de aquel primer café, David la llevó de sorpresa a ese mismo lugar. La mesa estaba decorada con velas y flores silvestres.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Ayelén, riendo mientras se tapaba la boca.
David respiró hondo, se arrodilló y sacó una pequeña cajita de terciopelo.
—No tengo un discurso preparado —dijo con voz temblorosa—, pero sí tengo algo claro: quiero compartir cada día de mi vida con vos. ¿Te casarías conmigo?
Ayelén sintió las lágrimas en los ojos.
—Sí, David. Claro que sí.
El Hogar
Se casaron en una ceremonia sencilla, rodeados de amigos y familiares.
La mudanza fue un caos de cajas y discusiones sobre dónde poner cada mueble, pero poco a poco su casa se convirtió en un verdadero hogar.
Las noches de película en el sillón, los desayunos improvisados y los abrazos al final de cada día llenaron de calor cada rincón.
La Familia Crece
Un año después llegó Alisson, con sus grandes ojos curiosos y su llanto que llenaba la casa.
David pasaba horas con ella en brazos, arrullándola después de sus turnos de madrugada. Ayelén, agotada pero feliz, lo miraba y pensaba que no podía pedir nada más.
Con el tiempo, Alisson empezó a caminar, a hablar, a llenar las paredes de dibujos.
Y entonces, cuando la vida parecía perfecta, llegó Liam, un torbellino de un año que gateaba por todos lados y llenaba la casa de risas.
Pequeñas Rutinas de Felicidad
Las mañanas eran un caos encantador: Alisson pidiendo su desayuno, Liam golpeando la cuchara contra la mesa, David sirviendo el café mientras Ayelén preparaba las mochilas.
—Un día vamos a extrañar este desorden —decía ella, riendo.
—No lo digas muy fuerte, que capaz se cumple —bromeaba David.
Por las noches, cuando los chicos dormían, solían quedarse en el living en silencio, solo disfrutando de estar juntos.
—¿Sabés? —dijo Ayelén una de esas noches, recostada en su hombro—. Somos felices.
David sonrió, besándole la frente.
—Sí. Y vamos a seguir siéndolo.
La Sensación de Seguridad
Para David, volver a casa y escuchar los pasos de Alisson corriendo para abrazarlo, o sentir el pequeño cuerpo de Liam quedándose dormido en su pecho, era todo lo que necesitaba para soportar cualquier turno difícil en la comisaría.
Para Ayelén, verlos juntos era su mayor orgullo.
Por un tiempo, creyeron que esa felicidad era indestructible.
Pero la vida suele probar lo que más amamos.
Una mañana cualquiera, en el aula donde enseñaba, Ayelén sintió que la vista se le nublaba.
Alisson estaba en el jardín de infantes, Liam con la niñera, y ella… cayó al suelo antes de poder pedir ayuda.